DECISIONES IMPERCEPTIBLES (I)
Lo
vio venir por el espejo exterior del auto a pesar de la noche, abrió su puerta
y se dirigió hacia la trasera del lado del acompañante.
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Buen
día Esperanza – con una sonrisa a medias aquel hombre alto de cierta
corpulencia y pelo bien corto, saludo entrando al auto.
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Buen
día Diputado Orlando- le contesto una mujer rubia de ojos azules acomodándose
la pistola Makarov que llevaba escondida en el trajecito y pantalón negro que
usaba como vestido.
-
Hoy
es un día importante Esperanza, le afirmo con voz de discurso, tomando el
periódico Granma que en su página principal tenia la foto de una mujer, la
actual presidenta de los Estados Unidos, y unas letras grandes en azul y rojo
que decían “WELCOME, BIENVENIDA PRESIDENTA”.
-
Así
es, lo espera el Consejo en Palacio, - le contesto ella mirándolo fijamente por
el espejo retrovisor.
Se abrió la compuerta del Garaje y dos autos
negros mas lo esperaban para custodiarlo. Frente a la casa del barrio de Lawton
donde salía el auto, había una pancarta gigante con un hombre de traje
saludando con la mano derecha arriba donde se podía leer: “El Diputado Orlando
es del pueblo”.
-
Esperanza
pasaremos a rendirle homenaje, por EL es que llegamos aquí.
-
Bueno,
Diputado Orlando, como usted quiera.
El auto tomo la Avenida Porvenir a toda
velocidad, el Diputado Orlando dejo a un lado el diario y recostó su cabeza
sobre la ventanilla del vidrio calobar, miraba lejos y cerca a la vez, su
pensamiento, ahora mientras se adentraban en la Avenida de los Framboyanes de
10 de Octubre se conectaba con un túnel del tiempo, ¿Cómo había llegado allí?,
¿fue premeditado o pequeñas imperceptibles decisiones lo llevaron a ser el
Presidente de los cubanos?, ¿Dónde había estado la gran decisión de la vida?,
muchas veces lo atormentaban aquellas preguntas, y ¿y si no hubiera levantado
la mano por el impulso del deber en aquella reunión donde nadie quería ir a
sembrar plátano microjet?, y ¿y si EL en sus últimos momentos no lo hubiera
recomendado para el Consejo de Estado?, no sabía bien, si la vida esta
predeterminada por un Dios todopoderoso, por el libre albedrío o por la
consecuencia de pequeñas, apenas consciente, mínimas decisiones, ¿y si echara
todo atrás y no hubiera conocido aquella bella jamaiquina en lo de Esteban?, es
increíble que él, negro de piel, fuera finalmente el primer Presidente de la
Revolución Cubana que reivindicaría las libertades de expresión y de huelga tan
cacareados en el “Mundo Libre”, desde entonces, Cuba ya no fue lo que era, a
cada rato pequeños grupos de personas que a veces no llegaban a diez podían
paralizar La Rampa y todo se convertía en un caos, con las guaguas que tenían
que cambiar de rumbo y la gente llegando tarde a los trabajos, muchos lo
maldecían por aquello, otros lo respetaban por su decisión, “mis derechos
terminan donde empiezan los tuyos”, era una frase que se había puesto de moda,
para solicitar racionalidad en las protestas callejeras, pero el Diputado
Orlando se preguntaba mientras dormitaba
en el auto camino a Palacio, ¿Cómo era que había llegado a convencer al Consejo
de que aquella medida era necesaria?, ¿era lo que le había dicho su mujer en
perfecto ingles en la mañana de aquel Consejo donde se aprobó 14 a 13 su
propuesta?, no lo sabía a ciencia cierta, no se imaginaba el Diputado Orlando
que hubiera dicho EL si lo hubiera escuchado dando sus argumentos, es verdad
que la gente no aguantaba más, pero el Diputado Orlando no tenía el carisma de
EL.
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