(Por Carlos Aletto - Télam S.E.)
En su nuevo libro editado por Marea,
"Por qué Ucrania", el pensador, filósofo y lingüista estadounidense
Noam Chomsky se aleja de la mirada hegemónica occidental para analizar los
matices de la invasión rusa que ya lleva siete meses.
Habituado a expedirse sobre conflictos
bélicos y procesos de hegemonía geopolítica, el lingüista, filósofo e
intelectual estadounidense Noam Chomsky ofrece en el libro Por
qué Ucrania una serie de entrevistas en las que a siete meses de
la invasión a Ucrania ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin plantea
las razones que subyacen detrás de la guerra y sostiene que Estados Unidos
debe renunciar a un estilo de hacer política, consolidado desde los años
cincuenta, y sentarse a la mesa en la que se negocia la paz.
La editorial Marea reúne en este libro
algunas de las entrevistas a Chomsky que giran en torno a la invasión de Rusia
a Ucrania y que fueron publicadas originalmente en Truthout, una organización
de noticias sin fines de lucro dedicada a proporcionar reportajes y comentarios
independientes sobre una amplia gama de temas de justicia social. Para la
segunda parte del libro, la dirección editorial a cargo de Constanza
Brunet incluyó algunos de los textos de la sección “Europa en Crisis.
Diario del conflicto ruso-ucraniano” escritos por Pablo Bustinduy.
Lo interesante de Truthout es que su línea
editorial señala que “trabaja para provocar la acción al revelar la injusticia
sistémica y proporcionar una plataforma para ideas progresistas y
transformadoras, a través de informes de investigación profundos y análisis
críticos” y “para permanecer libre de prejuicios y adherirse a altos estándares
editoriales, no acepta publicidad ni respaldo corporativo”.
“Este conflicto nos enseña mucho sobre la
cultura dominante porque el ‘grotesco experimento’ se considera altamente
elogiable, y porque cualquier esfuerzo por criticarlo se silencia o se
castiga duramente con un impresionante torrente de mentiras y engaños”, señala
Chomsky en relación a la guerra entre Rusia y Ucrania, que ya lleva siete
meses.
El lingüista explica que la amenaza que
siente Rusia es la que lleva al actuar de este país contra la ampliación de la
OTAN: “Hay una manera muy sencilla de solucionar lo del despliegue de tropas:
no desplegarlas. Además, desplegarlas no tiene ninguna justificación.
Estados Unidos puede afirmar que son armas defensivas, pero -evidentemente-
Rusia lo ve de manera diferente, y no le falta razón.”
Para Chomsky el mundo conoce bien a los
Estados Unidos “como modelo de devoción al respeto de la soberanía, sobre todo
en los tres casos que, más que otros, han enfadado a Rusia: Irak, Libia y
Kosovo-Serbia”, ironiza el pensador. “De Irak no hace falta hablar: el
ataque estadounidense enfadó a casi todos. La propaganda humanitaria de los
americanos ha encubierto el asalto de la OTAN en Libia y Serbia -dos bofetadas
más al poder declinante de Rusia en los años noventa- con virtuosa terminología
humanitria, cuya falsedad queda al descubierto con un atento examen, y que
hemos documentado ampliamente en otros escritos”, remarca.
“Tampoco hace falta repasar los muchos
precedentes estadounidenses en cuanto a respeto de la soberanía nacional de
terceros países”, reflexiona con esta fuerte autocrítica. Con otra ironía
también deja en claro su postura. Señala que la doctrina oficial de
Estados Unidos “impone que afrontemos la gravísima amenaza que es China y
mantengamos una posición firme sobre Ucrania, mientras Europa vacila y Ucrania
pide calma e intentar la vía diplomática”.
“Afortunadamente para el mundo, Washington se
mantiene firme a la hora de defender lo que es justo, aunque se haya quedado
aislado, como cuando invade noblemente a Irak y estrangula a Cuba no obstante
la casi unánime oposición internacional, por recordar solo dos de los
muchísimos ejemplos”, precisa.
La primera de las entrevistas que integran el
volumen data de diciembre de 2018 y fue realizada por Valentina Nicolì,
quien está a cargo de las ediciones de las conversaciones con Chomsky: “Europa
unida: fronteras geográficas y limitaciones políticas”, desde el título de
alguna forma resume la postura del intelectual estadounidense nacido en
Filadelfia, en 1928.
Las otras siete entrevistas realizadas entre
febrero y mayo del 2002 por el politólogo y economista político C.J.
Polychroniou dejan en cada título una postura ideológica en contra de
las políticas internacionales de su país natal: “El irracional modo de actuar
de Estados Unidos”, “La voluntad de poder de Estados Unidos y el conflicto en
Ucrania”, “Nadie vencerá en caso de escalada militar”, “Los riesgos
incalculables de una zona no-fly”, “Estados Unidos y las conversaciones de
paz”, “Guerra atómica y guerra justa” y “Estados Unidos prioriza el
enfrentamiento con Rusia, no defender la vida de los ucranianos”.
Para Chomsky, la postura punitivista de Occidente
puede deberse a un deseo de cambio del régimen político ruso. Pero advierte:
"Es bastante probable que, en el caso de que Putin pierda el poder, lo
ocupe alguien peor". (REUTERS)
Durante los conflictos bélicos no hay
noticias, hay propaganda política. Existe una seria invasión a Ucrania,
condenable, como una condenable invasión monolítica de noticias direccionadas
en un solo sentido. Chomsky sale a enfrentar con su voz nonagenaria, de hombre
informado y con una coherencia ideológica respetable, esa voz monolítica, en
contra del discurso dominante de occidente.
En sus respuestas está claro que las noticias
que advierten de movilización de tropas rusas dispuestas a invadir Ucrania son
un acontecimiento mediático desde la crisis de 2014, con reportajes puntuales
que hablan de decenas de miles, o cientos de miles, de soldados rusos prontos a
atacar: “Hoy, estas llamadas de alarma son mucho más insistentes y contienen
una mezcla de miedo y de escarnio hacia ‘Mad Vlad’ (Vladímir el loco),
como lo llaman ellos”, explica en la entrevista del 16 de febrero de 2022.
Para la protección de las víctimas de la
“guerra” Chomsky propone obligar a “los poderosos a que cejen en los
crímenes o, en un horizonte temporal más largo, debilitando el poder de los
poderosos”. Y señala que esto es lo que miles de “rusos valientes hacen ahora
con el loable esfuerzo que llevan a cabo para parar la guerra de Putin”. Y
agrega: “como han hecho los estadounidenses cuando han protestado contra los
muchos crímenes cometidos por su Estado (arriesgándose a una represión mucho
menos fuerte) con buenos resultados, aunque insuficientes”.
Para Chomsky se pueden adoptar medidas para
construir un orden mundial menos peligroso y más humano: “A pesar de todos sus
defectos, la Unión Europea ha dado pasos adelante. Lo mismo se puede decir de
la Unión Africana, por muy limitada que siga siendo. Y, en el hemisferio
occidental, lo mismo se puede decir de iniciativas como la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(Celac). Esta última busca una integración latinoamericana-caribeña
independiente de la Organización de Estados Americanos (OEA) dominada por
Estados Unidos”.
El pensador también hipotetiza sobre las
razones por las que Estados Unidos y Reino Unido insisten tanto en las medidas
militares y punitivas, y sobre por qué rechazan adoptar una actitud sensata
para acabar con la tragedia. Chomsky supone que quizá se esconda detrás la
confianza de un cambio de régimen: “Si es así, no solo se trata de una actitud
criminal, sino también de algo estúpido. Criminal porque perpetúa la
violencia y reduce la esperanza de acabar con la guerra; estúpido porque es
bastante probable que, en el caso de que Putin pierda el poder, lo ocupe
alguien peor. Es un paradigma recurrente en la decapitación de los líderes de
organizaciones criminales”. Un miedo a un futuro incierto, más violento en
nombre de la libertad y más reprimido en nombre de la violencia.
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