¡ÉRAMOS
TAN JÓVENES!
(Por Víctor Heredia)
Pablo Milanés, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez y León
Gieco.
También la democracia, Todavía tambaleaba
sobre sus temblorosas piernas recién estrenadas. Habían pasado apenas unos
pocos meses y la nueva realidad nos alentaba a pensar un futuro luminoso y
pleno de libertades, ya lejos del oprobio de la censura, las amenazas y los
exilios. Las canciones que habíamos escrito en silencio, casi a escondidas,
sonaban en las radios y la televisión. Todo era posible entonces, hasta la
alegría. Se había sufrido mucho y faltaban cuestiones que resolver desde la
justicia con los dictadores, pero todo parecía encaminarse.
Y entonces llegó la noticia del posible
concierto de Silvio y Pablo. Todo el arco musical argentino se tensó ante
tamaña noticia. ¿La Nueva Trova en casa? Parecía un sueño. Y el día llegó. Y
llegó con regalos. Tanto Silvio como Pablo ofrecieron generosamente cantar con
cada uno de nosotros. En mi caso repasé mentalmente cuales eran las canciones
que podía cantar de cada uno de ellos sin hacer papelones, hasta estudié las
tonalidades para ensayar con el debido conocimiento en cada caso. Pero la
generosidad de Silvio me alivianó la tarea. Propuso cantar a dúo mi
"Todavía cantamos". Y allí fuimos, a concretar aquél Obras Sanitarias
repleto de juventud y consignas, de esperanza y aroma a libertad.
Tengo presentes la euforia, la fuerza
poderosa de una generación que había sufrido el calvario de la Dictadura y sus
horrores. Pérdidas familiares, persecuciones, torturas en muchos casos,
exilios, incertidumbres pero allí, ese día, estaban con nosotros. Silvio y
Pablo lo hacían posible, le cantaban al hombre nuevo, a una Argentina que
resurgía desde sus cenizas, desde su oscuridad más dolorosa. De eso me acuerdo.
De la maravillosa unidad que nos abrazaba reafirmando que desde allí, desde ese
abrazo nuestras cicatrices sanarían.
Todavía sigo pensando en ello, en aquél país
donde el abrazo y la hermandad nos ayudaron a pensar en la alegría, lejos del
odio que hoy nos rodea con su abyecto sin sentido.
Aquél concierto abrió una puerta luminosa que
todavía propone un camino. Solamente digo que podríamos empujar otra vez entre
todos para volver a abrirla.
Para darnos el gusto de debatir sin insultos,
sin rencores. De abrazar al vecino, de soñar como entonces.
Lo merecemos.
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