Pocas veces uno tiene la posibilidad de confrontar con su pasado, uno tiene derecho a cambiar de opinión, sobre todo cuando tu experiencia vivida te dicta una conducta o una manera de pensar distinta. Siempre he tenido este pensamiento anterior taladrándome la sien, me preocupa la “coherencia” en la vida, a otro le podrá importar un bledo esa condición, pero más allá que esta bueno “el cambio” como idea, la coherencia es un concepto filosófico que me gustaría conservar, es algo que me mantiene en pie, y me hace reflexionar que “valió la pena” vivir nuestra minúscula existencia, al menos.
Lo que
dejo a continuación fue una reflexión escrita en febrero de 2015, me sigue
gustando coincidir con aquellas ideas…
SOCIALISMO Y CAPITALISMO, CAPITALISMO Y SOCIALISMO
No voy a dar una conclusión definitiva sobre
estos conceptos porque no tengo la altura intelectual para ello, y mucho menos
embarcarme en una simpleza de ladridos mecánicos para preponderar uno u otro
tipo de sistema, y en tal caso, más de uno dirá “porque no te callas” entonces,
sin embargo pienso, que los que miramos desde el suelo y los que sufrimos los
embates de los mesiánicos que “supuestamente” la tienen clara de cómo es una
cosa y la otra, tenemos derecho a reflexionar así a lo “bestia” que
pensamos de las sociedades que nos ha tocado vivir.
Hasta los 37 años viví bajo la “lupa” del
Socialismo REAL en Cuba, un socialismo sui generis que ha pasado por distintas
etapas, desde la más idílica y utópica, pasando por la mas centralizada y
estalinista posible, llegando al inmovilismo total y finalmente a una
resurrección, que todavía no sabemos cómo termina, es decir animadita la cosa,
como para no perderse el show en primera fila., todo eso en apenas 55 años de
historia humana, NADA en comparación con el tiempo del universo, pero bastante
importante para un niño que nació el 1 de Enero de 1959, y que con buena suerte
y rabia puede llegar a los 80 años. Una Sociedad en que sin dudas nos dieron
participación por primera vez a los de abajo, aunque siempre “bajo la atenta
mirada” de los que concibieron el proyecto de país y que con muchas falencias
nos hicieron creer que “ellos” si la tenían clara para llevar la prosperidad y
felicidad a los del suelo como uno. La clase dirigente en Cuba se arrogo el
derecho de pensar por todos, de cultivar una ideología dogmatica en su
proyección práctica, la cual por sí sola no trajo mas frijoles y arroz al
pueblo, fuimos dirigidos, para no equivocarnos, el intento siempre tenía que
ser avalado “por los de arriba” y los de arriba demostraron no ser Dioses del
Olimpo, aunque su enfática propaganda nos demostraba a diario lo contrario.
Pero hay cosas para rescatar aun en medio de nuestras calamidades, y una de ellas podría ser, habernos colocado (“los de arriba”) en la posición de país independiente y soberano, que no es poca cosa, al ver cómo está el Mundo actual, haber llevado la cultura y acabar con el analfabetismo en un país tan pobre como Cuba. Con estas dos cosas solamente es posible que para muchos (entre los que me encuentro) valiera la pena tener un Socialismo como el que tuvimos, y consagrar el 46 % de la vida, pasando y permitiendo muchas otras calamidades, que para muchos serán de menor cuantía.
Hace 14 años vivo bajo la “lupa” del
Capitalismo REAL en Argentina, un Capitalismo sui generis que ha pasado por
distintas etapas, desde la más entreguista y brutal, pasando por la mas
neoliberal posible, llegando a la “populista” y corrupta, es decir animadita la
cosa, como para no perderse el show en primera fila, todo esto en apenas 200
años de historia humana, NADA en comparación con el tiempo del universo, pero
bastante importante para la vida de un hombre que apenas puede llegar a los 80
años. Llegue a este país cuando se avizoraba una crisis de gran tamaño, como
mas tarde ocurrió en el 2001, conocí por primera vez lo que es ser desempleado,
no ya ganar un sueldo que apenas te alcanzaba como en Cuba, sino simplemente no
tener donde trabajar y ganarte tu sustento. Mientras tanto “los de arriba”, se
disputaba el poder para controlar la tajada que se reparte en esos niveles, eso
sí, “tenia libertad de expresión”, podía discutir con desenfado mi punto de
vista sin consecuencias laborales y hasta mencionar no cariñosamente los
progenitores de los cinco presidentes que se sucedieron en apenas unos meses.
Ha sido una sociedad donde “los de arriba” nunca han tenido “la atenta mirada”
a los del suelo como uno.
Pero hay cosas para rescatar aun en medio de
nuestras calamidades, y una de ellas podría ser que los que hoy “están allá
arriba”, se preocuparon por desarrollar la industria nacional, por acabar con
el neoliberalismo más feroz, por incluir mas y mas personas a los sistema de
salud y educación, por invertir en la ciencia y la tecnología. Con estas cosas,
es posible que para muchos (entre los que me encuentro) valiera la pena el
último gobierno de la Argentina Capitalista que próximamente va a terminar, y
consagrar el 17.5 % de la vida, pasando y permitiendo muchas otras calamidades,
tal vez no a mi específicamente, pero si a un numero grande de personas, que
aun hoy siguen en la más extrema pobreza.
En este recorrido mío, del 63.75% de mi
vida ( si es que llego a los 80 años), he pertenecido siempre a los del suelo,
y he mirado con recelo “a los de arriba”, no creo en las varitas mágicas, ni en
los mesías de turno, no hemos construido todavía una sociedad en que no haya
“los de arriba” que decidan todo, y no visualizo en el corto plazo, que se
construya una sociedad donde “los del suelo” sean los verdaderos protagonistas
de la construcción de la sociedad, El Socialismo y El Capitalismo, han dado
muestra de su incompetencia total, y son una demostración más de nuestra
imperfección como raza humana.
Los defensores apostólicos de alguno de los
dos tipo de sistema harán una mueca con lo escrito acá, y se referirán descalificando
lo dicho, como la retórica de un trasnochado en la crisis de los 50 años, no
los juzgaré, cada cual tiene el derecho a pensar lo que quiere, pero solo
aclaro que esto no me impide seguir luchando por la supervivencia en esta
selva, a la que tiernamente le hemos llamado, Planeta Tierra.
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