LA DESAORIENTACION DE UN
GOBIERNO EN CRISIS
(Por Marcelo Zlotogwiazda, INFOBAE)
El tuit anunció la
renovación del programa de Precios Cuidados, invitando a la población a conocer
cuáles son los 560 productos adheridos y dónde se los puede encontrar en
supermercados de todo el país.
La invitación es acompañada
por una página de Internet que funciona muy bien. Rápidamente se averigua que,
por ejemplo, en los supermercados del área metropolitana debería estar
disponible el sachet de leche entera La Armonía de un litro a $25,47, o el
aceite marca Cada Día por 900 c.c. que fabrica Aceitera General Deheza a un
precio de $52,85, el kilo de carne picada común a $78,79, el kilo de yerba mate
Romance a $91,76, o la gaseosa 7Up de litro y medio que elabora Quilmes a 42
pesos.
Podría suponerse que la
renovación es un relanzamiento de un programa que no venía funcionando bien,
debido a problemas de desabastecimiento de los productos, a la falta de
controles y sanciones, y a la escasa campaña oficial. Lo
que se venía reflejando en una continua caída en la incidencia que esos
productos tenían en el consumo, que en el furor del inicio del programa durante
el kirchnerismo alcanzó a superar holgadamente el 10%, pero que últimamente
estaba muy por debajo de ese número.
Lo
cierto es que no hubo renovación ni relanzamiento alguno. Una
equivocación hizo que se publicara una noticia vieja en medio de la
turbulencia y de las internas que hay en el gobierno sobre qué hacer con los
precios.
Parece un chiste que el
viejo tuit equivocado saliera al día siguiente de que el Jefe de
Gabinete, Marcos Peña, dijera en su presentación ante los diputados que
"el congelamiento de precios resulta fuertemente regresivo, genera una
alta carga fiscal que los torna insostenibles y produce distorsiones en la
oferta y la demanda, lo que genera que en el largo plazo la inflación termina
siendo más alta".
¿Qué otra cosa que un
congelamiento parcial y transitorio son los Precios Cuidados? El jefe de
Gabinete intentó explicar la diferencia con argumentos tan endebles como una
hoja de papel. Dijo que "desde la Secretaría de Comercio Interior no se
habla de control de precios, sino de acuerdos voluntarios con empresas para
generar precios de referencia para el consumidor, que en eso consiste Precios
Cuidados".
Como si hubiera dicho que
tener hambre o ganas de comer son dos sensaciones diferentes. ¿O acaso el
congelamiento de artículos de consumo masivo que el Gobierno hizo trascender no
se estaba preparando en acuerdo con las empresas y supermercados?
A la confusión reinante se
sumó que dos horas después de ese viejo tuit sobre el supuesto relanzamiento de
Precios Cuidados, participantes de la cumbre de Cambiemos que tuvo lugar en
Casa Rosada reconocieran que se está trabajando en un acuerdo de precios que
será anunciado la semana próxima.
Las posibilidades
electorales y la inflación
No hay que ser Jaime Durán
Barba para entender que si el Gobierno no logra rápidamente frenar de manera
considerable la inflación, es poco probable que el próximo 10 de diciembre
Mauricio Macri renueve su mandato.
Tampoco hay que ser un
eximio economista para comprender que un funcionamiento más eficaz de Precios
Cuidados o un congelamiento que verdaderamente enfríe, pueden servir como
parche o paliativo, pero de ninguna manera son garantía para que la
inflación de alrededor del 4% que hubo en marzo baje sustancialmente.
La incoherencia obedece a
que el Gobierno descree de la utilidad de ese tipo de intervencionismo; y si
mantuvo y ahora renueva Precios Cuidados es porque no tiene costo alguno y
sirve para maquillar su discurso.
Los estandartes de la
política antiinflacionaria
En lo que realmente cree el
Gobierno como política antiinflacionaria es en el déficit fiscal cero, el
torniquete monetario y evitar un nuevo desborde del dólar; tres variables
claramente interdependientes.
Pero sucede que el déficit
cero quedó como un objetivo inalcanzado, el torniquete monetario está ahogando
el consumo y la actividad productiva, y hay crecientes dudas respecto a que
esas dos herramientas alcancen a evitar un salto en el tipo de cambio.
Lo primero quedó plasmado en
el reporte que el FMI difundió la semana pasada, donde no sólo resalta el
debilitamiento de la recaudación (en el primer bimestre del año los
ingresos totales cayeron 6,6% en términos reales) sino que recomienda un ajuste
adicional con un set de medidas posibles que incluye aumento de impuestos y
venta de activos, aunque reconoce que como las autoridades "tienen un
limitado margen de maniobra dado el año electoral" para subir impuestos o
privatizar, "la reducción de la inversión pública aparece como la única
opción".
Según cálculos de la
consultora PxQ del ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis, el recorte en
la obra pública necesario para compensar el desfase fiscal la llevaría a menos
de una cuarta parte de lo que la gestión Cambiemos invirtió en su primer año de
gobierno, que ya era menos que el porcentaje del 2015. De acá a las
elecciones Mauricio Macri va a cortar muchas cintas como parte de la campaña.
Tras semejante recorte, difícilmente pueda seguir haciéndolo después, si es que
gana la elección.
Ese ajuste en los gastos de
capital haría aún más lenta la levísima recuperación del nivel de
actividad que se registró en los últimos dos meses en la comparación con
los meses previos, y que encima no fue generalizada sino que estuvo concentrada
en algunos sectores.
Dolarización de carteras
Pero la mayor incertidumbre
y angustia se origina en lo que pueda pasar con el dólar en lo que resta hasta
las elecciones. De un lado de la balanza pesa el ingreso de las divisas de una
buena cosecha, los dólares que el Tesoro va a poder subastar a un ritmo de
hasta USD 60 millones diarios, y la flexibilización para el uso de reservas que
el dúo Dujovne y Sandleris puedan llegar a conseguir del FMI durante su
estadía en Washington.
En el otro platillo juega la
dolarización de carteras por parte de individuos y, fundamentalmente, de
grandes fondos y operadores, por cobertura y prevención. Especial temor genera
la masa de depósitos de pesos a plazo fijo del sector privado, que equivale a
unos USD 25.000 millones.
Por el momento se ha
encendido una tenue luz amarilla. Según el último Informe Monetario diario del
Banco Central, en los últimos treinta días esos depósitos subieron un 3,4%, lo
que implica que apenas se alcanzó a renovar la capitalización de intereses, y
no se cubrió la inflación del período. En el informe de la tercera revisión del
acuerdo en vigencia, el propio Fondo señaló que la incertidumbre electoral
podría acelerar la dolarización de carteras.
La
situación es tan endeble que esa luz del semáforo puede intensificar su
amarillo en cualquier momento y ante la más mínima chispa. Chispa que algunos
irresponsables ansían que se encienda lo más rápidamente posible, lanzando
disparatadas versiones sobre la inminencia de un corralito y armando campañas
para inducir a la gente a que saque el dinero del banco.
Corresponde aclarar que sólo
son grupúsculos marginales de la oposición con algún poder de micrófono y alto
grado de ignorancia. Pero los principales dirigentes mantienen la dureza de sus
críticas dentro de un marco de responsabilidad. "No creo que haya
riesgo de corralito", respondió ayer con moderación Axel Kicillof, el
último ministro de Economía de un gobierno que se fue con la mitad de la
inflación actual.
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