QUE NOS DEPARA EL FUTURO
Ya se veían a lo lejos las primeras
edificaciones del tan ansiado lugar, habían sido noches pensando y pensando en
aquel camarín con su cuñado Antonio, debía mucho dinero por financiar aquel
viaje, y en cuanto llegase pondría manos a la obra para devolver peso sobre peso,
dejaba atrás muchas cosas, entre ellas el hambre, pero más importante, a su
esposa embarazada, era esta la oportunidad, progresaría, como otros lo hicieron
antes de él, incluso su suegro, había hecho una fortuna en USA que le permitió regresar al pueblo y
comprar tierra, se había convertido en un hombre respetado, Aquiles quería
hacer algo parecido, y Buenos Aires podía ser el lugar…
El 13 de Abril de 1951, día de Pascua, le
toco descender del barco, allí abajo lo aguardaba un hombre de traje y sombrero,
con su gabán colgado de la mano izquierda, José, su otro cuñado había venido
antes y los había convencido que Argentina era un lugar donde se podía trabajar
y ganar bien, “tengo ya casa”, repetía en sus cartas José, para dar aliento a
la tropa a que lo siguieran, era increíble, recordaba Aquiles, cuando leía
aquellas cartas, que José en apenas un año hubiera progresado tanto, él
entonces, con sus habilidades de herrero, tendría que lograr lo mismo o mas...
A punto de tomar la escalerilla para
descender, Aquiles estaba nervioso, saco las dos fotos que traía consigo, y
enseñándosela a su cuñado, le dijo,…”Que nos deparará el futuro…”, Antonio con
su sonrisa de siempre le contesto,…”Tira las fotos que nos vinimos hacer “La
América”, hay que olvidar el pasado…”
Después vino el detalle, su cara comenzaba a
esbozar una sonrisa, se reía para si y era contagiosa, yo lo acompañaba en su
alegría del recuerdo…No te puedes imaginar Carlos, hacíamos un desastres, lo
único que teníamos para entretenernos era ir allí, a la barbería de Nino, yo
cuando tenía 15 años, mi tía La Benje, me regalo una Mandolina y a tocar se ha
dicho, casi todas las noche, nos juntábamos los “vagos” del pueblo con un Acordeón, una guitarra, un violín y un carancho, y el
pueblo se llenaba de música, con aquella Mandolina también enamore a Carmela,
me dice en voz baja y se vuelve a reír…eso si, no teníamos ni para comer, y
muchas veces lo que otros veían que yo llevaba zapatos, no sabían que era solo
la cascara de arriba, debajo no llevaba suela, …su riza se apaga, no sabes,
gracias a que enseñe a mi madre a hervir los granos crudos de trigos…podíamos
comer en invierno…
Cuando recibí mi primer salario, me creía
millonario, te imaginas Carlos, con 21 años, solo en José C. Paz, en el medio
de los cardos viviendo, nada, ahora ya tengo mi recompensa, me puedo morir
tranquilo,…Aquiles dejaba caer una lagrima que escondía de mi con su pañuelo…
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