(Un cuento
sin alma)
Llovía torrencialmente, cuando la bala finalmente
llegó al costado derecho del pecho, la sangre aguada corría a los pies del
Mashuk, sus compañeros corrieron buscando ayuda, él estuvo cuatro horas mirando
caer la lluvia desde el cielo. Si no fuera porque era Lermontov, el que estaba
tirado sobre el pasto, diría que se parece mucho a la escena que viví.
Con esta pandemia todo es posible, hace una
semana cuando nos reuníamos a las diez de la noche en la esquina de casa para
darle las llaves de la oficina mía, porque tenía que retirar unos papeles
temprano al otro día, nos estábamos despidiendo cuando llegaron dos, uno de
ellos con pistola en mano. Nos pidieron todo lo que llevábamos arriba, se lo dimos
sin chistar, bueno algo se dijo, bah, mi compañero dijo. De pronto se apareció el
policía que cuida el Parque del Barrio, a una esquina de allí, mi compañero
cayó, comenzó a llover, la sangre aguada corría a sus pies.
La peli esa, francesa, en donde el
protagonista investiga si un libro sobre Pushkin había sido escrito por un
pizzero, en un pueblo perdido donde solo había una biblioteca, La Biblioteca de
los Libros Rechazados, me hizo acordar la disputa con mi compañero sobre el
estilo para escribir un Paper. Yo soy
Pushkin, tu eres Lermontov, le decía hace 30 años, un poco pedante de mi parte,
mirándolo con un solo ojo.
Lermontov, un enamorado del Cáucaso, que había
pasado allí dos temporadas de exilio, en su corta vida, le gustaba burlarse toscamente
de los que lo acompañaban, así que, su ultimo choteo al tal Martynov, le costó
caro. Antes del duelo había perjurado a sus amigos que tiraría al aire,
Martynov no hizo lo mismo.
Mi compañero, hace una semana, cuando nos
asaltaban, unos segundos antes de que llegara el policía del parque, había bromeado
que la gorra de uno de los asaltantes la tenía al revés.
Mañana tengo que presentarme en el juzgado,
tengo que dar explicaciones por qué mataron a mi compañero y no a mí, Ah!, peor
la tiene el policía, abatió no al que tenia la pistola, sino al otro, el que
tenia la gorra bien. En los próximos siete años tendré una rutina parecida a la
de mañana. Es posible que al final yo quede preso, el policía sin trabajo y mi
compañero será el único que mantendrá su condición.
Bukowski era un borracho, que es eso de que tenía
que ser maravilloso poseer una mente masificada, eso de que alguien te dice que
eres un ser humano y tú te lo crees, o que alguien te dice que un perro es un
perro y tu vas y gestionas una licencia y compras un poco de comida para
perros. A mí nadie me dice lo que tengo que ser, ni pensar.
Mi compañero se comportó como un tonto, igual
que Lermontov, no hay que hacer chistes de mal gusto.
Mañana enterrarán a mi compañero, al fin con
tantas pericias, nadie puede ir, estamos en cuarentena. La Reforma Judicial esa
de la que tanto se habla, no va.
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