RESISTIR
NADANDO CONTRA LA CORRIENTE
(Por Mempo Giardinelli)
Hay que decirlo sin vueltas y apretando los
dientes: el Gobierno Nacional, al licitar el proyecto cipayo de Macri definido
en el gobierno de Macri y sus secuaces, de hecho parece renunciar a la salida
al mar de la República Argentina.
La gravedad que eso implica, y la maquinaria
jurídica y procedimental que parece estar en marcha, serán un mazazo para la
Soberanía Nacional sobre nuestro extraordinario sistema hídrico: el Río Paraná,
el de la Plata y el Canal Magdalena. Y encima, paradójicamente, a la par de la
celebración del Día de la Soberanía, el próximo lunes 20 de noviembre.
Gesta aquella representada por los dos
momentos trascendentales en la afirmación de la República Argentina como Estado
Soberano: la batalla de Vuelta de Obligado, ese día de 1845, y la de Punta
Quebracho ocho meses después, el 4 de Junio de 1846. Ambas gestas marcaron
la derrota definitiva de la flota anglo-francesa que pretendía dominar el
Paraná a nombre de sus respectivas coronas. La paliza propinada por las fuerzas
nacionales a las órdenes del general Lucio Norberto Mansilla, fue total y la
rendición de los invasores incondicional y absoluta.
Claro que esas glorias, enmohecidas y
desvirtuadas por cipayas malversaciones históricas, hoy son difíciles de
recuperar porque Soberanía y Memoria fueron ultrajadas por políticas de
entrega tanto de dictadores como de gobiernos civiles corrompidos por
empresarios y corporaciones, locales y foráneas.
Desde que hace dos largos años el Decreto
949/2020 colocó sobre el tapete de esta república un nuevo proceso de entrega
de soberanía para consolidar la entrega reiniciada circa 1992 y en los años
menemistas, en adelante la resistencia al malón cipayo que se apoderó del
Paraná y todo el sistema de navegación soberano, fue y sigue siendo una batalla
que se libra en desventaja, como todas las luchas que se libran contra la
recolonización de la Patria Argentina.
La lucha por impedir tanta traición se viene
librando en particular desde diversas posiciones, y en particular la Mesa Coordinadora
de la Defensa de la Soberanía sobre el Paraná y el Canal Magdalena, colectivo
que junto con otras entidades marchan y reclaman cada vez más enfáticamente
que se habilite de una vez el Canal Magdalena, recurso natural fabuloso al
que justo esta semana que pasó se le aplicó la última estocada, como se publicó
en el Boletín Oficial: la República Argentina (el Ejecutivo y el Congreso)
finalmente aprueba que la salida de toda la producción argentina hacia el mundo
se realice privilegiando el canal llamado del Indio o Punta Indio, que
objetivamente sirve a intereses extranjeros, con lo que de hecho se liquida el
canal Magdalena. Que, como esta columna ha descrito reiteradamente, no
sólo es mejor en todo sentido sino que es más barato de operar y con ventajas
incomparables. Al punto que lo más absurdo del empeño cipayo es no admitir
que hoy mantener el Indio es más caro que poner en condiciones el
Magdalena, que es un canal natural y todo nuestro. Y que es más corto, más
profundo, de doble circulación y más barato de dragar y mantener. Y por el
cual todo el comercio exterior argentino quedaría bajo control nacional y
dejando enormes ganancias.
En cambio, dada la cuestionable decisión de
la Presidencia de la República, todo el comercio exterior completo de nuestro
país quedará en manos de las mismas corporaciones extranjeras que dominan el
comercio marítimo mundial.
En tales circunstancias parece perversa la
"solución" oficial que pretende validar este escándalo, porque el
Indio no sólo es un canal contrario a los intereses nacionales, y
absurdamente pagado por nosotros, sino que es mucho más largo, menos profundo,
más peligroso, de una sola vía (lo que causa demoras y aumenta costos) y mucho
más caro de mantener. Por eso parece increíble, irritante y repudiable el
empecinamiento en entregar el tesoro natural que es el Magdalena, y encima el
Día de la Soberania y mirando el Mundial de fútbol.
El ingeniero naval Horacio Tettamanti,
experto en la materia, definió para esta columna esa decisión como "una
tragedia" porque la decisión presidencial expresada en el Boletín
Oficial "demuestra que se ha decidido entregar todo el sistema estratégico
de navegación a las multinacionales que hoy dominan el Río de la
Plata". Y que son las mismas corporaciones, añade este columnista,
que desde el puerto de Montevideo abastecen, diaria y permanentemente, a
los usurpadores de las Islas Malvinas.
También es irritante que sea la
Administración General de Puertos la que garantiza la consolidación del modelo
de dependencia de Montevideo. Vergonzosa actitud que resulta del hasta ahora
obsesivo cajoneo de la canalización del Magdalena en beneficio de ensanchar
el Canal del Indio, que es de inferior calidad. Y canal cuyo
ensanchamiento, según dos expertos consultados, "está fuera de las facultades
de la AGP" por tratarse de una decisión geopolítica estratégica. Es en ese
contexto que resulta sorprendente que el gobierno acepte mansamente la entrega
de dominio del Río de la Plata, en ostensible agravio a la Soberanía.
Por cierto los operadores de estas decisiones
–casi seguramente el Ministro de Transportes, Alexis Guerrera, y el titular de
la AGP, José Beni– deberían por lo menos explicarle a la Nación las razones
de su empeño en dragar el brazo de río conocido como Paraná Bravo,
decisión sospechosa si se advierte que el Paraná Bravo sólo servirá
para desviar toda la navegación (de exportaciones argentinas) hacia el puerto
uruguayo de Nueva Palmira, de donde seguirán alegremente hacia Montevideo y de
ahí al Atlántico. Otra pérdida dramática de Soberanía, con daños devastadores
para la economía argentina.
Pero no sólo es cuestionable el decreto
949/20 porque habilita la definitiva entrega de la Soberanía, sino que también
debería revocarse la reciente resolución 625/22 del Ministerio de Transporte,
que ofende a la bandera argentina. Porque se suma al ya violento absurdo
de que la gran mayoría de los puertos que están sobre el Paraná, por donde sale
toda nuestra riqueza al exterior, pertenecen a empresas extranjeras que no
pagan impuestos. Y para colmo operando el puerto de Montevideo para
exportar toda la producción de nuestro país. Cosa que no ocurrirá si se
activa el Magdalena.
Hace ya demasiado tiempo que la Argentina
padece un modelo de navegación que nos obliga a subsidiar las cargas y flotas
extranjeras que compiten con nuestras exportaciones, con nuestra casi
inexistente flota de bandera, y condenando a nuestros puertos a su lenta y
definitiva desaparición.
Y además de todo lo anterior, encima no
resulta fácil explicar el silencio del Congreso frente a tantas y tan
determinantes medidas que condicionan el futuro económico de este país. Por
todo eso y más, y ante la gravedad y urgencia de la situación, ahora sólo cabe
esperar que el Presidente Alberto Fernández revoque de una vez el Decreto 949/20,
por el bien de la República y antes de que sea demasiado tarde.
Por todo lo anterior cobra importancia la
anunciada convocatoria a marchas y puebladas en todas las ciudades y
pueblos del país, el próximo viernes 18. Ocupar plazas y calles a partir de la
cinco de la tarde y con banderas, caminando y cantando pacíficamente durante
algunas horas, será un saludable modo de celebrar el Día de la
Soberanía honrando en todo el territorio nacional la lucha de nuestros
Padres Fundadores. Será sin dudas una resistencia más romántica que efectiva,
pero no inútil.
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