LOS
TAMBORES DE LA GUERRA(*)
(Por
Fabián Escalante Font)
Ya se escucha el fuerte sonido de los
tambores. No el de nuestros aborígenes caribeños o del sur del continente, que
en celebraciones y protestas vibran al son de sus reclamos o consignas. Estos
que ahora se escuchan son los redoblados por el Imperio Norteamericano, que se
apresta a lanzar una ofensiva generalizada contra nuestros pueblos, al sur del
Rio Grande.
No, no están conformes con el estado de cosas
al que se enfrentan. Pensaron que con un nuevo liberalismo encabezado por los
Bolsonaro, Piñera, Abdo Benítez, Duque, Moreno, Hernández, Bukele, Giammattei y
otras malas hierbas habían liquidado o al menos contenido la resistencia de
nuestros pueblos. Pero no ha sido así. Las próximas elecciones en el Ecuador,
incluso en el legendario Perú, pueden fortalecer un bloque de países
progresistas integrado ya por México, Argentina, Bolivia, Venezuela, Nicaragua
y Cuba y proporcionar un golpe demoledor al “ministerio de colonias” yanki, la
OEA, restableciendo una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños,
libre de tutelajes imperiales.
Precisamente a ello se debe el recorrido que
en estos días inicia por la Argentina el jefe del comando sur de Estados
Unidos, Almirante Craig Faller y cuyo objetivo central es la agresión a la
hermana República Bolivariana de Venezuela, en tanto, su estrecho aliado,
abastecedor seguro de cocaína, el que mantiene ocupado con 7 bases militares, y
un rio de millones de dólares, no ha podido doblegar al valeroso pueblo de
Bolívar y Chávez.
El Almirante pretende construir un frente de
guerra, con Brasil y sus militares golpistas al frente y al menos neutralizar a
los países del Sur. Sería una acción militar combinada por ambas fronteras
venezolanas, que liquidara al estilo de los ejércitos hitlerianos, de un golpe,
la resistencia de sus fuerzas armadas, sus milicias y al pueblo organizado,
algo que, es impensable, porque cuando un pueblo asume su dignidad, defensa y
soberanía es capaz, como los espartanos de la antigua Grecia de vencer y
derrotar los invasores de Darío en las Termopilas. Y estamos seguros, de que
nuestros hermanos de punta a punta del continente, los derrotarán enarbolando
el sable de Bolívar y el verbo y la acción de Chávez, Kirchner, Evo, Correa,
Lula, Dilma y todos los combatientes que nos antecedieron.
Los objetivos estratégicos del Imperio,
continúan siendo los mismos, aun después de Trump, ahora con Biden. Ellos saben
que están derrotados estratégicamente no solo militar, sino económicamente.
Rusia, China e Irán le han plantado cara y aceptado el reto. La otrora poderosa
Unión Europea, devenida en “perrito faldero” de Norteamérica, se encuentra como
decía un chiste español de mis tiempos: “como el curro en la fiesta, que no se
puede ir, ni tampoco quedarse”, amarrada por importantes intereses económicos a
Rusia y el acceso a un mercado chino inagotable, innovador y barato. Sin
embargo, acusa, ataca, calumnia y amenaza a nuestros pueblos: le sirven de
comparsa al Imperio en su novedosa ofensiva latinoamericana.
Por su parte, los yankis han preparado lo que
han denominado guerra de cuarta generación, que en dos palabras, asume todas
las modalidades empleadas hasta entonces por los “señores de la guerra”. Entre
ellas, la poderosa “guerra sicológica”, es decir, el ablandamiento de la
conciencia de nuestros pueblos, con el objetivo de confundir, engañar,
manipular, sus sentimientos, opiniones y conductas, en suma anular su
conciencia social, su rebeldía, su historia de luchas, sus anhelos por un
porvenir que no dependa de esas dramáticas caravanas de emigrantes obligados
por el hambre y engañados por la propaganda, que marchan hacia el Norte, en
busca de un futuro mejor.
El escenario político militar se prepara
activamente. No es de extrañar que pronto aparezca en la frontera venezolano
colombiana un Juan Guaidó con casco de guerra y empuñando un fusil, imagino que
de palo, pues el otro lastimaría sus cuidadas manos.
Sin embargo, en Cuba, en su ejemplo, en sus
hombres y mujeres, continúa la responsabilidad de proteger la llama de la
Revolución continental. Por ello, el nuevo gobierno yanki encabezado por Biden
no se apura en revisar su política hacia nuestro país, quizás esperando que
ocurra el milagro de un desmerengamiento al estilo de la Europa del Este de los
años 90. ¿Por qué? Ellos saben que pésele a quien le pese, Cuba continúa siendo
el faro de luz que encendiera Fidel Castro aquella gloriosa mañana del 1ero de
enero de 1959; solidaria, cuando da a otros lo que no tiene, la vencedora de
Girón, de la Crisis de Octubre y mil batallas, la de las brigadas Henry Reeve,
la de los programas de alfabetización “yo sí puedo”, la de las operaciones
sanitarias Milagros y Barrio Adentro, la del combate al Ebola, la que venció
junto a sus hermanos angolanos y Namibios al odioso apartheid en África del
Sur, la del eterno Comandante en Jefe, aquel que en su testamento político, nos
indicó, entre otras, dos ideas esenciales, como si su obra no fuera monumental,
inigualable: cámbiese todo lo que deba ser cambiado, puntualizando, Revolución
es sentido del momento histórico. Y es ese, el sentido de este momento, el que
señala el camino, cambiando, renovando, atrayendo a las nuevas generaciones de
cubanos a este combate desigual y a la vez victorioso.
A fuerza de luchas y combates, los cubanos
tenemos alguna experiencia en estas lides, no en balde Estados Unidos nos ha
bloqueado, agredido, aterrorizado, lanzado campañas terroristas y de toda
índole por más de 60 años. No creo que existan precedentes en la historia de la
Humanidad. Claro, ahora nos encontramos en una situación particular, en un
proceso de tránsito generacional, acosados económica y políticamente, sufriendo
al igual que la Humanidad una de las más terribles pandemias conocidas por
siglos.
La guerra sicológica fue la primera receta
empleada contra la Revolución cubana, aprovechando el analfabetismo aun
existente, los prejuicios con el socialismo y las esperanzas vanas con las
cuales sus medios machacaban a nuestra población con el “sueño americano”, la
sociedad de consumo desarrollada como el “dorado” que debíamos alcanzar.
A penas unas semanas después del triunfo de
la Revolución, Estados Unidos y su Agencia de Informaciones acusó a Cuba de
“violar” los derechos humanos de los asesinos y torturadores detenidos. Sin
embargo, aquellos criminales de guerra eran juzgados por sus asesinatos, en
tribunales, en los cuales se les garantizaba el debido proceso y eran públicos
y televisados.
El Imperio orquestó a todos los medios
masivos de difusión existentes en el país, aún en manos de la oligarquía
criolla, para hacer coro a sus consignas y no contento con esto, construyó en
una isla del caribe hondureño una poderosa planta radial de 50 KW de potencia
que transmitía las 24 horas del día, encadenando en horarios estelares, las
radio emisoras de la Florida, transmitiendo mensajes aterradores al pueblo
cubano, sobre los objetivos de la Revolución, sus líderes y el proyecto
político, social y económico que se estaba poniendo en marcha. La falsa ley
sobre la Patria Potestad, hizo creer a un sector de la población que el Estado
le quitaría la atribución a los padres sobre sus hijos, provocando el éxodo a
Estados Unidos, de más de 15,000 infantes, que muchos jamás se reencontraron.
El siglo XXI y la aparición de la Internet y
las redes sociales van a cambiar dramáticamente estas operaciones de guerra
sicológicas, o mejor sus conceptos y estrategias. Se podría decir, que se han
masificado las acciones de guerra sicológica y cualquier persona con un
teléfono con acceso a la red, puede participar en ella.
Estados Unidos y sus aliados, desde mucho
antes, habían creado “laboratorios” para dirigir y orientar las acciones que en
este sentido se proponían, por cierto, gracias en cierta medida, a su funesta y
fracasada experiencia contra la Revolución cubana. La USAID, NED, Freedom
House, Reporteros sin Fronteras, la fundación Albert Einstein, etc. los cuales
son abastecidos económicamente por el Congreso de ese país, organizan programas
que van dirigidos hacia sectores específicos de la sociedad. Ello no es
aleatorio, sino resultado de un estudio “científico” que busca las debilidades,
nuestros errores, los flancos descuidados, para entonces dirigir el golpe en
esa dirección.
En nuestro caso, temas como el cansancio, el
agotamiento social, “hasta cuándo hay que sacrificarse”, “cuándo la Revolución
va a satisfacer todas las necesidades de la población”, “cuándo podemos tener
apartamentos de lujo y autos de último modelo”, son conceptos con los cuales
han estado martillando la conciencia de nuestras jóvenes generaciones, como si
alcanzarlo fuera posible, como si alguna sociedad en el Mundo lo hubiera
logrado, como si el trabajo, diario y esforzado no fuera la única fuente de
satisfacción al menos de las necesidades inmediatas, y como si la sociedad
cubana, ésta que tenemos, no tuviera uno de los estándares sociales más
elevados en nuestro continente, como si la seguridad social, la salud, la
educación en todos los niveles, el desarrollo de la cultura en sus múltiples
esferas, la nutrición básica, la seguridad ciudadana, la vacunación temprana de
los infantes, el desarrollo científico alcanzado, con la organización del
enfrentamiento a la pandemia del covid, con la SOLIDARIDAD a otros pueblos que
en más de 60 años hemos brindado, porque no hemos dado lo que nos sobra, sino
que como indicó el Nazareno, compartimos lo que tenemos, lo poco que tenemos. Y
creo que ello no tiene comparación alguna con ningún otro ejemplo pasado, de un
pueblo que construye o intenta construir una sociedad más justa, humana y
equitativa, rodeado, agredido, bloqueado. No, no recuerdo otro en la historia
de la humanidad. Hoy estamos en proceso producir cinco vacunas contra el covid.
Imaginar que este pequeño país, cercado y agredido pueda hacer algo tan
importante como ello, que salvará millones de vidas, porque como siempre, Cuba
solidaria, no piensa hacerse millonaria, -como sí aspiran los grandes
consorcios farmacéuticos que hoy producen vacunas-, sino ayudar a sus hermanos,
a nuestros pueblos, porque ese fue el legado de Martí y de Fidel, su trabajo,
cuando dijo que este pueblo sería de hombres de ciencias y además forjó las
condiciones para ello.
Los contrarrevolucionarios de los primeros
años, tenían que abastecerse de armas y explosivos para actuar, correr riesgos,
atacar, dar la cara de manera frontal, sin embargo eso ha cambiado en esta
época. Ahora, se hacen periodistas “independientes” en Internet para sus
reportajes y noticias calumniosas, otros más arriesgados se inscriben en
programas de las organizaciones antes citadas y proponen ladinamente cuáles
deben ser los focos de las agresiones contra su Patria, nuestros costados
débiles, presentando un proyecto en el que se explica detalladamente cómo
organizar la agresión, una “disidencia”, acciones plásticas, protestas de
jóvenes “artistas” descontentos etc., para que les paguen el presupuesto y
entonces con ese dinero, actuar. El denominado Movimiento de San Isidro es un
ejemplo en el cual un sujeto, que no tiene nociones de arte, se sienta en un
inodoro, arropado con las banderas cubanas y norteamericanas y proclama el acto
como un hecho cultural, de protesta antigubernamental.
Y entonces, comienza el maratón de noticias
falsas: violación de derechos humanos, reportajes acusatorios de “periodistas
independientes”, memes burlando a los dirigentes en las redes, canciones
compuestas por artistas conocidos que en su exilio dorado y pagado, producen
música y letras para darle “color” y voz a las “protestas” contra el “régimen
cubano”
El escenario está listo. Antes, Trump, en sus
últimos días, nos declaró un Estado terroristaas- y ahora aparece el Secretario
de Estado norteamericano con un informe donde afirma que en Cuba se violan los
derechos humanos y por tanto, se infiere, o infiero, que ninguna de las 242
medidas anticubanas tomadas por el anterior presidente contra este pequeño y
agobiado país, serán modificadas, si no se hace concesiones, es decir, se pide
perdón, se arrodilla e implora al nuevo emperador-presidente Joe Biden
clemencia y se promete rendirse.
¿Y cuál es el antídoto a estas agresiones, a
esta guerra sicológica, cultural, económica, social, multilateral y total que
ejecuta el enemigo contra nuestro pueblo?
Trincheras de ideas valen más que trincheras
de piedras, nos indicó José Martí, y después, durante esta larga guerra contra
el Imperio, desde aquellas trincheras, entablar la Batalla de Ideas a la cual
nos convocó Fidel. A la guerra de ideas nos enfrentamos con las ideas, con la
verdad, con el desarrollo de la conciencia revolucionaria, comprendiendo el
momento histórico, defendiendo la unidad nacional, -quebrarla es el objetivo
enemigo-, porque sin esa unidad estamos perdidos, criticando todo lo que deba
ser criticado, rectificando todo lo que deba serlo, armando esa conciencia con
pensamiento novedoso e incorporando a las nuevas generaciones, que aportan sus
ideas, que tienen su óptica, positiva por demás, -aunque distinta a la nuestra,
ya un poco desgastada en los combates-, sin continuismo pero con continuidad,
con renovación, utilizando todo el caudal de las organizaciones sociales,
sindicales, fraternales, en fin todas, armándolas de los conceptos e ideas de
nuestro socialismo, con las que Fidel, tan vigente hoy, nos indica el camino.
Hoy más que nunca debemos combatir a la
ofensiva, no dejar que el enemigo nos rodee, dentro del cerco que el bloqueo
impuso, porque dentro del mismo nos aniquilan. Llevar el combate a su propio
terreno, allí donde precisamente no nos esperan. Usar el estilo guerrillero que
nos legó el Ché y Fidel. Recordar, que cada cual debe tener el derecho a
defender la Revolución cómo sabe, como puede, con las uñas si es preciso, sin
dogmas, desde sus propias ideas y trincheras.
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