LOS
ENEMIGOS DEL PUEBLO
(Por Horacio Rovelli, en “El Cohete a la Luna”)
Edvard Munch, La muerte de Marat
Jean-Paul Marat fue un médico e
investigador de prestigio en la Francia de Luis XVI. Cuando el Rey llamó a la
reunión de los Estados Generales, ante la bancarrota del reino, Marat dejó todo
para ser uno de sus principales activistas.
Creó un periódico que denominó “L’Ami du
peuple”, desde donde combatió a la nobleza y al clero por sus privilegios y
defendió a la revolución. Todos sus escritos tenían como objetivo decir la
verdad, poniendo en claro qué pretendían los ricos y cuáles debían ser las
posiciones de la población en defensa de sí misma y del futuro. Abogó por la
abolición de la monarquía, fue uno de los mentores de la Declaración de los
Derechos del Hombre y uno de los principales forjadores de la República
Francesa.
Salvando el tiempo y la distancia, en la
historia de la humanidad siempre sucede un sector que quiere sojuzgar al otro,
lo decía Maquiavelo en El Príncipe: «El del pueblo es un fin más
honesto que el de los ricos y poderosos, ya que estos quieren oprimir y aquel
no ser oprimido”.
En la Argentina, desde antes que naciera
—cuando era colonia—, existió siempre un sector que usufructuó la dominación y
que se alió a fuerzas extranjeras para consolidar ese dominio. Por eso observamos
en la actualidad, por ejemplo, la posición de los fondos de cobertura como
BlackRock, Fidelity, PIMCO, Vanguard, Gramercy, Franklin Templeton, Fintech,
etc. Pretenden cobrar una fortuna a costa del país, de una deuda que en su
menor parte le prestaron directamente al gobierno argentino y en condiciones de
usura, posibilitadas por la administración de Cambiemos que en su mayor
proporción compraron a precio vil en los mercados secundarios del mundo. Ante
la cesación de pagos argentina del 22 de abril de 2020, proponen salidas
encubiertas que los benefician y los grandes medios las esconden e incluso
proclaman que la diferencia es mínima, cuando la Oficina del Congreso de la
Nación Argentina hace un cuadro comparativo de las alternativas y es abismal.
Existe una fuerte relación entre los
principales poseedores de los 86.200 millones de dólares que conforman la fuga
en la gestión Cambiemos —y que publicara el BCRA en su trabajo “Deuda y
formación de activos externos 2015-2019”— y quien le administra esos fondos. De
allí que los diputados y senadores de Cambiemos se opusieron, esta vez sin
suerte, a que la Comisión Bicameral del Congreso Nacional de
Seguimiento y control de la Deuda Externa
aprobara investigar la política de endeudamiento durante la gestión de Mauricio
Macri y la fuga de capitales, bajo el fundamento sostenido por el diputado
Carlos Heller: «Si no constituyen utilidades remitidas ni es pago de deuda, ¿de
dónde salieron, cómo se generaron esas divisas que se fugaron? ¿Cuántos de esos
movimientos están dentro de la legalidad y cuántos obedecen a ilícitos como el
lavado de dinero?»
El marco propicio lo creó el gobierno de
Cambiemos, que en diciembre de 2015 eliminó el Programa de Consulta de
Operaciones Cambiarias de la AFIP y elevó el máximo a comprar a dos millones de
dólares mensuales para las personas físicas y jurídicas. En mayo de 2016 lo
elevaron a cinco millones de dólares y desde agosto de 2016 se liberó
totalmente, hecho que permitió que el 25 de abril de 2018 se fueran en ese solo
día 1.225 millones de dólares a $ 20,20 en promedio por cada dólar.
Esa fuga de capitales la realizaron a través
de grandes bancos privados que desarrollan su actividad en el país. Y eso
explica por qué si en el año 2019 el PIB cayó un 2,2% (aproximadamente unos
8.000 millones de dólares), diez bancos privados nacionales y extranjeros con
filiales en la Argentina, ganaron en ese solo año 2019 unos 8.000 millones de
dólares. Y se debe sumar en esa utilidad obtenida, la creación de instrumentos
financieros (Letras de Cambio, Carta de Créditos) para las operaciones de
comercio exterior y, haberle prestado con un spread sideral al
BCRA en LELIQs (Letras de liquidez del BCRA).
Con el comercio exterior pasa lo mismo, en un
marco de fuerte demanda mundial de alimentos por la pandemia y la obligación de
cumplir la cuarentena. La Sociedad Rural Argentina reconoce que con una
proyección total de la actual campaña de 117.500.000 toneladas, hasta el pasado
13 de mayo 2020, los productores vendieron el 55% de la misma, es decir
64.500.000 toneladas, cuando en 2019 a esta altura del año se había
comercializado el 44%. Son 9.600.000 toneladas más, si se realiza la
comparación interanual. Situación que reafirma y ratifica la Bolsa de Cereales
de Rosario cuando informa con fecha 20 de mayo 2020 que, al computar todos los
granos vendidos de soja, maíz y trigo (los tres principales cultivos) desde
julio pasado hasta ahora, “la cuenta es superior en 11,5 millones de toneladas,
respecto de la campaña anterior, esa diferencia implica 3.270 millones de
dólares más”. A esta altura del año pasado se habían vendido 33,7 millones de
toneladas de la cosecha 2018-2019 y ahora van 45,2 millones de toneladas. En
dólares, la campaña anterior llevaba acumulados 7,5 mil millones y ahora van
10,7 mil millones. De ahí la diferencia de 3.270 millones de dólares a favor de
este ciclo.
Es cierto que tras las elecciones PASO y con
fecha 2 de septiembre de 2019 el gobierno de Cambiemos terminó con el jolgorio
de que las empresas no tuvieran fecha para liquidar las exportaciones. A partir
de esa fecha deben liquidar las divisas de sus ventas al exterior en el mercado
local dentro de los 5 días hábiles posteriores al cobro de la operación, o 180
días después del permiso de embarque. Bien puede ser que gran parte de esas
exportaciones y las próximas se liquiden en la segunda parte del año. Pero la
pregunta obligada es cuándo van a liquidar las exportaciones del periodo 2016
al 1° de septiembre de 2019.
Ante la pandemia que frenó masivamente el
nivel de actividad interna y con ella las importaciones, sumado a la estrategia
de la deuda del Ministro Martín Guzmán de que los bonos en poder del sector
privado no se paguen hasta mayo de 2023, por una parte, y la mayor demanda de
alimentos reseñada, implicarían un fuerte superávit comercial incluso mayor que
el del año pasado que fue de 15.990 millones. Sin embargo, no se está
reflejando en los primeros cuatro meses del año 2020 en que las exportaciones
superaron a las importaciones en solo 4.720 millones de dólares, situación que
demanda que el Estado, a través de la AFIP (que supervisa a las Aduanas) y el
BCRA (que supervisa a los Bancos), ponga la lupa en las operaciones de comercio
internacional.
El camino elegido por el BCRA, que a partir
del 27 de mayo 2020 obliga a que las empresas importadoras soliciten
autorización previa de la autoridad monetaria para acceder al mercado de
cambios para el pago de obligaciones comerciales con el exterior, es controlar
la facturación de las importaciones.
Densidad
nacional
Nuestra burguesía: los Macri, los Mindlin,
los Ratazzi, los Rocca, los Magnetto, los Pagani, los Blaquier, los Madanes
Quintanillas, los Urquía, los Caputo, los Braun, etc. —todos ellos “Grandes
Clientes” de los bancos (y por ende beneficiados por trato diferencial o VIP)—
contaron con la posibilidad de comprar los dólares que quisieron y fugarlos.
Paralelamente obtuvieron favores del Estado, incluso el apoyo para expandirse
en el extranjero como en el caso de Techint y la inauguración de su fábrica de
tubos de acero sin costura para la industria de petróleo y gas no convencional,
que generó más de 1.500 puestos de trabajo en Texas, junto a una inversión de
2.000 millones de dólares para su construcción. Pero en la Argentina, no bien
comenzó la cuarentena, echaron a 1.450 trabajadores.
Todo el déficit fiscal de la administración
nacional y de varias provincias (autorizadas por el Poder Ejecutivo presidido
por Mauricio Macri) se financió con deuda externa. Los Estados (nacional y
provinciales) pagan en pesos a sus proveedores, contratistas, trabajadores,
jubilados y pensionados (las provincias que tienen su propio sistema de
jubilación), por ende, los dólares tomados en deuda se los dieron al BCRA, que
a cambio de ellos emitió pesos y con esos pesos pagan los Estados. Pero el BCRA
es banco de bancos, por lo que en un marco donde el 70 a 75% de las operaciones
del mercado único y libre de cambio (MULC) de la Argentina lo realizan 10
(diez) bancos, garantizaron a esas grandes entidades y a sus clientes VIP la compra
de divisas, que en gran parte después fugaron, en lo que el profesor Eduardo
Basualdo denominó “Endeudar y Fugar”.
Un modelo de endeudamiento y beneficios para
pocos que obligó al pueblo a un sacrificio sin par, reduciendo su consumo y su
trabajo, ahogó a las economías regionales y a las pequeñas y medianas empresas
por la suba que realizaron del precio de las tarifas, de la energía, de los
bienes de uso difundido (cemento, acero, aluminio, etc.) y por la falta de
crédito o el crédito a tasas confiscatorias, todos sectores altamente
concentrados y que conforman el mercado cautivo, con las consecuentes súper
ganancias de sus propietarios.
Aldo Ferrer se equivocaba cuando ponía la
esperanza en la burguesía que tenemos. Lo han demostrado siempre: es una
burguesía de rapiña, apátrida y tonta, a la que sólo le importa acumular
dólares en el exterior aún a costa de que sus empresas valgan menos de la mitad
que en diciembre de 2015 y, lo que es peor, su egoísmo y maldad observa el
problema de la coronavirus y hace lo posible para que no les llegue a ellos,
aunque diezme al pueblo argentino.
Hoy los une a todos la presión sobre el tipo
de cambio para depreciar nuestra moneda. Esto es así por su posicionamiento en
divisas y su rol en las exportaciones, pretenden comprar por la mitad lo que
vale el doble. En eso está unida, como tantas otras veces, la burguesía local
con la cada vez mayor presencia de empresas extranjeras que operan en el país.
Y es funcional a los acreedores que quieren desestabilizar al gobierno e
impedir la solución integral de la deuda y por muchos años que plantea el
Ministro Martín Guzmán.
La
tarea a realizar
La Administración Nacional presentó el
Resultado Fiscal del mes de abril. Por hacer frente a la pandemia e incluso el
Programa de Asistencia estatal para el pago de los salarios (ATP) a los
trabajadores de grandes empresas, tuvo un déficit fiscal del 45,69% del gasto[1], un resultado financiero negativo en $ 266.050
millones, al tipo de cambio oficial unos 3.770 millones de dólares, más del 1%
del PIB. Compromisos que solo puede cubrir al no pagar los servicios de la
deuda externa.
En esa situación, los ricos y poderosos de
este país despotrican contra la ex Presidenta y el gobierno de Alberto
Fernández todo lo que pueden, a fin de minar sus lazos con la población, en su
ya conocida política de aislar y calumniar.
Debemos hacer una prédica constante para
demostrar quiénes son los enemigos del pueblo y apoyar y exigir del gobierno
que avance en la consolidación de la defensa del mercado interno y del trabajo
nacional, cobrarles impuestos a los ricos y seguirlos bien de cerca, porque sus
intereses son la antípoda del pueblo de la Nación.
Ante la inminente invasión a París del
ejército del Rey Luis XVI en septiembre de 1789, Marat llamó al pueblo a
“despertar de su letargo”. Entendía que la única manera de salvar la revolución
era a ir a Versalles y alojar al Rey y a su familia en el Palacio de las
Tullerías, con lo cual el rey como rehén era la garantía de que no se invadiría
París.
Nos falta Marat, pero más nos falta que
nuestro pueblo tome conciencia de la situación. Una parte por desgracia
importante, embrutecida por los medios y por la vida que lleva, repite sin
reflexionar lo que los sectores dominantes quieren que piensen. La primera
proclama de la Revolución francesa nos la dio la Enciclopedia y dice: “Una
sociedad culta que piensa por sí misma es la mejor manera de asegurar el fin
del antiguo régimen”.
Decirnos la verdad, saber quién es quién, son
los primeros pasos para que pensemos por nosotros mismos.
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