AL
PRESIDENTE EN SU LABERINTO
(Por Mempo Giardinelli)
Sr. Presidente, ante todo este columnista
quiere imaginar que usted va a leer esta carta en soledad y más bien lejos de
funcionarios indiferentes a las causas nacionales que hoy, –tras la devastación
macrista-radical de 2015 a 2019–, increíblemente siguen, silenciosos e impunes,
en diversos ministerios.
Es grave lo dicho, pero aquí se lo sostiene
porque somos millones quienes hoy no nos sentimos interpretados por el Frente
de Todos que usted conduce. Millones que acompañaron su gestión por casi tres
durísimos años, durante la pandemia y después, y a pesar de que se fueron
evidenciando graves claudicaciones.
Todas las cuales le fueron señaladas por
diversos cronistas con la mejor intención, aunque usted desdeñó casi todas las
críticas, sugerencias y reclamos que le hicieron llegar centenares de
compañeros, preocupados primero, y alarmados después, aunque con la
sabiduría de siempre anteponer la defensa y sostén de su gobierno a sus
indecisiones y retrocesos.
Nunca se le soltó la mano, Presidente, y se
tragó mucha saliva cada vez que usted se rodeaba –y fueron tantas– de la
caterva más miserable de la Argentina, ésa que forman empresarios y banqueros
apátridas, sindicalistas nada confiables y chupamedias de todo calibre. Todo
eso bancó la militancia del FdeT.
Y usted fue sostenido aun cuando se vio el
abandono y el hambre en que caían millones de personas en las 23 provincias,
incluso siendo trabajadores, mientras decenas de gerentes y patrones,
diplomáticos y lameculos de todo calibre lo aplaudían a usted insinceramente.
Aún así se lo acompañó, Presidente, y ya van
a hacer tres años, bancándolo con lealtad y explicándole al pueblo lo inexplicable. Se
trabajó muchísimo para que millones de argentinos y argentinas no votaran a sus
verdugos. Lo cual de todos modos muchos hicieron y eso es parte del grave
diagnóstico actual de la Argentina.
Que en gran medida deriva del dislate mayor
que fue firmar –usted y sus ministros–un acuerdo ominoso con esa cloaca ética
universal que es el Fondo Monetario Internacional y adonde usted llevó al
pueblo argentino, sacrificado y golpeadísimo, a aceptar la entrega definitiva
del país a la usura internacional bajo intolerables condiciones para
"pagar" lo que nuestro pueblo no debía.
E incluso le hicieron tragar el absurdo de
que "se va a pagar al FMI pero no va a haber ajuste". Que era y es
como decir que le vamos a cortar la cola a la burra pero sin recibir un
patadón. Toda tomadura de pelo, fastidia, Presidente. Por eso desde las
provincias se dirigen a cronistas como éste nada más pidiendo, algunos con
desesperación, que se digan estas cosas. Y por eso estas líneas, para que usted
comprenda la situación de millones de compatriotas que no dan más.
Esa supuesta "aceptación" va
a obligar a por lo menos tres generaciones argentinas a pagar una
"deuda" que nunca fue tal sino un robo flagrante. Y deuda que jamás
contrajeron millones de argentin@s que ya no comen asado ni comparten
banquetazos con los 100, 200 o 2.000 latifundistas, especuladores y
explotadores, verdadera canalla que somete a su gobierno sin que usted los
detenga.
Y claudicación que además conlleva, de hecho,
la entrega de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur; y del río Paraná y la
salida soberana a los mares del mundo; y del litio y el petróleo y todos los
bienes naturales que estamos perdiendo bajo su gobierno, Presidente. O sea todo
lo que desde 1945 fue orgullosamente argentino y ahora vuelve a estar en
peligro como cuando Menem rifó la República.
Quede claro que todo lo que aquí se pretende
es nada más, ni menos, que expresar el sentimiento de millones de compatriotas
que querrían decirle estas y más cosas que esta columna, en nombre de nadie, aquí
expresa.
Sabido es que en política siempre hay
caminos, porque la política es el camino. Y la cordura y el coraje cívico
también. De ahí la idea de pedirle que considere seriamente, Presidente, tomar
decisiones de emergencia y urgencia. Porque es imperativo acabar con la agonía
lenta y perversa que produce esta neo-colonización encubierta.
También por eso fastidia, a muchos
provincianos, su empeño en hablar de federalismo. Cualidad que no se proclama,
Presidente, se siente y enorgullece, nomás. Basta ver dónde vive y cómo vive la
inmensa mayoría de sus interlocutores en desayunos y cenas, los empresarios más
ricos y menos argentinos que tiene este país pero que cuando les conviene
cacarean un federalismo inexistente.
Esta columna lamenta muchísimo que usted –que
es un hombre sensible y que parece bien intencionado y honesto– no
dimensione el horrendo significado de mantener a por lo menos 25 millones
de compatriotas en la pobreza. Más de la mitad de la población argentina, 25
millones de seres humanos y de los cuales seguramente la mayoría lo votó a
usted para presidir el país. Ese pueblo está muy decepcionado con usted y su
gobierno. Baje a las calles y comprobará que las personas de bien, honradas,
trabajadoras y sensibles, están enojadas porque el pago de los alimentos y
los alquileres no se aguantan más. Lo que comprueba que no era verdad que
"el único camino" era entregarse al FMI.
Ni el discurso oficial ni el mentimediático
convencerán al pueblo de que está bien lo que hace su gobierno, Presidente. Por
eso cabe cerrar esta carta seguramente inútil diciéndole que este cronista lo
ha acompañado hasta aquí con lealtad y aguantando (que no justificando, quede
claro) las torpes entregas de Soberanía y en especial la del río Paraná.
Esta columna acompañó a su gobierno con
lealtad y esperanza patriótica, y a usted le consta. No se ha movido aquí un
solo dedo en favor de la inestabilidad y en todo momento se ha escrito y
luchado para reforzar la democracia, la paz, la ley e incluso la Constitución
Nacional (que es hora de cambiar con urgencia), así como al Poder Judicial
ya es hora de declararlo en comisión para barajar y dar de nuevo. Sin
dudas hoy son la Constitución y la Justicia lo primero y más profundo que
hay que cambiar. Y cambiar es cambiar, no anunciar buenos propósitos que luego
se incumplen bajo presiones mediáticas, empresariales y/o sectoriales.
Este columnista es un Nadie, obviamente. Y un
cronista no significa nada. Pero sí tiene derecho a decir que, de haber estado
en su lugar, hubiera procedido completamente de otro modo: sensible al pueblo,
celoso guardián de la soberanía en todo el territorio, subsuelo, humedales y
costas fluviales y marítimas; trabajando por la reindustralización nacional en
lugar de la extranjerización. Y también hubiera empezado la reeducación de
las Fuerzas Armadas y todas las policías para que sean defensores ejemplares de
la Soberanía, con educación elevada y la honradez como máxima virtud, lo cual
es perfectamente posible si hay voluntad política.
Se escribe todo esto con dolor e impotencia,
Presidente, nomás para asegurarle que hay muchísimos compatriotas que piensan y
sienten parecido. Gente decente, buena, trabajadora y leal, que de algún modo
viene dándose cuenta de la gigantesca claudicación y genuflexión a la que su gobierno
nos ha llevado. Y que para algunos, como este columnista, marca un límite. Un
hasta aquí llegamos.
Porque el país que podemos ser, y merece el
pueblo trabajador, no es la colonia que vamos camino de ser, cada vez más
velozmente.
Reciba el respetuoso saludo que su
investidura merece.
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