LOS
GITANOS, UN PUEBLO VILIPENDIADO
El 8 de Abril de cada año se conmemora el Día
Internacional del Pueblo Gitano, este pueblo milenario surgido del noroeste de
la India, en Punjab, desde el siglo X partió con sus caravanas alegres hacia el
oeste y norte del continente asiático y europeo. Muchas veces alrededor de
ellos se tramaron leyendas e historias místicas que ellos mismos alimentaron,
como protección, pero ha sido un pueblo perseguido y vilipendiado como pocos en
el Mundo.
Muchos piensan que la masacre con los gitanos,
conocida como “El Porrajmos” fue exclusiva
de los nazis, de hecho poco se conoce que ya en 1920 Karl Ludwig Lorenz Binding
(6/4/1841 – 7/4/1920, jurista alemán) y Alfred Erich Hoche ( 1/8/1865 –
16/5/1943 psiquiatra alemán) publican Die Freigabe der Vernichtung
Lebensunwerten Lebens (Libertad para la aniquilación de la vida indigna de la
vida) en el que proponen que los gitanos deben ser esterilizados para que
desaparezcan como pueblo. Esta idea fue asumida por los nazis. A partir de ahí,
los científicos se ocuparon de comprobar que los dogmas antigitanos eran
ciertos y los políticos nazis se ocuparon de dotarlos con leyes que sirvieran
para combatir “la plaga gitana”.
A partir de 1922 todos los gitanos de los
territorios alemanes tenían que ser fotografiados y sus huellas debían ser
tomadas. El 16 de julio de 1926 se publicó una ley que pretendía el control de
“la plaga gitana” y en 1927, en Baviera, se construyeron los primeros campos de
internamiento de gitanos. 8000 primos y primas nuestros fueron encarcelados en
esos campos.
En 1936, se estableció en Viena la
“Zentralstelle zur Bekämpfung des Zigeunerunwesens” (Oficina Central para
Combatir la “Plaga Gitana”).
Entre el 12 y 18 de junio de 1938, ocurrió la
Zigeuneraaufraumungswoche (” la semana de limpieza Gitana “) 700 Gitanos de
todas partes de Alemania y Austria son detenidos, golpeados, y encarcelados en
los campos de concentración de Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen y Lichtenburg.
La policía nazi reune
familias romani de Viena para sus deportaciones en Polonia. Austria,
septiembre-diciembre de 1939. — Dokumentationsarchiv des Oesterreichischen
Widerstandes
La “Semana de Limpieza Gitana”, fue el
preludio de la también tristemente célebre “Noche de los Cristales Rotos” (Kristallnacht)
ocurrida con los judíos el 9 de Noviembre de 1938, cuando “las camisas pardas”
y la población civil que los acompañaron, por ordenes de Hitler y organizado
por Goebbels, asesinaron a 91 judíos y más de 30 000 fueron enviados a los campos de concentración de Sachsenhausen,
Buchenwald y Dachau.
Dos años después de aquella semana fatídica 250 niños romaníes fueron ejecutados en el
campo de Buchenwald para comprobar la eficacia de los cristales de zyklon-B, que serían
utilizados más tarde en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau.
El 16 de Mayo de 1944, se convirtió para los
gitanos en el Día de la Resistencia, debido a que 6.000 gitanos encerrados en
el Zigeunerlager —la sección donde retenían a los prisioneros de
esta etnia— del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau supieron que
aquella noche serían gaseados, tomaron una determinación: evitarían a toda
costa su exterminio. A tal fin se pertrecharon de todo lo que encontraron para
preparar su levantamiento contra las SS y así, con aquella rebeldia, lograron
escapar.
No fue por mucho tiempo. Aunque menos
conocido que el genocidio judío, el holocausto del pueblo gitano supuso la
aniquilación de hasta 800.000 romaníes. De hecho, pocos meses después de aquel
16 de mayo, la noche del 2 de agosto de 1944, 4.000 gitanos murieron en las
cámaras de gas del mismo Auschwitz-Birkenau por orden del comandante en jefe de
las SS Heinrich Himmler. Aquella matanza se recuerda como “La noche de los
gitanos”.
Pero como dije al principio, no fueron solo los alemanes nazis los que se dedicaron a exterminar gitanos. Hay una historia poco conocida referida al 30 de Julio de 1749, cuando en la Ciudad de Murcia, el Teniente Coronel del regimiento de dragones de Frisia, Leonardo Ceca, entrega un sobre lacrado que viene de Madrid, al corregidor de la ciudad, Diego Manuel Mesía y Barrionuevo. En su interior, las órdenes son precisas, “con el máximo sigilo y prontitud”, proceder al arresto de la totalidad de gitanos de la localidad, hombres, mujeres y niños.
Pero como dije al principio, no fueron solo los alemanes nazis los que se dedicaron a exterminar gitanos. Hay una historia poco conocida referida al 30 de Julio de 1749, cuando en la Ciudad de Murcia, el Teniente Coronel del regimiento de dragones de Frisia, Leonardo Ceca, entrega un sobre lacrado que viene de Madrid, al corregidor de la ciudad, Diego Manuel Mesía y Barrionuevo. En su interior, las órdenes son precisas, “con el máximo sigilo y prontitud”, proceder al arresto de la totalidad de gitanos de la localidad, hombres, mujeres y niños.
En las primeras horas de la madrugada del 31
de Julio, los oficiales de dragones entran en las casas de los gitanos de
entonces y son apresados. Un total de 9000 gitanos permanecerán encarcelados,
separados en hombre, mujeres y niños en distintas cárceles. El rey Fernando VI ha lanzado
una Pragmática donde se ordena la captura de la totalidad de gitanos de España.
El objetivo es lograr la extinción de la etnia mediante el encarcelamiento y
separación de hombres y mujeres lo que -con el tiempo- llevaría a su
desaparición como grupo humano. Se daría así una “solución definitiva al problema
gitano”. La clase dirigente ilustrada ve al gitano como “un elemento patógeno y
desestabilizador que amenazaba de contagio al resto de la población, por lo que
era necesario extirparlos de la sociedad”.
En el artículo del periodista Juanma Jiménez
se puede leer, “…El carácter indiscriminado
de la captura obligaba a preparar el destino de los detenidos y su agrupación
según sexo y edad. Los varones de hasta 7 años quedarían con sus madres, hasta
los 15 años se dedicarían al aprendizaje de «oficios útiles» (pajes, grumetes,
aprendices de carpintería, etc.) y, a partir de 15 serían destinados a los
arsenales para trabajos forzados. Las mujeres, por su parte, serían trasladadas
-junto con sus hijos pequeños- a depósitos especiales donde se las emplearía en
oficios manuales, principalmente textiles. Las niñas adolescentes se
destinarían al aprendizaje de «oficios virtuosos» y al servicio doméstico. En
el caso de los matrimonios mixtos, se impondría el «fuero del marido», por lo
que la mujer tendría el mismo trato que su esposo en función de si era o no
gitano. Las viviendas y pertenencias de las familias detenidas se subastarían
y, con los ingresos obtenidos, se sufragarían los gastos de la operación”.
Están frescas todavía las deportaciones
masivas de gitanos llevadas a cabo por el Primer Ministro de Italia, Silvio
Berlusconi en 2008 y las del Presidente de Francia Nicolas Sarcozy en julio de 2010,
la feroz violencia ejercida para desmantelar los asentamientos gitanos en esos países,
por considerarlos “amenazas para la seguridad nacional”, una “nueva forma” de
los “democráticos” que tanto combatieron a los nazis para tratar al pueblo
gitano.
EL
GITANO QUE RIDICULIZÓ LA “SUPERIORIDAD ARIA”
(Por Darío Croc Ures, en http://www.juventudrebelde.cu/deportes/2011-05-09/el-gitano-que-ridiculizo-la-superioridad-aria
)
Existen historias dramáticas, trágicas
podríamos decir, que a modo de ejemplo merecen ser contadas. Tal es la dada a
conocer en el artículo de Boxing-Press Nunca retornan, de Wolfgang Oswald, en
el que se narran pasajes de la vida de Johann Wilhelm, «Rukelie»,
Trollmann.
A Rukelie, que era un gitano, le fue
revocado, en 1933, su título de campeón de pesos medianos de Alemania y fue
asesinado más tarde, el 9 de febrero de 1944, en el campo de concentración
Neuengamme, cerca de Hamburgo.
Una de esas personas especiales con gran
sentido del deber y una despejada concepción de la rectitud, Eva Rolle,
promotora de boxeo berlinesa, luchó denodadamente por el reconocimiento del
destino de "Rukelie" Trollmann. En el transcurso de una representación
benéfica de boxeo profesional, en diciembre de 2003, con sus esfuerzos quedaban
cerrados 70 años de desconocimiento, y el título alemán de boxeo le era
devuelto post mórtem a su legítimo propietario.
Bajo aplausos emocionados, Mike Cloth leyó la
resolución oficial de la Federación Alemana de Boxeo, y los parientes de
Trollmann tomaron el cinturón simbólico del Título Alemán de Boxeo en peso
mediano de 1933.
Junto a los parientes de Trollmann se
encontraban el presidente de la Asociación Alemana de Gitanos, Romani Rose, y
cerca de 40 sobrevivientes del holocausto.
Trollmann creció en los barrios más pobres de
Hannover y, de la mano de su entrenador, el boxeador judío Erich Seelig, se
labró una prometedora carrera deportiva en el boxeo profesional.
Pero su estilo de boxeo irritaba cada vez más
a los ideólogos nazis. Trollmann era muy popular por su vertiginoso baile de
piernas y movimientos cortos, que contrastaba con el dominante en la época: el
estilo «matón», evocador de un guerrero más que de un deportista.
«Afeminado», o «Nada que ver con el boxeo
ario» fueron algunas de las “joyas” destinadas a él en 1932 por el Völkischen
Beobachter (El Observador Popular), periódico oficial del Partido Nazi.
A pesar de ello, el 9 de junio de 1933, con
25 años de edad, Trollmann disputa el título nacional de peso semipesado contra
el también alemán Adolf Witt (campeón de peso pesado).
Era una nueva edición del desigual combate
entre David y Goliat, en el que Trollmann hizo valer su baile de piernas y
agilidad. Tras seis asaltos, el coloso Witt estaba a punto de quebrarse en
pedazos, y la victoria por puntos era clara para Trollmann, el gitano.
Pero en aquella época, la Asociación Alemana
de Boxeo ya estaba copada por los nazis, y para ellos «el gitano Trollmann» les
estaba metiendo el dedo en el ojo.
Los jueces ordenaron parar la pelea y
declararon un empate. La multitud enfurecida se rebeló y exigió reconocer
ganador a Johann Trollmann. Los jueces, a punto del linchamiento, se vieron
finalmente obligados a declararlo campeón.
Johann lloró de felicidad en el ring, y
precisamente ese fue el pretexto para que tan solo una semana después le fuera
retirado el título. El comunicado oficial apuntó: «Pobre comportamiento»
(¡llorar en el ring!) y «Mal boxeo». La verdadera razón: ser gitano.
Desafío
al guerrero ario
Dos meses después se organizó un nuevo
combate en el que fue obligado a participar. Las autoridades nazis querían
vengar la derrota de Witt y acabar con la peligrosa popularidad del joven
gitano, pero eso requería no dejar ningún cabo suelto.
Le fue terminantemente prohibido a Trollmann
moverse del centro del ring y utilizar su famoso baile de pies para esquivar
los golpes, de otra forma perdería su licencia de boxeador.
Johann tenía que perder, así de claro, y la
raza aria tenía que vencer, así de trágico. Lo ocurrido sobre el ring fue, como
dijeron comentaristas de la época, uno de los hechos más sorprendentes, —y
menos conocidos agregamos nosotros— de la historia del deporte.
Trollmann apareció en el ring con el pelo
teñido de rubio y todo su cuerpo cubierto de harina, en un gesto de
provocación, burla y caricatura hacia la imagen del «guerrero ario» con la que
la propaganda nazi estaba envenenando el país. Durante el combate se quedó
inmóvil en el centro del ring, con las piernas separadas y sin esquivar, uno
tras otro, los mazazos de su rival, Gustav Eder, famoso por sus poderosos
golpes.
Johann resistió cinco asaltos y cayó al suelo
totalmente bañado en sangre. También su carrera quedó hecha añicos para
siempre. Disputó, con escaso éxito, nueve combates más y tuvo que retirarse
prematuramente.
Durante los siguientes años fue aumentando
dramáticamente la persecución a los no arios. Cientos de miles de gitanos
fueron esterilizados, entre ellos Trollmann. En 1939 fue reclutado por la
Wehrmacht para luchar en el frente oriental. Era la forma de evitar la muerte
de su familia: a cambio del «servicio desinteresado al Tercer Reich».
El 16 de diciembre de 1942, Himmler firma el
Decreto de Auschwitz, donde los gitanos son equiparados a los judíos y se
ordena su deportación. Trollmann es enviado al campo de concentración de
Neuengamme.
Sabiendo que él era boxeador organizaron en
el campo peleas para entretenimiento. A cambio de su participación Trollmann
recibía una ración extra de comida.
Ni la razón ni la fecha exacta de su muerte
están suficientemente claras. No obstante, en 2008, un libro de Roger Repplinger
reveló que en 1944 Trollmann disputó en el campo de concentración uno de esos
combates organizados contra un Kapo (presos que trabajaban para las SS) y
Johann lo derrotó. El Kapo, exasperado, tomó entonces un palo y golpeó a
Trollmann hasta la muerte. Johann Trollmann terminó asesinado en el barro de
aquel campo de concentración, vestido con sus guantes de boxeo.
Hoy en las calles de Hamburgo puede verse una
placa conmemorativa en su honor, y el 9 de junio de 2010 fue inaugurado en
Berlín un monumento en memoria de Johann Trollmann, el boxeador gitano que
ridiculizó al Tercer Reich.
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