Siempre he dicho que uno es el resultado de su esfuerzo personal y de la circunstancias, repetir como un papagayo la famosa frase de que "nadie me regalo nada" para referirse a que todo lo logrado se debe única y exclusivamente a mis ganas y a mi trabajo, es tan soberbio como estúpido, nos desarrollamos como individuos porque hay una sociedad que propicia esas condiciones y a ella debemos que nuestros sueños se puedan cumplir o no. Cada cual tiene el derecho de pensar en que sociedad quiere vivir y quienes serán los que conduzcan la suerte de esa sociedad, en unas mas que en otras, el hombre común con su participación activa en todas las esferas de la vida puede incidir en mayor o menor medida en la suerte de todos. El próximo 22 de Noviembre en la Argentina se debaten dos modelos de país, no es un simple Boca-River, es la suerte de 40 millones de Argentinos, cada cual escogerá según su experiencia, su ideología y porque no pensando no solo en su suerte personal sino en la de todos, la votación es un acto individual pero tiene una responsabilidad colectiva. Yo ya escogí, ojala mi modesto voto este con la mayoría, pienso que entonces echaremos pa'lante.
QUEDAN UNOS POCOS DÍAS PARA ACTUAR, SE NOS VIENE LA NOCHE
( Por Eduardo Aliverti, Columna emitida el sábado 31 de octubre en el programa Marca de Radio en AM La Red)
Me voy
a tomar algún minuto más que lo habitual. Quizá por varias razones. Y aviso que
es cero original lo que voy a decir. Tampoco se trata de ser original. Lo que
se quiera que haya pasado, ya pasó. El tema es determinar cuánto de la
interpretación de lo sucedido sirve para entender mejor lo que puede venir y
cuánto es absolutamente inútil si se trata de aceptar que lo que quedó en juego
es dramático. Dramático.
Hay lugares para muchos y para muchas cosas hasta el 22 de
noviembre, salvo para los tibios, los pusilánimes, los 'no sé', los 'voy a
ver', los 'tengo que pensarlo'. Esta columna, este arranque editorial, como en
otras pocas oportunidades y justamente por entender que estamos ante una
encrucijada de carácter histórico -otro lugar común, que también es cierto- va
prescindir de algunas formalidades del rigor periodístico. Es decir, va dicha y
escrita desde un compromiso sentimental e ideológico que cuidará menos que lo
habitual el resguardo por las distancias analíticas, de forma, de construcción
raciológica. Menos, no del todo.
Si fuera por lo más directo que sale de las entrañas, uno caería
en irresponsabilidades porque anda enojado. En alguna medida absorto y
queriendo entender con éxito desparejo qué fue lo que nadie vio venir. Pero
ante eso sí prevalece la obligación de un analista porque los arrebatos tienen
un límite cuando se dispone de un espacio público de opinión profesional.
Ni se entiende, ni se arregla, ni se construye nada desde el
resentimiento. Nada positivo. Entendámonos porque destruir sí que se puede. Y
cómo.
Ellos están de fiesta y nosotros de shock. Igualmente cuidado,
la fiesta de ellos también involucra sorpresa e incertidumbre. El ellos no
remite centralmente a quienes los votaron, que es gente cuyas razones deben
interpretarse de modo cabal y ahí sí, metiendo la cuña de todo lo mal que hizo
o habría hecho el kirchnerismo y todo lo bueno realizado por quienes quedaron
cerca del cabeza a cabeza.
El ellos aplica a los grupos de poder que de la noche a la
mañana se sienten en perspectivas de volver a gobernar el país y a la
administración política que los representaría. Eso es el ellos.
El domingo a la noche, Macri tuvo dificultades más serias que
las acostumbradas para coordinar oraciones potentes o gramaticalmente armónicas
porque estaba tan anonadado como el resto de sus acompañantes. Podían esperar
punto más o punto menos en la lucha por entrar a la segunda vuelta, pero ni en
la fantasía más afiebrada soñaban con ganar la provincia de Buenos Aires y
ahora se preguntan cómo sigue. Cómo, no qué.
Van a llenar los casilleros y el club de devaluadores
compulsivos, sus socios de agronegocios y finanzas y unos cuantos de esos
técnicos que a la derecha le sobran, ocuparán el organigrama por propia fuerza
inercial.
Pero hasta el domingo a la madrugada, esto era para ellos, una
experiencia de laboratorio. Y ahora saltaron de partido exclusivamente porteño,
que vaya si lo sigue siendo en su armado porque no tiene una sola figura o
figurita federal, a otro que se encontró con tener que gobernar la provincia y
quizá el país.
Lo cual a su vez, le golpeó el probable gabinete a Rodríguez
Larreta que en parte o en todo debería mudarse a territorio bonaerense, para a
la vez de la vez, dejar cojo al que Macri pudiera tener pensado para Casa
Rosada. Insistamos, nada que no puedan resolver. Pero, ellos también están en
shock porque no es lo mismo elucubrar desde esos recintos y consultoras que le
hacen ganar plata a los ricos en los papeles y en las operatorias financieras,
que tener que lidiar con docentes, policías, empelados públicos, movimientos
sociales, intendentes y las yapas de mafias varias como el narcotráfico, que
según el discurso de Massa y de Macri, en esto por omisión, se arreglan
recurriendo a militares, que ni quieren saber nada con retomar e involucrarse
en la política ni tienen fuerza operativa ni preparación, ni claro de dónde
saldrían los fondos para pagarles afectando a quiénes.
Atención entonces porque por el momento, todo suena a que van a
comandar una playstation de las que el principal operador de prensa de la
oposición se las endilga a Máximo Kirchner. Los serios problemas en que
quedaron el gobierno y la opción que ofrece para continuar con sus grandes
líneas, son antes de capital, provisoriamente simbólico que de números
concretos, aunque por supuesto corresponde integrar a las cifras.
El shock hace perder de vista un enorme volumen electoral de
casi 37% de los votos, superando al segundo, a favor de un oficialismo que
gobierna hace 12 años y los últimos cuatro en medio de yerros propios,
condiciones internacionales adversas y una ofensiva tremenda de algunos de los
grupos más concentrados del poder económico y mediático Epa!.
Obviamente si se confía en ganar una final con comodidad para
terminar yendo al tercer partido, el que perdió por muchísimo menos de lo que
se pensaba, va envalentonado. Todos se convierten en directores técnicos de lo
que falló. Todos.
Es tan lógico como saber medir que todavía falta el match
decisivo. Con la diferencia de que tampoco es lo mismo centrarse en los
lamentos que convencerse de que hay las armas para ganar el último. Incluyendo
mucho kirchnerismo, aparecieron los sabios del diario del lunes. Y hay que aceptarles
sus razones en un montón de aspectos. Nadie dice lo contrario.
No haberse preocupado en preparar un candidato mejo que Scioli.
La gestión de Scioli en la Provincia. Las idas y vueltas con Randazzo, mas no
haber previsto que su despecho también lo apartaría como candidato bonaerense.
Una campaña vegetariana que no se arrimó a la gente, contra adversarios que sí
lo hicieron y por favor la traición de tantos y cuántos clásicos capataces del
Conurbano que activaron en contra.
Agréguese cuanto dé la gana y el razonamiento, pero resulta que
Macri puede ser Presidente y para atrás se acabó la discusión muchachos. Se
acabó. Argentina puede haber quedado al borde de una restauración conservadora
que en el muy mejor de los casos se presentará dietética al inicio del primer
tiempo y después será igual o más feroz que aquello que terminó con la clases
medias gritando que entre piquete y cacerola la lucha es una sola.
Uno tiene la sensación -en verdad, son muchas las sensaciones
porque todavía está procesándose lo ocurrido- de que mucha gente votó con la
certeza de que hay conquistas sin marcha atrás. Derechos sociales adquiridos
para siempre y en consecuencia, ánimo para ver qué pasa con otros
administradores.
Bueno, diría Adelina Dalesio de Viola, una dirigente del
menemato mediáiitco de los 90: "conquistas irreversibles las
pelotas". Van a devaluar a lo pavote para recomponer la maximización de la
renta agropecuaria exportadora, van a satisfacer a una burguesía que es local,
no nacional. Van a bajar la demanda por vía fiscal y monetaria. Van desregular
el mercado cambiario y van a producir la caída del salario real. Van a destruir
las pequeñas y medianas empresas. Van a aumentar el desempleo y el trabajo
informal. Y al final de la película, que ya vimos quichicientas veces, van a
reprimir. Y se fugarán en helicóptero con su plata bien pipona.
Los científicos volverán a lavar los platos. A los pobres les
mantendrán la Asignación Universal por Hijo pero la cobrarán el día del arquero
porque van a desfinanciar al Estado como motor del consumo. Los sectores medios
se encantarán con ese comienzo de dólar para todos, para más tarde o más
temprano ir a reventar las puertas de los bancos. Las empleadas domésticas
pobres tendrán que ir a cantarle a Gardel en el reclamo de sus derechos
adquiridos. Los que tienen una pyme de producción quedarán en la lona por
invasión de importados y los que la tienen de servicios sufrirán porque no les
pueden pagar la cuota de lo que sea porque la gente se quedó sin laburo.
Eso sí, la inflación descenderá, y en entonces habrá de
preguntarse créase o no para qué sirve que baje si no hay ni salario real ni
empleo. Habrá ese periodo inicial de espejitos de colores porque seguro
aparecerán los dólares que tienen guardados en la silobolsas, y grandemente
probable los que provengan de un nuevo endeudamiento internacional para
engordar reservas. No es tan sencillo como lo estamos diciendo, porque hay
reservas que no son monetarias, sino sociales. Y aun cuando ganaran en las
urnas tendrán delante una potencia movilizadora nada despreciable. Pero el
rumbo es ese el de Macri.
¿Sería tan distinto con Scioli? En algunas cosas no. Pongámosle
que no en las bajas de subsidios que habrá en las tarifas de servicios públicos
para los sectores de mayor consumo, con su consecuente impacto en la inflación,
que Macri no reprimirá por ahí, sino por el vehículo de aumentar las ganancias
de las grandes empresas a través de achicar sus costos laborales en dólares.
Eso es. Pero si es por el resto, hay alguna garantía, o alguna mucho mejor que
la de Macri respecto de no ser brutal a corto y mediano plazo. Porque tendría
el recorte que le impone un programa de Gobierno que queda cercado por el
perfil mercado interno. Y si no, porque es Macri, chau Pro.Cre.Ar, chau el
tibio desarrollismo industrial impulsado por las políticas públicas proactivas.
Chau al Estado poniéndole límites al salvajismo del mercado libre donde compite
el tigre con las gacelas.
No está
en juego -o sí, pero nos interesa a unos poquitos que vivimos el microclima
progre- si se acaba el Fútbol para Todos, si el reconocimiento gremial a
músicos y actores, 678, los satélites argentinos, canal Encuentro y el personaje de
Zamba será Mickey, los juicios a los genocidas, el matrimonio igualitario, lo
programas de radio Nacional, la Ley de Medios. Está en juego el laburo, los
trabajadores, las paritarias; los jubilados que mal que mal cobran con reajuste
semestral y todos los que se jubilaron gracias a que el Estado les reparó los
años que los patrones no les aportaron.
Está en juego todo eso y algunos pelotudean con que si a Scioli
le gusta Montaner, con que se cargue el equipo al hombro y ponga lo que debe
ponerse, como si tuviera el carisma de la Presidenta. Con que en 20 días
enfrente a las corporaciones con un discurso que nunca le salió ni le va a
salir porque él no es así, más allá de las convicciones que tenga. Ojalá lo
intentara. Y hasta le saldría bien porque el contrincante no resiste archivo.
Pero no es justo pedirle que tenga la estatura emocional de Cristina.
Perdón por la pedantería de la sentencia pero lo que hay que
hacer es militarla, cada quien desde su lugar, advirtiendo a los que se pueda y
deba que se nos viene la noche, que esto no es chiste ni probar qué onda. Que
se está dispuesto a admitir todos los errores pero no el más inmenso de todos,
que sería volver a confiar en un conservador de los más jodidos y en los globos
de paz y amor.
Hace 5 años que se murió Kirchner, que al margen de cualquier
versión ideológica supo leer su tiempo y jugar para adelante cuando se las vio
negras, como en 2009. Qué miedo ni soberbia ni ocho cuartos. Las personalidades
y la capacidad de liderazgo no se reproducen, pero la mística de evitar al
menos el mal mayor es una utopía conquistada.
Esta vez sí es cierto que la lucha que se pierde es la que se
abandona. Hay que dejar atrás la calentura y convertirla en empuje. Ya fue la
sorpresa y el enojo por no poder creer que una parte de la sociedad, gruesa, se
disponga a jugar con fuego. Ya fue. Quedan unos pocos días para actuar y saber
si quienes no están dispuestos a semejante riesgo somos capaces como sea de
intentar evitarlo.
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