EL PLAN
NUCLEAR ESTA EN RIESGO DE MUERTE
(Por Andrés J. Kreiner (*), publicado en
PAGINA12)
El gobierno anterior había marcado un rumbo
para el sector nuclear. Se había acordado con China hacer primero una IV
Central, de tecnología llamada Candu, de agua pesada y uranio natural,
siguiendo la línea histórica que la Argentina domina después de muchas décadas
de grandes inversiones en recursos humanos y materiales. China financiaba el 85
por ciento de la inversión, con tasas bajas y a largo plazo, a repagar
esencialmente con la energía producida por la Central. La participación de la
industria nacional era muy alta en virtud de la experiencia y de las
inversiones hechas tanto por el sector público como el privado. Este era un
acuerdo muy favorable a nuestros intereses. Además, preveía la instalación,
unos años después, de una central de uranio enriquecido de diseño chino, la así
llamada V Central, que permitiría a China hacer pie en el mercado
latinoamericano pero también a nuestro país incursionar en una nueva
tecnología, garantizando participación nacional con un alto grado de
transferencia tecnológica.
Estas dos tecnologías podrían coexistir pues
de hecho pueden ser complementarias si se hace una buena planificación. En el
futuro, si se desarrollara la tecnología del reprocesamiento, las centrales de
agua pesada podrían aprovechar el combustible quemado por las de uranio
enriquecido y seguir “ordeñándolo”.
Durante 2016 el gobierno nacional ratificó
este rumbo y se ocupó, a través de documentos oficiales, de apuntalar con
argumentos este plan. Argumentos que hablaban de la diversificación de la
matriz energética, dándole a la nuclear un porcentaje más acorde con estándares
internacionales (llevarla del 5 al 11 por ciento), y de la energía nuclear como
una energía limpia (desde el punto de vista de las emisiones de gases de efecto
invernadero) que permitiría a nuestro país dar un paso de relevancia para
cumplir con el compromiso asumido como Estado firmante del Acuerdo de París del
2015.
Las negociaciones con China siguieron en 2017
y principios de 2018. En el ínterin hubo un evento muy negativo, asociado con
la impericia del gobierno, que prácticamente de la noche a la mañana trató de
tomar la decisión de instalar la V Central en la provincia de Río Negro, sin
preparar cuidadosamente el terreno a través de campañas de esclarecimiento,
convencimiento y búsqueda de consenso. Río Negro terminó con la sanción de una
ley que prohibía la instalación en su territorio de esa central. Esto coloca a
nuestro país en una situación muy delicada porque el único sitio disponible
para una Central hoy es en el complejo nuclear de Atucha. Y ya se prevé que
habría limitaciones que podrían impedir el emplazamiento de más de una central
en ese mismo sitio. Este es un elemento limitante muy grave, que se trató de
ocultar o minimizar, que probablemente contribuyó a cancelar la IV, dado que
China no iba a financiar la IV sin la V.
Después del virtual default que tuvo lugar a
principios de 2018, cuando los mercados internacionales le cerraron el grifo a
la Argentina, el gobierno tuvo que recurrir desesperadamente al FMI, organismo
dominado en buena medida por Estados Unidos. No bien se anunció el primer
acuerdo con el FMI, el gobierno hizo conocer la cancelación de la IV Central,
aduciendo que no estaba en condiciones de tomar compromisos de deuda
adicionales. Este argumento no se sostiene en vista del despilfarro de miles de
millones de dólares en manejos financieros estériles. En conclusión, el FMI y
Estados Unidos vetaron la IV Central tipo Candu. El gobierno fue inclusive más
allá y anunció la cancelación definitiva de la exitosa y fructífera línea
tecnológica del agua pesada y uranio natural, mostrándose decidido a cometer el
estrago de destruir la Planta Industrial de Agua Pesada, una joya tecnológica
que colocó a la Argentina en una posición privilegiada a nivel internacional.
Varios nos preguntábamos cuánto tardaría, en medio de la feroz disputa
comercial y de hecho por la supremacía mundial entre Estados Unidos y China, en
caerse la V Central también.
En preparación de esto, hace unos días,
varios ex secretarios de energía salieron a desacreditar la energía nuclear
como costosa frente a otras como la térmica (generada con el quemado de
combustibles fósiles, sin importar la contaminación atmosférica con sus
consecuencias sobre el calentamiento global). Esta falacia, desmentida por informes
y estudios internacionales, pareció preparar el terreno tratando de atenuar el
impacto de la decisión que se venía.
Esto es lo que se acaba de consumar. La
sumisión frente a los intereses de Estados Unidos en su puja con China. Trump
no permite que China ingrese con tecnología sensible a su patio trasero, y
Macri, cuya supervivencia depende del dinero del FMI, obedece entregando uno de
los pocos sectores en los cuales hemos logrado una posición respetable y
competitiva a nivel internacional. Creemos entonces que una manera
verdaderamente independiente de impulsar el desarrollo nuclear es realizar las
obras con recursos propios, así como se hizo con Atucha II y con la extensión
de vida de Embalse.
Ante la abrumadora evidencia, quedan pocas
esperanzas de que el gobierno cambie la política de involución del sector
nuclear. Sin embargo, aquellos que impulsamos un desarrollo tecnológico e
industrial y promovemos la visión estratégica de una Argentina soberana en
todos sus aspectos seguiremos bregando para que comience la construcción de la
IV Central tipo Candu y para lograr que el desarrollo nuclear se transforme en
una política de estado para beneficio de todos nuestros compatriotas.
(*) Secretario general de APCNEAN ( Asociación
de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad
Nuclear)
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