"EEUU, EL ESTADO TERRORISTA NÚMERO
UNO"
(Por Noam Chomsky (*), La Jornada, 03-11-2014, leido del blog de Atilio Boron)
Oficial: EU es el mayor Estado terrorista del
mundo y se enorgullece de serlo. Esa debería ser la cabeza de la nota principal
del New York Times del 15 de octubre pasado, cuyo título, más cortés,
dice así: Estudio de la CIA sobre ayuda encubierta provoca escepticismo
sobre el apoyo a rebeldes sirios.
La nota informa sobre una revisión hecha por
la CIA a las operaciones encubiertas recientes para determinar su efectividad.
La Casa Blanca concluyó que, por desgracia, los éxitos son tan escasos que es
necesario reconsiderar esa política.
Se incluye una declaración del presidente
Barack Obama de que pidió a la CIA llevar a cabo esa revisión para encontrar
casos en los que financiar y proveer de armas a una insurgencia en algún
país haya funcionado bien. Y no pudieron hallar mucho. Por eso Obama tiene
cierta renuencia a continuar con esos esfuerzos.
El primer párrafo cita tres ejemplos
importantes de ayuda encubierta: Angola, Nicaragua y Cuba. En realidad,
cada uno fue una importante operación terrorista lanzada por Estados Unidos.
Angola fue invadida por Sudáfrica, que, según
Washington, se defendía de uno de los más notorios grupos terroristas del
mundo: el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela. Eso fue en 1988.
Para entonces el gobierno de Ronald Reagan
estaba prácticamente solo en su apoyo al régimen del apartheid, incluso
violando las sanciones que su propio Congreso había impuesto al incremento del
comercio con su aliado sudafricano.
Washington se unió a Sudáfrica en dar apoyo
crucial al ejército terrorista Unita de Jonas Savimbi en Angola. Continuó
haciéndolo incluso después de que Savimbi sufrió una rotunda derrota en una
elección libre y cuidadosamente vigilada, y de que Sudáfrica le había retirado
el respaldo.
Savimbi era un monstruo cuya ambición de
poder había llevado abrumadora miseria a su pueblo, en palabras de Marrack
Goulding, embajador británico en Angola.
Las consecuencias fueron horrendas. Una
investigación de la ONU en 1989 estimó que las depredaciones sudafricanas
provocaron 1.5 millones de muertes en países vecinos, sin mencionar lo que
ocurría en Sudáfrica misma. Fuerzas cubanas finalmente vencieron a los
agresores sudafricanos y los obligaron a retirarse de Namibia, la cual habían
ocupado ilegalmente. Sólo Estados Unidos siguió apoyando al monstruo Savimbi.
En Cuba, después de la fallida invasión de
Bahía de Cochinos en 1961, el entonces presidente estadunidense John F. Kennedy
lanzó una campaña asesina y destructiva para llevar los terrores de la
Tierra a Cuba, según palabras del historiador Arthur Schlesinger, aliado
cercano del mandatario, en su biografía semioficial de Robert Kennedy, a quien
se asignó la responsabilidad de esa guerra terrorista.
Las atrocidades contra Cuba fueron graves.
Los planes consideraban que el terrorismo culminara en un levantamiento en
octubre de 1962, que daría pie a una invasión estadunidense. Hoy día la
academia reconoce que esa fue una de las razones por las que el entonces primer
ministro soviético Nikita Jrushchov emplazó misiles en Cuba, con lo que se
produjo una crisis que se acercó peligrosamente a una guerra nuclear. El
entonces secretario de la Defensa Robert McNamara concedió más tarde que si él
hubiera sido un gobernante cubano, habría esperado una invasión
estadunidense.
Los ataques terroristas contra Cuba
continuaron durante más de 30 años. Desde luego, el costo para los cubanos fue
severo. Los recuentos de víctimas, de los que apenas si se oye en Estados
Unidos, fueron dados a conocer en detalle por primera vez en un estudio del
experto canadiense Keith Bolender, Voices From the Other Side: an Oral
History of Terrorism Against Cuba (Voces desde el otro lado: historia oral
del terrorismo contra Cuba), en 2010.
El saldo de la prolongada guerra terrorista
fue amplificado por un sofocante embargo, que continúa a la fecha en desafío al
mundo. El 28 de octubre pasado, la Asamblea General de la ONU avaló, por
vigésimo tercera vez, la necesidad de poner fin al bloqueo económico,
comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba. La votación fue de
188 a dos (Estados Unidos e Israel) y tres abstenciones de subordinados isleños
de Estados Unidos en el Pacífico.
Hoy día existe cierta oposición al embargo en
altos estratos estadunidenses, informa ABC News, porque ya no es
útil (citando el libro reciente de Hillary Clinton, Hard Choices). El
experto francés Salim Lamrani pasa revista a los aciagos costos para los
cubanos en su libro de 2013 La guerra económica contra Cuba.
Apenas si hace falta mencionar a Nicaragua.
La guerra terrorista de Ronald Reagan fue condenada por el Tribunal
Internacional de La Haya, que ordenó a Estados Unidos poner fin a su uso
ilegal de la fuerza y pagar sustanciales reparaciones de daños.
Washington respondió intensificando la guerra
y vetando una resolución del Consejo de Seguridad que llamaba a todos los
estados –con dedicatoria a Estados Unidos– a observar el derecho internacional.
Otro ejemplo de terrorismo se conmemorará el
16 de noviembre, en el 25 aniversario del asesinato de seis sacerdotes jesuitas
en San Salvador por una unidad terrorista del ejército salvadoreño, armada y
entrenada por Estados Unidos. Bajo las órdenes del alto mando militar, los
soldados irrumpieron en la universidad jesuita para dar muerte a los sacerdotes
y a todo testigo, incluidas su ama de llaves y la hija de ésta.
Este suceso culminó las guerras terroristas
de Estados Unidos en Centroamérica en la década de 1980, aunque sus efectos aún
ocupan las primeras planas, en los informes acerca de los inmigrantes
ilegales, que en buena medida huyen de las consecuencias de aquella carnicería
y son deportados de Estados Unidos para sobrevivir, si pueden, en las ruinas de
sus países de origen.
Washington también ha surgido como el campeón
mundial en generar terror. El ex analista de la CIA Paul Pillar advierte sobre
el impacto generador de resentimiento de los ataques de Estados
Unidos en Siria, que podrían inducir aún más a las organizaciones yihadistas
Jabhat al-Nusra y Estado Islámico a reparar su ruptura del año pasado y
hacer campaña conjunta contra la intervención estadunidense, presentándola como
una guerra contra el Islam.
Esa es ahora una consecuencia familiar de las
operaciones estadunidenses, que han ayudado a propagar el yihadismo de un
rincón de Afganistán a gran parte del planeta.
La manifestación más temible del yihadismo
hoy día es el Estado Islámico, o Isil, que ha establecido su califato asesino
en vastas zonas de Irak y Siria.
Creo que Estados Unidos es uno de los
creadores claves de esta organización, asevera el ex analista de la CIA Graham
Fuller, prominente comentarista sobre aquella región. Estados Unidos no
planeó la formación del Isil, pero sus intervenciones destructivas en Medio
Oriente y la guerra en Irak fueron las causas básicas del nacimiento del Isil,
añade.
A esto podríamos agregar la mayor campaña
terrorista del orbe: el proyecto global de asesinato
de terroristas lanzado por Obama. El impacto generador de
resentimiento de esos ataques con drones y con fuerzas
especiales debe de ser bastante conocido para requerir mayor comentario.
Todo esto constituye un registro que hay que
contemplar con cierto horror.
(*) Noam
Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge. Su libro más reciente es Masters
of Mankind: Essays and Lectures, 1969-2013.
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