LA
PROBABILIDAD DE LA HIPERINFLACIÓN
Una mirada comparativa entre nuestro presente
y 1989
(Por
Horacio Rovelli)
El gobierno radical había aceptado y
legitimado el total de la deuda externa heredada de la dictadura militar y esa
carga sobre las cuentas públicas y el sector externo fue imposible de pagar.
Esto generó un persistente déficit fiscal en el que los ingresos eran
insuficientes y ni siquiera cubrían los gastos primarios (antes del pago de los
servicios de la deuda) y el superávit comercial era tan magro que no alcanzaba
para cancelar la mitad de los intereses de esta [1].
En agosto de 1988, ante una situación
insostenible fiscal y comercial y con un creciente incremento en el nivel
general de precios (con el exacerbado rol de las grandes empresas formadoras de
estos en su deporte favorito de remarcar semanalmente como sucedió en 1988 y
como sucede en la actualidad, como pregona Armando Braun de La Anónima SA) se
decidió reconvertir el Plan Austral en el Plan Primavera.
El llamado Plan Primavera era básicamente
igual que el Plan Verano de 2022 o “cuatro meses” de Sergio Massa. En 1988 se
decidió un nuevo ajuste en las cuentas públicas para disminuir el
financiamiento por parte del BCRA (por ejemplo, en la actualidad, en 2022 el
BCRA solo puede financiar al Tesoro de la Nación en un 1 % del PIB y para el
2023 en 0,6 % del PIB) y se recurrió a múltiples tipos de cambio, como ahora:
dólar soja, dólar tarjeta, que los que tienen divisas pueden comprar
directamente sin autorización previa [2], etcétera.
Es más, el Plan Primavera tuvo la osadía que
el Plan Verano no tiene. La de establecer para las exportaciones agrícolas al
tipo de cambio oficial, importaciones a tipo de cambio “libre” y exportaciones
industriales a un valor intermedio entre el oficial y el “libre”. El 50 % de
las exportaciones industriales debían liquidarse a tipo de cambio oficial y el
otro 50 % en el mercado paralelo.
Obviamente, ese mix entre
dólar oficial y dólar paralelo es un nuevo impulso a la suba de los precios y,
seguramente, quienes se stockearon antes van a vender con el
precio actualizado por el mix.
El incremento inflacionario y la
desaceleración del nivel de actividad interno hicieron que el plan fracasara
estrepitosamente y el 6 de febrero de 1989 el presidente del BCRA, José Luis
Machinea, reconoció que no tenía más reserva de libre disponibilidad y que no
podía vender un solo dólar, lo que desencadenó la hiperdevaluación: el valor
del dólar paso de 17,62 australes a 650 cuando asumió Menem la presidencia de
la República, el 9 de julio de 1989, en forma anticipada y ante el caos social;
el proceso siguió hasta valer 10.000 australes el 1 de abril de 1991, Plan de
Convertibilidad, y con esa devaluación, la hiperinflación (la hiperdevaluación
es la madre de la hiperinflación); esta fue de 3.079,5 % para 1989 y de 2.314 %
en 1990, según informa el IPC del INDEC.
Y el proceso se frenó el 1 de abril de 1991
porque ante el altar de pagar la deuda, se malvendieron YPF, FFCC, Gas del
Estado, Hidronor, SEGBA, SOMISA, Aerolíneas Argentinas, ELMA, Obras Sanitarias
de la Nación, Agua y Energía, ENTeL, Encotesa y la Caja de Ahorro y Seguro. Fue
necesario vender nuestro patrimonio empresarial para juntar los dólares para
pagar una deuda que benefició a una minoría en la dictadura militar, como ahora
van a exigir nuestro patrimonio natural al no investigarse la evasión fiscal y
la deuda del gobierno de Macri por más de 100.000 millones de dólares, que
también beneficia a una minoría de la población.
Es obvio que la deuda externa es el factor desequilibrante
que no solo enriquece al 1 % o a lo sumo y con toda la furia el 2 % de la
sociedad argentina, sino que es un condicionante que obliga a ceder nuestro
trabajo, nuestra producción y activos valiosos para su pago.
El “Plan Verano” o “4 meses” del gobierno es
para transitar desde diciembre de 2022 hasta marzo de 2023 con la esperanza de
la liquidación de la cosecha gruesa (fundamentalmente soja y maíz y sus
derivados) y, con ello, acrecentar las reservas internacionales del BCRA que,
pese al ingreso de los 8.143 millones de dólares de la venta de la soja en
septiembre, son 6.250 millones de dólares menos que los de diciembre de 2019,
cuando se obtuvo un superávit comercial en el mismo período de más de 30.000
millones de dólares.
SISTEMA FINANCIERO ARGENTINO 2019-2022 |
||||
INDICADORES |
30/12/2019 |
31/10/2022 |
Evolución |
Porcentaje |
Base Monetaria |
1.829.109 |
4.267.843 |
2.438.734 |
133,33% |
Circulación Monetaria |
1.147.080 |
3.239.788 |
2.092.708 |
182,44% |
Cta. Cte. en el BCRA |
682.028 |
1.028.055 |
346.027 |
50,74% |
Reservas Internacionales |
45.190 |
38.940 |
-6.250 |
-13,83% |
LELIQ y NOTALIQ |
758.453 |
7.089.418 |
6.330.965 |
834,72% |
Pases Pasivos |
426.655 |
1.794.854 |
1.368.199 |
320,68% |
Esterilización |
1.185.108 |
8.884.272 |
7.699.164 |
649,66% |
Adelantos al Tesoro |
792.730 |
2.793.100 |
2.000.370 |
252,34% |
Créditos al sector privado |
2.476.189 |
6.781.211 |
4.305.022 |
173,86% |
Depósito total |
4.838.437 |
19.497.537 |
14.659.100 |
302,97% |
Depósito en dólares |
22.756 |
17.569 |
-5.187 |
-22,79% |
En millones de pesos o de dólares según
corresponda |
||||
Fuente: Gerencia de Estadísticas Monetarias del
BCRA |
Las decisiones de pagar la deuda externa de las empresas privadas con las reservas internacionales del BCRA (por un total no menor a 23.710 millones de dólares según fuentes no oficiales del BCRA) y de no investigar la deuda generada durante el gobierno de Cambiemos generan el marco disruptivo que empuja al Gobierno actual a realizar medidas que ya fracasaron otras veces para tratar de evitar que las reservas internacionales sigan descendiendo y hagan que en algún momento el BCRA no cuente más con reservas de libre disponibilidad.
De hecho en los meses venideros hasta marzo
de 2023, el BCRA debe pagar las importaciones que se realizaron desde junio
2022 y de las que se les obligó a las empresas a refinanciar el pago a sus
proveedores por 180 días o más, que el mismo BCRA estima en más de 3.000
millones de dólares de diciembre 2022 a marzo 2023.
También se deben hacer frente a los intereses
de la deuda con el FMI y los organismos multilaterales de crédito y las compras
persistentes de dólar ahorro y del dólar tarjeta de la población argentina que
puede hacerlo, cifra que seguramente se acrecentará de menor a mayor desde
diciembre a marzo de 2023.
Y siempre y cuando no perjudique la sequía e
impacte negativamente en la cosecha fina y su exportación, ya que serían menos
dólares que ingresan al país.
Es cierto que la cosecha gruesa es la gran
diferencia con los estertores del gobierno de Alfonsín, pero con un agravante
mayor en la actualidad: la liquidez de los bancos.
Relación
entre nuestro dinero y el dólar
El dinero es el nexo entre los agentes
económicos y permite su relación en el circuito productivo y distributivo, por
ende, debe tener y cumplir una doble función. Por un lado, la de ser medio de
cambio (y de esa manera ser el nexo entre la producción, la distribución, el
comercio y el consumo). Por el otro, la de ser instrumento de ahorro para
convertirse en crédito que permita financiar mayores niveles de inversión y de
consumo. Este último rol lo cumple deficitariamente y es suplido por la divisa
estadounidense. Se utiliza mayoritariamente nuestro dinero (el peso) como medio
de cambio y el dólar como medio de ahorro.
El total del dinero emitido y puesto en
circulación por el BCRA (base monetaria) se incrementó en un 133,33 % desde
diciembre de 2019 a octubre de 2022, contra una inflación acumulada del más del
150 % durante ese lapso, con el agravante de que la inmovilización del dinero
(encaje remunerado) creció, si lo medimos por el total de Leliq (y
Notaliq) [3], en un 834,72 % y pasó de $ 758.453
millones a $ 7.089.418 millones.
El principal factor de creación de dinero es
el sector externo por ingresos de divisas por exportaciones o por ingreso de
capital (créditos tomados en el exterior, inversión real directa,
transferencias internacionales a favor del país, etc.), ya que cuando ingresan
divisas, el asiento contable que realiza el BCRA es de oro y divisas a billetes
y monedas y, dada la visión del BCRA, este cree que debe esterilizar ese dinero
creado, por lo tanto, redobla la colocación de Leliq y Notaliq, que son encajes
remunerados a una tasa del 75 % anual nominal (al 4 de noviembre 2022), que es
más de un 100 % efectiva al ser la mayor parte de la Leliq a siete días y
renovarse automáticamente casi en su totalidad (y que seguramente esa tasa va a
ser incrementada por el BCRA a medida que aumente la inflación), sin importarle
como repercute en el costo financiero para la población (préstamos personales,
tarjetas de crédito, deuda de las empresas, etc.).
El centro de gravedad del sistema financiero
es el total de “encajes remunerados” (pases pasivos, Leliq y Notaliq) que
superan el total del crédito otorgado por el conjunto de entidades del sistema
financiero legal y el total de dinero emitido y puesto en circulación por el
BCRA (base monetaria) y lo peor es que la proyección es que la tasa de interés
de ese encaje remunerado siga creciendo y con ello se haga cada vez mayor el
total de las inmovilizaciones que el BCRA paga para que no sirva para nada
(solo para beneficio exclusivo de los bancos).
El poder de los principales bancos privados,
donde diez entidades poseen el 60 % de las Leliq y Notaliq (Banco Santander Rio
SA; Banco BBVA Argentina SA; Banco Galicia y Buenos Aires SA; Banco Macro
SA [4]; Banco Credicoop Coop. Ltdo; Banco Patagonia
SA; HSBC Bank Argentina SA; ICBC; Citibank NA y Banco Supervielle SA), es que
pueden, si no se aceptan sus condiciones, dar un “golpe de mercado” como en
1989 y hacer que esa masa de dinero se pase al dólar, como le sucedió al
gobierno de Alfonsín. No estamos exentos de que en estas condiciones y con la
masa de dinero inmovilizado (8,8 billones de pesos; es en pesos pero es una
suma equivalente a más de 50.000 millones de dólares al tipo de cambio oficial)
vuelva a pasar lo mismo, porque estas vez no vienen por las ya desgastadas empresas
públicas que quedan, sino por los recursos naturales. Vienen por el petróleo y
el gas de Vaca Muerta, Neuquén, y en San Carlos, Mendoza; por el gas de nuestra
plataforma submarina frente a Mar del Plata; por el litio de nuestra puna; por
el hierro y la plata del Gastre, en Chubut, y por el oro y el cobre de
Chilecito, en La Rioja. Todo a cambio de una deuda externa que este gobierno
prometió investigar y no lo hizo, que benefició a un puñado de personas y
empresas y ahora a cambio de esa estafa, vienen por el patrimonio natural de
nuestro país.
Además de investigar la evasión y la fuga de
capitales en la gestión de Cambiemos como propone el proyecto del senador
Parrilli, que cuenta con la sanción de esa Cámara y tiene dictamen de mayoría
(a favor) y de minoría (en contra) en las dos comisiones de la Cámara Baja que
trató el tema (Legislación General y Presupuesto y Hacienda), el BCRA debe
transformar la mayor parte de Leliq y Notaliq en crédito a través de constituir
un stock remunerado, a un plazo de un año y a una tasa mensual variable similar
a la tasa pasiva promedio, e ir liberando en cuotas tal tenencia. De ese modo y
a una tasa regulada o administrada por el BCRA, el enorme stock de encajes
remunerados se transformaría en un préstamo aplicado al restablecimiento de
niveles de demanda privada (pequeñas y medianas empresas) y estatal. Para que
el Estado pueda financiar obra pública en general y la construcción de
viviendas en particular, que no solo da respuesta al déficit habitacional, sino
que crea trabajo y no tiene que depender de compras en el exterior porque todos
los insumos que se obtienen para la construcción se producen en la Argentina y,
sin embargo, no se lo hace, para que los que trabajan en esa construcción no
tengan más ingresos y con ello puedan comprar más alimentos y más energía y, de
esa manera, disminuya el saldo exportable de alimentos y aumenta la importación
de combustible.
En síntesis, o se toma el toro por las astas o, una vez más, el pueblo argentino pagará el enriquecimiento indebido de una minoría rentista que lo sojuzga.
[1] Entre los años 1985 y
1988, se abonaron por intereses de la deuda la totalidad del superávit
comercial del periodo (U$s 8.500 Millones) y sin embargo la deuda externa
pública creció a U$s 63.200 millones.
[2] El sistema se denomina
“sin acceso”, por lo que los interesados no tendrán que acceder al MULC
(Mercado Único y Libre de Cambios); el Banco Central y la AFIP habilitan una
ventanilla especial para atender estos casos. El nuevo SIRA (Sistema de
Importaciones de la República Argentina) les pregunta a las empresas si
eventualmente cuentan con dólares para efectuar la operación y, de manera
automática, pasan a la nueva “ventanilla”.
[3] Las Leliq son Letras del
BCRA que van de 7 a 29 días y las Notaliq son Notas del BCRA que van de 30 a 80
o más días. Los pases pasivos son préstamos de los bancos al BCRA de 1 a 6 días
[4] BlackRock reconoce tener
parte del capital accionario en los cuatro bancos privados más grandes en la
Argentina: Santander Río, BBVA, Galicia y Macro.
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