¿UNA ARGENTINA AL BORDE DEL FASCISMO?
“Mi amigo” Eusebio, eternizo una frase “andar La Habana”, bien podría en el
contexto de mi actual vivencia en la Argentina, aplicarla acá, ”andar BAIRE”, haciéndome eco de la
sentencia (cierta o no) que por estos lares se evoca, Dios está en todas partes, pero tiene oficina en Buenos Aires, sería
algo así como poner el “oído” a lo que se palpita en la Capital del tango.
Se percibe hace ya un tiempo un cambio de
humor en la Argentina, la gente está podrida con las estupideces que a diario
hacen los que nos gobiernan, hay una “sensación” de enojo generalizado (es la
palabra que mas usan los periodistas de todos los colores, cuando quieren dar
su opinión, “basado” en una supuesta consulta que todos sabemos que nadie hizo)
por la impotencia ante una realidad, que el Gobierno de turno no resuelve,
léase una inflación galopante y una inseguridad que da miedo.
El kirchnerismo le gano al macrismo
desastroso de cuatro años en el 2019, porque supo convertirse en
RADIKIRCHNERISMO, una especie nueva de peronismo con radicalismo, que la
Cristina con su dedo mágico supo aglutinar en la personalidad “equilibrada” de Alberto
Fernández y su equipo. Entonces ese 48% contra un 40% de Macri, que trato de peronizarse
al buen estilo de Menem, parecía que era la fórmula adecuada para una Argentina
endeudada hasta los mameyes, sin embargo como vimos más tarde, no solo durante
la pandemia si no desde el pasado Abril del 2022 cuando salimos de ella, el
bloque más extremo de ese rejunte electorero (por momentos la misma Cristina)
esmerilaron con “violencia y alevosía” la construcción “centro-izquierda” que
ellos mismo habían creado, pasando a ser el Presidente, un paria que no sabe dónde
colocar su estimado y poderoso trasero. Los muchachos kirchneristas olvidan ese pasado
reciente que los llevo al poder, y consideran que abandonar el centro de sus
posturas será la solución con vista al 2023, se despegan con rapidez cercana a
la velocidad de la luz de ese Frente que llamaron FRENTE DE TODOS, pero que
ahora parece ser, es de unos cuantos.
Mucho más allá, desplazados hacia el rojo,
están los frentes de izquierda, trotskistas o no, que dentro de sus propuestas
están el cambio total del sistema capitalista imperante. Aunque esta vertiente
más extrema ha conseguido un caudal nada despreciable de votos, además de haber
acaparado algunos sindicatos, hoy su fuerza en la Argentina no supera el 5-7%
de los votantes argentinos.
Sin embargo lo que me preocupa es la vereda
del frente, en la centro-derecha que presumía ser Juntos por el Cambio (que
unía al PRO de Macri, con el desmembrado Partido Radical, la insignificante
Coalición Cívica de Lilita Carrio y unos cuantos neomenemistas) han aparecido elementos
fascistoides encabezados por Patricia Bullrich que han cobrado mucha fuerza, tratando de
quitarle caudal de votos adquiridos a elementos de ultraderecha neoliberal
novedosos que han irrumpido en la política nacional encabezados por Javier Milei.
Hay un hartazgo de la gente de a pie a
posturas “equilibradas” de centro-izquierda y centro-derecha en la Argentina,
que han fracasado en sus intentos por resolver la acumulación de problemas,
entre ellos la pobreza. Solo para recordar, después del descenso abrupto de la
pobreza en el gobierno de Nestor que en el 2003 (luego de la gran crisis del
2001) estaba en 62% y la bajo al 37%, es decir 25% en cuatro años, desde
entonces la pobreza ha oscilado entre el 25 y el 40%, con dos periodos de
Cristina, uno de Macri y ahora este de Alberto y Cristina.
Ante la situación existente, no creo que los
frentes de izquierda lleguen al poder, en todo caso, el extremo del peronismo
(encabezado por Cristina), que también ha fracasado en esta “junta de moderación”,
podrá perder caudal de votos en una sangría hacia estas posiciones del “infrarrojo”
(por cierto, mi voto), sin embargo veo preocupante que una Patricia Bullrich,
con sus propuestas de mano dura “contra el delito” y la “institucionalización
de la rabia” por tantos fracasos económicos, liberando alevosamente la economía
de este país, logre convencer a ese 40% que representa hoy la derecha de Juntos
por el Cambio, estaríamos entonces al borde de un Bullrichismo, léase un neofascismo
argentino.
El tema no solo es que llegue al poder un
modelo así, si no que su permanencia, sin dudas, traerá consigo, en el "mejor" de
los caso, una guerra civil a este país, para no mencionar una dictadura con el ejercito en la calle.
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