Viaje a la Luna

Viaje a la Luna

Una memoria a mis antepasados, a mis vivencias...unos versos de futuro.

QUIEN NO SE OCUPA DE NACER SE OCUPA DE MORIR

viernes, 12 de abril de 2019


LA DESAORIENTACION DE UN GOBIERNO EN CRISIS
(Por Marcelo Zlotogwiazda, INFOBAE)


El tuit anunció la renovación del programa de Precios Cuidados, invitando a la población a conocer cuáles son los 560 productos adheridos y dónde se los puede encontrar en supermercados de todo el país.

La invitación es acompañada por una página de Internet que funciona muy bien. Rápidamente se averigua que, por ejemplo, en los supermercados del área metropolitana debería estar disponible el sachet de leche entera La Armonía de un litro a $25,47, o el aceite marca Cada Día por 900 c.c. que fabrica Aceitera General Deheza a un precio de $52,85, el kilo de carne picada común a $78,79, el kilo de yerba mate Romance a $91,76, o la gaseosa 7Up de litro y medio que elabora Quilmes a 42 pesos.

Podría suponerse que la renovación es un relanzamiento de un programa que no venía funcionando bien, debido a problemas de desabastecimiento de los productos, a la falta de controles y sanciones, y a la escasa campaña oficial. Lo que se venía reflejando en una continua caída en la incidencia que esos productos tenían en el consumo, que en el furor del inicio del programa durante el kirchnerismo alcanzó a superar holgadamente el 10%, pero que últimamente estaba muy por debajo de ese número.

Lo cierto es que no hubo renovación ni relanzamiento alguno. Una equivocación hizo que se publicara una noticia vieja en medio de la turbulencia y de las internas que hay en el gobierno sobre qué hacer con los precios.

Parece un chiste que el viejo tuit equivocado saliera al día siguiente de que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijera en su presentación ante los diputados que "el congelamiento de precios resulta fuertemente regresivo, genera una alta carga fiscal que los torna insostenibles y produce distorsiones en la oferta y la demanda, lo que genera que en el largo plazo la inflación termina siendo más alta".

¿Qué otra cosa que un congelamiento parcial y transitorio son los Precios Cuidados? El jefe de Gabinete intentó explicar la diferencia con argumentos tan endebles como una hoja de papel. Dijo que "desde la Secretaría de Comercio Interior no se habla de control de precios, sino de acuerdos voluntarios con empresas para generar precios de referencia para el consumidor, que en eso consiste Precios Cuidados".

Como si hubiera dicho que tener hambre o ganas de comer son dos sensaciones diferentes. ¿O acaso el congelamiento de artículos de consumo masivo que el Gobierno hizo trascender no se estaba preparando en acuerdo con las empresas y supermercados?

A la confusión reinante se sumó que dos horas después de ese viejo tuit sobre el supuesto relanzamiento de Precios Cuidados, participantes de la cumbre de Cambiemos que tuvo lugar en Casa Rosada reconocieran que se está trabajando en un acuerdo de precios que será anunciado la semana próxima.

Las posibilidades electorales y la inflación

No hay que ser Jaime Durán Barba para entender que si el Gobierno no logra rápidamente frenar de manera considerable la inflación, es poco probable que el próximo 10 de diciembre Mauricio Macri renueve su mandato.

Tampoco hay que ser un eximio economista para comprender que un funcionamiento más eficaz de Precios Cuidados o un congelamiento que verdaderamente enfríe, pueden servir como parche o paliativo, pero de ninguna manera son garantía para que la inflación de alrededor del 4% que hubo en marzo baje sustancialmente.

La incoherencia obedece a que el Gobierno descree de la utilidad de ese tipo de intervencionismo; y si mantuvo y ahora renueva Precios Cuidados es porque no tiene costo alguno y sirve para maquillar su discurso.

Los estandartes de la política antiinflacionaria

En lo que realmente cree el Gobierno como política antiinflacionaria es en el déficit fiscal cero, el torniquete monetario y evitar un nuevo desborde del dólar; tres variables claramente interdependientes.

Pero sucede que el déficit cero quedó como un objetivo inalcanzado, el torniquete monetario está ahogando el consumo y la actividad productiva, y hay crecientes dudas respecto a que esas dos herramientas alcancen a evitar un salto en el tipo de cambio.

Lo primero quedó plasmado en el reporte que el FMI difundió la semana pasada, donde no sólo resalta el debilitamiento de la recaudación (en el primer bimestre del año los ingresos totales cayeron 6,6% en términos reales) sino que recomienda un ajuste adicional con un set de medidas posibles que incluye aumento de impuestos y venta de activos, aunque reconoce que como las autoridades "tienen un limitado margen de maniobra dado el año electoral" para subir impuestos o privatizar, "la reducción de la inversión pública aparece como la única opción".

Según cálculos de la consultora PxQ del ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis, el recorte en la obra pública necesario para compensar el desfase fiscal la llevaría a menos de una cuarta parte de lo que la gestión Cambiemos invirtió en su primer año de gobierno, que ya era menos que el porcentaje del 2015. De acá a las elecciones Mauricio Macri va a cortar muchas cintas como parte de la campaña. Tras semejante recorte, difícilmente pueda seguir haciéndolo después, si es que gana la elección.

Ese ajuste en los gastos de capital haría aún más lenta la levísima recuperación del nivel de actividad que se registró en los últimos dos meses en la comparación con los meses previos, y que encima no fue generalizada sino que estuvo concentrada en algunos sectores.

Dolarización de carteras

Pero la mayor incertidumbre y angustia se origina en lo que pueda pasar con el dólar en lo que resta hasta las elecciones. De un lado de la balanza pesa el ingreso de las divisas de una buena cosecha, los dólares que el Tesoro va a poder subastar a un ritmo de hasta USD 60 millones diarios, y la flexibilización para el uso de reservas que el dúo Dujovne y Sandleris puedan llegar a conseguir del FMI durante su estadía en Washington.

En el otro platillo juega la dolarización de carteras por parte de individuos y, fundamentalmente, de grandes fondos y operadores, por cobertura y prevención. Especial temor genera la masa de depósitos de pesos a plazo fijo del sector privado, que equivale a unos USD 25.000 millones.

Por el momento se ha encendido una tenue luz amarilla. Según el último Informe Monetario diario del Banco Central, en los últimos treinta días esos depósitos subieron un 3,4%, lo que implica que apenas se alcanzó a renovar la capitalización de intereses, y no se cubrió la inflación del período. En el informe de la tercera revisión del acuerdo en vigencia, el propio Fondo señaló que la incertidumbre electoral podría acelerar la dolarización de carteras.

La situación es tan endeble que esa luz del semáforo puede intensificar su amarillo en cualquier momento y ante la más mínima chispa. Chispa que algunos irresponsables ansían que se encienda lo más rápidamente posible, lanzando disparatadas versiones sobre la inminencia de un corralito y armando campañas para inducir a la gente a que saque el dinero del banco.

Corresponde aclarar que sólo son grupúsculos marginales de la oposición con algún poder de micrófono y alto grado de ignorancia. Pero los principales dirigentes mantienen la dureza de sus críticas dentro de un marco de responsabilidad. "No creo que haya riesgo de corralito", respondió ayer con moderación Axel Kicillof, el último ministro de Economía de un gobierno que se fue con la mitad de la inflación actual.




CÓMO SE APODERARON LOS IMPERIALISTAS DE NUESTRA ECONOMIA (*)
 (Fragmento del Discurso de Fidel, en la DEMAJAGUA, EL 10 DE OCTUBRE DE 1968.)



Y todos sabemos cómo sucedieron los acontecimientos. Cómo cuando el poder de España estaba virtualmente agotado, movido por ansias puramente imperialistas, el gobierno de Estados Unidos participa en la guerra, después de 30 años de lucha. Con la ayuda de los soldados mambises desembarcan, toman la ciudad de Santiago de Cuba, hunden la escuadra del almirante Cervera, que no era más que una colección propia de museo, más que escuadra, y que por puro y tradicional quijotismo la enviaron a que la hundieran a cañonazos, sirviendo prácticamente de tiro al blanco a los acorazados americanos, a la salida de Santiago de Cuba. Y entonces a Calixto García ni siquiera lo dejaron entrar en Santiago de Cuba. Ignoraron por completo al Gobierno Revolucionario en Armas, ignoraron por completo a los líderes de la revolución; discutieron con España sin la participación de Cuba; deciden la intervención militar de sus ejércitos en nuestro país. Se produce la primera intervención, y de hecho se apoderaron militar y políticamente de nuestro país.

Al pueblo no se le hizo verdadera conciencia de eso. Porque ¿quién podía estar interesado en hacerle conciencia de esa monstruosidad? ¿Quiénes? ¿Los antiguos autonomistas? ¿Los antiguos reformistas? ¿Los antiguos anexionistas? ¿Los antiguos esclavistas? ¿Quiénes? ¿Los que habían sido aliados de la Colonia durante las guerras? ¿Quiénes? ¿Los que no querían la independencia de Cuba sino la anexión con Estados Unidos? Esos no podían tener ningún interés en enseñarle a nuestro pueblo estas verdades históricas, amarguísimas.

¿Qué nos dijeron en la escuela? ¿Qué nos decían aquellos inescrupulosos libros de historia sobre los hechos? Nos decían que la potencia imperialista no era la potencia imperialista, sino que lleno de generosidad el gobierno de Estados Unidos, deseoso de darnos la libertad, había intervenido en aquella guerra y que, como consecuencia de eso, éramos libres. Pero no éramos libres por los cientos de miles de cubanos que murieron 30 años en los combates, no éramos libres por el gesto heroico de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que inició aquella lucha, que incluso prefirió que le fusilaran al hijo antes de hacer una sola concesión; no éramos libres por el esfuerzo heroico de tantos cubanos, no éramos libres por la prédica de Martí, no éramos libres por el esfuerzo heroico de Máximo Gómez, Calixto García y todos aquellos próceres ilustres; no éramos libres por la sangre derramada por las veinte y tantas heridas de Antonio Maceo y su caída heroica en Punta Brava; éramos libres sencillamente porque Teodoro Roosevelt desembarcó con unos cuantos “rangers” en Santiago de Cuba para combatir contra un ejército agotado y prácticamente vencido, o porque los acorazados americanos hundieron a los “cacharros” de Cervera frente a la bahía de Santiago de Cuba.
Y esas monstruosas mentiras, esas increíbles falsedades eran las que se enseñaban en nuestras escuelas.

Y tal vez tan pocas cosas nos puedan ayudar a ser revolucionarios como recordar hasta qué grado de infamia se había llegado, hasta qué grado de falseamiento de la verdad, hasta qué grado de cinismo en el propósito de destruir la conciencia de un pueblo, su camino, su destino; hasta qué grado de ignorancia criminal de los méritos y las virtudes y la capacidad de este pueblo —pueblo que hizo sacrificios como muy pocos pueblos hicieron en el mundo— para arrebatarle la confianza en sí mismo, para arrebatarle la fe en su destino.

Y de esta manera, los que cooperaron con España en los 30 años, los que lucharon en la colonia, los que hicieron derramar la sangre de los mambises, aliados ahora con los interventores yankis, aliados con los imperialistas yankis, pretendieron hacer lo que no habían podido hacer en 30 años, pretendieron incluso escribir la historia de nuestra patria amañándola y ajustándola a sus intereses, que eran sus intereses anexionistas, sus intereses imperialistas, sus intereses anticubanos y contrarrevolucionarios.

¿Con quiénes se concertaron los imperialistas en la intervención? Se concertaron con los comerciantes españoles, con los autonomistas. Hay que decir que en aquel primer gobierno de la república había varios ministros procedentes de las filas autonomistas que habían condenado a la revolución. Se aliaron con los terratenientes, se aliaron con los anexionistas, se aliaron con lo peor, y al amparo de la intervención militar y al amparo de la Enmienda Platt empezaron, sin escrúpulos de ninguna índole, a amañar la república y a preparar las condiciones para apoderarse de nuestra patria.

Es necesario que esta historia se sepa, es necesario que nuestro pueblo conozca su historia, es necesario que los hechos de hoy, los méritos de hoy, los triunfos de hoy, no nos hagan caer en el injusto y criminal olvido de las raíces de nuestra historia; es necesario que nuestra conciencia de hoy, nuestras ideas de hoy, nuestro desarrollo político y revolucionario de hoy —instrumentos que poseemos hoy que no podían poseer en aquellos tiempos los que iniciaron esta lucha— no nos conduzca a subestimar por un instante ni a olvidar por un instante que lo de hoy, el nivel de hoy, la conciencia de hoy, los éxitos de hoy más que éxitos de esta generación son, y debemos decirlo con toda sinceridad, éxitos de los que un día como hoy, hace 100 años, se levantaron aquí en este mismo sitio y libertaron a los esclavos y proclamaron la independencia e iniciaron el camino del heroísmo e iniciaron el camino de aquella lucha que sirvió de aliento y de ejemplo a todas las generaciones subsiguientes.

Y en ese ejemplo se inspiró la generación del 95, en ese ejemplo se inspiraron los combatientes revolucionarios a lo largo de los 60 años de república amañada; en ese ejemplo de heroísmo, en esa tradición se inspiraron los combatientes que libraron las últimas batallas en nuestro país.

Y eso no es algo que se diga hoy como de ocasión porque conmemoramos un aniversario, sino algo que se ha dicho siempre y que se ha dicho muchas veces y que se dijo en el Moncada y que se dijo siempre. Porque allí cuando los jueces preguntaron quién era el autor intelectual del ataque al cuartel Moncada, sin vacilación nosotros respondimos: “¡Martí fue el autor intelectual del ataque al cuartel Moncada!”.

Es posible que la ignorancia de la actual generación, o el olvido de la actual generación, o la euforia de los éxitos actuales, puedan llevar a la subestimación de lo mucho que nuestro pueblo les debe, de todo lo que nuestro pueblo les debe a estos luchadores.

Ellos fueron los que prepararon el camino, ellos fueron los que crearon las condiciones y ellos fueron los que tuvieron que apurar los tragos más amargos: el trago amargo del Zanjón, el cese de la lucha en 1878; el trago amarguísimo de la intervención yanki, el trago amarguísimo de la conversión de este país en una factoría y en un pontón estratégico —como temía Martí—; el trago amarguísimo de ver a los oportunistas, a los politiqueros, a los enemigos de la revolución, aliados con los imperialistas, gobernando este país. Ellos tuvieron que vivir aquella amarguísima experiencia de ver cómo a este país lo gobernaba un embajador yanki; o cómo un funcionario insolente, a bordo de un acorazado, se anclaba en la bahía de La Habana a dictarle instrucciones a todo el mundo: a los ministros, al Jefe del Ejército, al Presidente, a la Cámara de Representantes, al Senado.

Y lo que decimos son hechos conocidos, son hechos históricamente probados. Es decir, no tanto conocidos como probados, porque realmente las masas durante mucho tiempo lo ignoraron, durante mucho tiempo las engañaron. Y es necesario revolver los archivos, exhumar los documentos para que nuestro pueblo, nuestra generación de hoy tenga una clara idea de cómo gobernaban los imperialistas, qué tipo de memorándums, qué tipo de papeles y qué tipo de insolencias usaban para gobernar a este país, al que se pretendía llamar país libre, independiente y soberano; para que nuestro pueblo conozca qué clase de libertadores eran esos, los procedimientos burdos y repugnantes que usaban en sus relaciones con este país, que nuestra generación actual debe conocer. Y si no los conoce, su conciencia revolucionaria no estará suficientemente desarrollada. Si las raíces y la historia de este país no se conocen, la cultura política de nuestras masas no estará suficientemente desarrollada. Porque no podríamos siquiera entender el marxismo, no podríamos siquiera calificarnos de marxistas si no empezásemos por comprender el propio proceso de nuestra Revolución, y el proceso del desarrollo de la conciencia y del pensamiento político y revolucionario en nuestro país durante cien años. Si no entendemos eso, no sabremos nada de política.

Y desde luego, desgraciadamente, mucho tiempo hemos vivido ignorantes de muchos hechos de la historia.

Porque si el interés de los que se aliaron aquí con los imperialistas era ocultar la historia de Cuba, deformar la historia de Cuba, eclipsar el heroísmo, el mérito extraordinario, el pensamiento y el ejemplo de nuestros héroes, los que realmente están llamados y tienen que ser los más interesados en divulgar esa historia, en conocer esa historia, en conocer esas raíces, en divulgar esas verdades, somos los revolucionarios.

Ellos tenían tantas razones para ocultar esa historia e ignorarla, como razones tenemos nosotros para demandar que esa historia, desde el 10 de octubre de 1868 hasta hoy, se conozca en todas sus etapas. Y esa historia tiene pasajes muy duros, muy dolorosos, muy amargos, muy humillantes, desde la Enmienda Platt hasta 1959.

Y debe también conocer nuestro pueblo cómo se apoderaron los imperialistas de nuestra economía. Y eso, desde luego, lo sabe nuestro pueblo en carne propia. No saben cómo fue pero fue.

Y saben los hombres y mujeres de este país, sobre todo los de esta provincia donde se inició la lucha, donde siempre se combatió por la libertad del país, cómo fue aquello que de repente todo pasó de manos de los españoles a manos de los americanos. Cómo fue aquello y por qué los ferrocarriles, los servicios eléctricos, las mejores tierras, los centrales azucareros, las minas y todo fue a parar a manos de ellos. Y cómo se produjo aquel fenómeno. Y qué es aquel fenómeno en virtud del cual en este país, donde por los años 1915 ó 1920 había que traer trabajadores de otras Antillas porque no alcanzaban los brazos, algunas décadas después —en los años veintitantos, treintitantos, cuarentitantos y cincuentitantos, cada vez peor— había más hombres sin empleo, había más familias abandonadas, había más ignorancia. Cómo y por qué en este país donde hoy los brazos no alcanzan —los brazos liberados— para desarrollar las riquezas infinitas de nuestro suelo, para desarrollar las capacidades ilimitadas de nuestro pueblo, sin embargo los hombres tenían que cruzarse de brazos meses enteros y mendigar un trabajo, no ya en tiempo muerto sino en la zafra.

Y cómo era posible que en esas tierras que regaron con su sangre decenas de miles de nuestros antepasados, decenas de miles de nuestros mambises; cómo era posible que en esa tierra regada por su sangre, el cubano en la república mediatizada no tuviera el derecho, no digo ya de recoger el pan, no tenía siquiera el derecho a derramar su sudor. De manera que donde nuestros luchadores por la independencia derramaron su sangre por la felicidad de este país, sus hermanos, sus descendientes, sus hijos, no tenían siquiera el derecho de derramar el sudor para ganarse el pan.

¿Qué república era aquella que ni siquiera el derecho al trabajo del hombre estaba garantizado? ¿Qué república era aquella donde no ya el pan de la cultura, tan esencial al hombre, sino el pan de la justicia, la posibilidad de la salud frente a la enfermedad, a la epidemia, no estaban garantizados? ¿Qué república era aquella que no brindaba a los hijos del pueblo —que dio cientos de miles de vidas, pero que dio cientos de miles de vidas cuando aquella población de verdaderos cubanos no llegaba a un millón; pueblo que se inmoló en singular holocausto— la menor oportunidad? ¿Qué república era aquella donde el hombre no tenía siquiera garantizado el derecho al trabajo, el derecho a ganarse el pan en aquella tierra tantas veces regada con sangre de patriotas?

Y nos pretendían vender aquello como república, nos pretendían brindar aquello como Estado justo. Y en pocas regiones del país como en Oriente estas cosas se vivieron, estas experiencias se vivieron en carne propia; desde las decenas de miles de campesinos que tuvieron que refugiarse allá en las montañas hasta las faldas del Pico Turquino para poder vivir, a los hombres, a los trabajadores azucareros que vivieron o cuyos padres vivieron aquellos años terribles. ¡Y qué porvenir esperaba a este país!

Pero el hecho fue que los yankis se apoderaron de nuestra economía. Y si en 1898 poseían inversiones en Cuba por valor de 50 millones, en 1906 unos 160 millones en inversiones, y 1 450 millones de pesos en inversiones en 1927.

No creo que haya otro país donde se haya producido en forma tan increíblemente rápida semejante penetración económica, que condujo a que los imperialistas se apoderaran de nuestras mejores tierras, de todas nuestras minas, nuestros recursos naturales; que explotaran los servicios públicos, se apoderaran de la mayor parte de la industria azucarera, de las industrias más eficientes, de la industria eléctrica, de los teléfonos, de los ferrocarriles, de los negocios más importantes, y también de los bancos.

Al apoderarse de los bancos, prácticamente podían empezar a comprar el país con dinero de los cubanos, porque en los bancos se deposita el dinero de los que tienen algún dinero y lo guardan, poco o mucho. Y los dueños de los bancos manejaban aquel dinero.

De esta forma, en 1927, cuando no habían transcurrido 30 años, las inversiones imperialistas en Cuba se habían elevado a 1 450 millones de pesos. Se habían apoderado de todo con el apoyo de los anexionistas o neo-anexionistas, de los autonomistas, de los que combatieron la independencia de Cuba. Con el apoyo de los gobiernos interventores se hicieron concesiones increíbles.

Un tal Preston compró 75 000 hectáreas de tierra en 1901, en la zona de la bahía de Nipe por 400 000 dólares, es decir, a menos de seis dólares la hectárea de esas tierras. Y los bosques que cubrían todas esas hectáreas de maderas preciosas, que fueron consumidas en las calderas de los centrales, valían muchas veces, incomparables veces esa suma de dinero.

Vinieron con sus bolsillos rebosantes a un pueblo empobrecido por 30 años de lucha, a comprar de las mejores tierras de este país a menos de seis dólares la hectárea.
Y un tal McCan compró 32 000 hectáreas ese mismo año al sur de pinar del Río. Y un tal James —si mal no recuerdo— ese mismo año compró en Puerto Padre 27 000 hectáreas de tierra.

Es decir que en un solo año adquirieron mucho más de 10 000 caballerías de las mejores tierras de este país, con sus bolsillos repletos de billetes, a un pueblo que padecía la miseria de 30 años de lucha. Y así, sin derramar sangre y gastando un mínimo de sus riquezas, se fueron apoderando de este país.

Y esa historia debe conocerla nuestro pueblo.

(*) Leido en el blog de Iroel Sanchez "LA PUPILA INSOMNE"




LA REVOLUCIÓN COMO ENTELEQUIA
(Por: Mario Valdés Navia, publicado en "LA JOVEN CUBA")


El griego Aristóteles creó el concepto de entelequia para designar aquellas entidades que tienen un fin en sí mismas. En la actualidad se usa para hablar de cosas irreales, vagas, que no se pueden entender cabalmente, y menos concretar. El concepto me viene a la cabeza cuando oigo decir, a raíz del próximo congreso obrero, que los trabajadores deben “acompañar a la Revolución”. Siempre creí que son sus protagonistas, no sus acompañantes.

Cuando triunfaron las revoluciones rusa y china se empezó a hablar de los compañeros de viaje que podrían tener los obreros y campesinos en la construcción socialista. Se hacía referencia a los miembros de la burguesía y capas medias que existirían y laborarían en el socialismo hasta que, gradualmente, se extinguieran como clases en el tránsito futuro al comunismo. Tanto el Lenin de la NEP como el Mao del Camino de Yenán compartieron este criterio.

El establecimiento de la hegemonía burocrática en los estados de vocación socialista incluye siempre la recreación de símbolos ya establecidos. En Cuba no hay ninguno de mayor significación histórica que el de la revolución. Los mártires anteriores al 68, los mambises, laborantes y víctimas de las guerras de independencia, todos son hijos de ella y sacrificaron sus vidas para hacerla realidad.

Durante el período republicano los políticos no cesaron de clamar por sus méritos revolucionarios en la lucha por la independencia y luego contra el tirano Machado. Desde la derecha hasta la izquierda, todos veneraban la revolución a su manera. Batista y los presidentes auténticos se consideraban a sí mismos héroes y continuadores de la Revolución del 30.

Esta elevada representación social se multiplicó con el triunfo de la Revolución
En el 59 se unieron, como nunca antes, los componentes nacional-liberador y de justicia social. Con el tiempo, la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes comenzó a ser secuestrada por una burocracia cada vez más empoderada, que se apropió del término Revolución como hiciera Stalin con el de marxismo-leninismo.

De esa forma, el monopolio del poder por los burócratas se identifica demagógicamente con los objetivos históricos del pueblo, la nación y hasta de la revolución mundial. A partir de entonces, en boca de la burocracia, la revolución sería un fetiche que se trocaría en su contrario mediante el concepto de Revolución en el Poder.

En consecuencia, la revolución no vendría desde abajo sino “desde arriba”, y las masas no la protagonizarían, sino que “se sumarían a ella”, “se incorporarían”, “participarían”, “serían convocadas”, o, como se dice ahora, la “acompañarían”.

Este nuevo modelo de revolución burocrática exige a los trabajadores ser “fieles”, “leales” y “estar dispuestos a cualquier sacrificio”.

La cuestión es: ¿a quién deben ser fieles y “acompañar” los trabajadores sin chistar?, ¿a la revolución popular liberadora, o al status quo establecido por los burócratas a su imagen y conveniencia?


Las revoluciones son siempre obra de las grandes masas. Es redundante decir que los trabajadores deben acompañar su propia obra.

Por lo que vale la pena luchar es por abrir cauces a su participación plena y libre y su posibilidad real de control social sobre el poder. Que los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, TCP y todos los sectores humildes se sientan participantes activos de la revolución; no observadores de un espectáculo donde miran, aplauden y retornan a sus casas a comentar con la familia sus criterios, anhelos y preocupaciones tras la puesta en escena.



EL USO DE LA CAPACIDAD INSTALADA DE LAS FABRICAS:
está en el peor nivel de los últimos 17 años
(INFOBAE)





La capacidad instalada de la industria volvió a retroceder en el segundo mes del año, a 58,6 por ciento, según informó el Indec.

Es el peor febrero desde 2002, pero en la comparación mensual se mejoró en 2,3 puntos porcentuales, similar al aumento desestacionalizado de la actividad industrial de ese mes, que alcanzó 2,3 por ciento.

Los sectores más afectados son otra vez el textil y el automotriz. "El bloque de productos textiles presenta un nivel de utilización de la capacidad instalada de 43,2%, inferior al registrado en el mismo mes de 2018 (48,3%). La menor elaboración de hilados de algodón y de tejidos planos y de punto, origina esta merma en los niveles de utilización del sector", detalló el organismo.

Sobre la fabricación de autos destaca que el nivel de uso de 42,1%  está "vinculado a la menor cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices, como consecuencia fundamentalmente de la caída de las ventas en el mercado local".

En enero, la cifra de uso había sido de 56,2% y en diciembre de 2018, 56,6%, luego de que en los últimos dos años había oscilado entre un 60 y 67 por ciento.


Según el Indec, los bloques sectoriales que presentan, en febrero de 2019, niveles de utilización de la capacidad instalada superiores al nivel general son: productos del tabaco (72,9%), refinación del petróleo (71,7%), papel y cartón (71,7%), sustancias y productos químicos (69,4%), industrias metálicas básicas (68,7%), productos minerales no metálicos (67,5%).

"Mientras que los bloques sectoriales que se ubican por debajo del nivel general de la industria son: productos alimenticios y bebidas (57,6%), edición e impresión (52,1%), productos de caucho y plástico (50,8%), productos textiles (43,2%), la industria automotriz (42,1%) y la industria metalmecánica excepto automotores (42,0%)", detalló el organismo.