DOS GORRIONES…imaginen
Allí estaba la nieve sobre la ventana, miraba extasiado al horizonte, cuando una melodía sonó a mis espaldas, alguien había colocado un plástico negro en el tocadiscos “Radiotexnica” que había comprado hacia unos meses, la cantante arrastrando una “r” angustiosa te hacía sentir la melancolía de estar lejos de tu tierra, así conocí a Edith Piaf en Moscú, ese mojado gorrión pequeño, adorablemente vestido siempre de negro, que con solo pararse en el escenario y evocar a los ángeles con su voz dejaba a más de uno en silencio perpetuo. Fue “La Pinta” esa mujer que he idealizado con el tiempo como la Maja desnuda de Goya, la que me hizo escuchar por primera vez y conocer la historia de esa mujer francesa con alas en la voz que habiendo salido de los barrios marginales, coloreo las plazas públicas de París con el dolor y la alegría al mismo tiempo.
Hace unos días “Mi Tana”, mujer que me acompaña en mis tristezas y me da abrigo con su amor, me hizo conocer a otro gorrión de Dios, esta vez de unas islas cercas de África, de Mindelo, Cabo Verde, me hizo escuchar por primera vez a Cesaría Évora, mujer de labios gruesos y mirada extraviada, que lleva solo corazón en su voz y lo mismo te transporta por la añoranza que esconde una samba de Rio de Janeiro, que por el cielo gris de Buenos Aires o por mi calle Armas de un Lawton lejano, descalza en el escenario, la magia de esta mujer radica en esa Morna contagiosa de clarinete y guitarra afinada que acompaña a una voz, que es un resumen del tiempo humano y produce una sutil lluvia de lagrimas en el alma.
Dos mujeres, dos gorriones que te llenan la vida…imaginen
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