(Por Miguel Cruz Suárez en CUBADEBATE)
Agosto es un mes del carajo, casi no tienen
tiempo los perros para guardar la lengua, el sofoco no los deja vivir y dos
metros cuadrados de sombra valen más que un barril de petróleo.
Una de esas tardes
en que Cerveza fría se convierte en la perfecta anfitriona, llegó un sujeto a
casa de Timbiriche (el
que vende las “Cristales” a 40 pesos) y le propuso que su espacio cervecero
fuera sede para un grupito de “intelectuales” que se reunirían para meterle
caña a la Revolución en las redes sociales y el hombre, desesperado por no
quedarse fuera de un negocio que prometía, se ofreció incluso para la misión de
reclutamientos.
Con gusto aceptaron su triste papel
reclutador y el susodicho comenzó con bastante cuidado y algo de discreción la
búsqueda de los candidatos, pero siendo rechazado aquí y allá, no le quedó más
remedio que apretar el paso en su labor y soltar la pelota en strike a
cualquiera que le ofreciera alguna perspectiva de mínima inteligencia o al
menos diera imagen de una determinada cultura.
El tipo traía una
libretica donde anotó “indicaciones” muy precisas con respecto a los requisitos
de los posibles miembros del grupo: Primero, debía ser gente con un
extraordinario amor por el dinero, que según los organizadores del piquete era
lo fundamental, porque basaban su teoría en el supuesto de que: a donde llega
la plata se acaban las ideologías; Segundo, se necesitaba gente que escribiera
bastante, pero que usara algunas frases obligatorias como: Libertades
Individuales, Régimen, Censura, Pluralismo y Dictadura; Tercero, lo que
escribieran debía parecer bonito y refinado, si era posible cargado
de citas que podían ser a bien de Chicho el Cojo o de Cicerón, pero era
imprescindible que no se dijera nada en concreto, para dejar a la gente con un
pies en la piedra y otro en el fanguero, como decía mi abuelo.
Dos días después y
con una fría en la mano, el tipo de marras confesó que ya tenía a dos
“valientes”, uno que había prometido escribir un largo poema al que titularía
“Las atrocidades del comunismo en las termas de la antigua Roma” y que, aunque
“algo” le sonaba un poquito raro e incluso anacrónico, parecía un aporte culto,
atrevido y genial. En cuanto al otro dispuesto a cobrar el primer salario por
su contribución, se trataba de Culebra.Com, un flaco resentido y fanático que
abriría un Blog a disposición de aquellos que decidieran publicar sus denuncias
contra el “sistema imperante”, aclarando que no se admitirían frases groseras,
ofensivas o hirientes, tales como: imperialismo yanqui, anexionismo, bloqueo
genocida, seudo república o base naval de Guantánamo.
La idea no prosperó, el dueño del dinero
quedó frustrado y por mucho que trató de disfrazar a los recién reclutados, al
final se impuso aquello tan criollo que decimos en Cuba: el
pájaro se conoce por la cagá.
Pero la cosa no se podía quedar así, había
mucha plata norteña en juego y era desesperante la necesidad de seguir bebiendo
cervezas y sin trabajar, así que, ahora lo intentarían con la “Prensa
Independiente”, Felito La Pamplina y Ricardito La Intriga,
personajes poco queridos en el barrio porque lo mismo estafan a un jubilado,
que venden morcilla de gato, se sumaron al piquete.
Fueron nombrados corresponsales de prensa y para la hora del cobro debían aparecer en la nómina como “Periodistas Independientes” y reporteros de una publicación a la que nombraron “El Barrio Desnudo”.
A los tipejos les dijeron que aquello
prometía y que la “plata” estaba segura, que solo tenía que superar algunas
“cosillas” como eso de “los principios” , “la patria” y “la verdad”, qué ya
dejando a un lado esas boberías le garantizaban una carrera fenomenal y que las
noticias era cosa de seguir unos simples preceptos y evitar temas como:
Mortalidad infantil; Escuelas para todos; Terrorismo contra Cuba y cosas por el
estilo, que pudieran fastidiar el “prestigio y la repercusión” del Periódico en
el mundo.
Le explicaron que ya tenían listo lo que
sería el primer palo periodístico y querían que el más diestro redactara un
editorial denunciando la violación de los derechos humanos de Yosisleydis
Decibeles, en el cual se pediría solidaridad para ella, luego de ser “apaleada
brutalmente por una turba de vecinos comunistas, por estar amplificando en su
portal la música prohibida por el régimen” cuando en realidad todo el mundo
sabía que a la desconsiderada mujer, que abusaba de los oídos del vecindario
con su escándalo, lo que en verdad le sucedió fue que Paco Peña, el curda, le
sonó un soberano tomatazo en el rostro y todo porque la susodicha enganchó a
todo volumen un merengue titulado El Venao (en referencia al animalito de los
cuernos pronunciados) al parecer sin percatarse de que el día anterior, Paco
había sorprendido a su mujer con Cuco el plomero y no precisamente arreglando
un salidero.
Querían incluso que se financiara un cursillo
de “fotografía selectiva” para evitar que sus futuros pupilos sacaran algunas
instantáneas equivocadas y luego anduviera la gente por el mundo viendo
“cursilerías socialistas” como esos desfiles del Primero de Mayo, los
inicios de cursos escolares con millones de muchachos en uniforme y risueños o
cientos de jóvenes con antorchas marchando nada menos que con el presidente del
país al frente. El lente tenía que enfocarse en otras cosas, las más
oscuras, las más deprimentes.
Y otra vez se le enfermó el ojo a la yegua,
la gente no se tragó las mentiras, agosto siguió caliente y al de las cervezas
lo atraparon adulterando las “Cristales”.
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