PEZ RUBIA
Ya se lo difícil que puede ser
para un emigrante, tener que hinchar por un país en las Olimpiadas, a mi me cuesta trabajo, que hace 15 años y 9
meses que vivo en la Argentina, me imagino lo complicado que puede ser para un Iraní,
Somalí o Afgano, que siendo un refugiado político porque lo países “primer Mundo” le hicieron “no
llevadera” su estancia en su país de nacimiento, emigrar a Gran Bretaña o
Estados Unidos, y luego con sus talentos deportivos tienen que representar esa nación
y además estar agradecido de su acogida.
Tengo que ser sincero, y así
se lo he hecho saber a mis compañeros de trabajo, un poco para no traicionar lo
que pienso, en esta Olimpiada más allá
que le estoy gratificado a la Argentina por cómo me ha acogido, apoyo sin vacilación
a mi Cuba. No soy hipócrita, como he dicho en otras ocasiones “soy cubano, pero
no ejerzo”, eso tiene mucho que ver también en lo que nos han hecho sentir a
muchos que han dejado La Habana y también como es mi caso, por una decisión personal, tal vez no me siento a la altura de los cubanos de la isla que luchan cada día
por un país mejor y uno se encuentra ajeno a esa realidad cotidiana.
Me he propuesto un regla básica,
si juega Argentina con cualquier otro país que no sea Cuba, mis sentimientos más
profundos van por el tango y la cumbia sin lugar a dudas, el problema es cuando
se enfrentan ambos países en alguna de las tantas disciplina en esta Olimpiada
de Rio, ahí me viene la historia y las venas que hinchan por el triangulo rojo
y la estrella solitaria.
Este fin de semana suspire
sin aliento cuando faltando 3.6 segundos, un triple en Básquet le daba la
chance a la Argentina de seguir jugando ante un Brasil implacable, logrando
finalmente una ganada sin precedente. Cuando Martin del Potro perdía por 3 a 2
frente a Murray, cruzaba dedos y hacia mis conjuros gitanos para que el
argentino ganara. Sin embargo cuando Mijain Lopez Nuñez
daba esa volcada espectacular al turco Riza, yo que cocinaba para ese entonces,
hice que mi carne con papa (un clásico de
la gitana Lisso), homenajeara a un atleta cubano que me hacia parte de esa Isla
a 6500 km de mi cocina.
Algo he comprobado en estos días,
los cubanos gracias a la Revolución Cubana no solo hemos recibido educación y
salud, nuestra cultura del deporte mundial es muy superior a la media en cualquier
parte del Mundo, entonces me vino a la mente ese 1976 y la Olimpiada de Montreal,
donde yo con apenas 13 años, desde la mañana a la noche seguía las trasmisiones
por la televisión cubana de aquella cita Mundial del deporte y pude darme cuenta que una Nadia Cumaneci,
con apenas un año más que yo haría historia en el Mundo de los deportes.
- ¿Y qué es eso que se echan
en las manos los pesistas?, me preguntaba mi mujer viendo al iraní Moradi levantando
182 kg en arrancada.
- Pez rubia, me salió de una
sin pensarlo.
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