El problema no es
ser capaz de volver a
empezar
...
El problema señor
será siempre
sembrar amor
(Silvio Rodriguez, "El Problema")
Este mes de Junio pero de hace 55 años atrás, Fidel daba su discurso conocido más tarde como "Palabras a los Intelectuales", yo no había nacido entonces y soy el resultado de esa verdadera Revolución Cultural que significo la Revolución Cubana, no entro ni entraré dentro de la categoría "intelectual", más bien uno más de esos hijos de obreros, que se favoreció de la cultura que esa Revolución nos dio y me hice científico en una de las mejores Universidades de la antigua URSS.
Algunos solo acuden a "Palabras ..." para demostrar que allí comenzó la tan cacareada "censura revolucionaria" y por tanto despotricar sobre la libertad de expresión en la Revolución. Cada cual tiene derecho a pensar lo que quiera, y por supuesto no voy hacer yo quien defienda lo indefendible, que hubieron "arribistas de todo tipo" que mal interpretando aquella "reflexión" se cargaron a cuanto pudieron por obtener una "intelectualidad limpia y pura" en un proceso revolucionario, me hubiera gustado que más de un "censor" hubiera entendido bien la frase "...Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas del pueblo. El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo, es ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellas; para nosotros será noble, será bello y será útil, todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellas...". o aquella otra "...¿Quiere decir que vamos a decir aquí a la gente lo que tiene que escribir? No. Que cada cual escriba lo que quiera, y si lo que escribe no sirve, allá el. Si lo que pinta no sirve, allá el. Nosotros no le prohibimos a nadie que escriba sobre el tema que prefiera. Al contrario. Y que cada cual se exprese en la forma que estime pertinente y que exprese libremente la idea que desea expresar. Nosotros apreciaremos siempre su creación a través del prisma del cristal revolucionario. Ese también es un derecho del Gobierno Revolucionario, tan respetable como el derecho de cada cual a expresar lo que quiera expresar..."
Invito a leer con detenimiento esta "Palabras a los Intelectuales", en este Mundo actual donde leer más de dos párrafos aburre, considero que es un documento que vale la pena releer y por supuesto contextualizarlo en su momento histórico. Por un 1 % de los expresado allí en ideas de las cosas que la Revolución iba a llevar a cabo y realizo, hoy en día gana cualquier partido en esta empobrecida Latinoamérica, donde lo logrado por esa Revolución Cubana en el ámbito de la Cultura para el pueblo aun hoy después de 55 años de aquel documento es una quimera imposible de alcanzar.
No obstante a todo esto, mucha agua cayó bajo el puente desde entonces y en Cuba se cometieron atropellos intelectuales de todo tipo y hasta se evidencio un inmovilismo mortal en la cultura llena de dogmatismos propios y adquiridos, por tanto sería bueno releer aquellas palabras de ese gran intelectual cubano Carlos Rafael Rodriguez en el 6to. Congreso de la UNEAC en enero de 1988, que para mi modesto entender actualiza "Palabras..." 26 años después.
No obstante a todo esto, mucha agua cayó bajo el puente desde entonces y en Cuba se cometieron atropellos intelectuales de todo tipo y hasta se evidencio un inmovilismo mortal en la cultura llena de dogmatismos propios y adquiridos, por tanto sería bueno releer aquellas palabras de ese gran intelectual cubano Carlos Rafael Rodriguez en el 6to. Congreso de la UNEAC en enero de 1988, que para mi modesto entender actualiza "Palabras..." 26 años después.
(https://lapupilainsomne.wordpress.com/2015/08/28/la-revolucion-que-condena-la-pelea-innecesaria-ha-respaldado-siempre-la-pelea-justa-lo-que-rechaza-es-la-quietud-pesimista/)
Tengo el gusto además de dejarles este corto hecho por uno de los realizadores cubanos actuales, polémico en su mirada, pero honesto, Eduardo Del Llano, a quien considero un digno representante de mi generación, hombre que vive y trabaja en Cuba y que tanto en sus filmes como en sus escritos describe como intelectual contemporáneo la Cuba de hoy.
PALABRAS A LOS INTELECTUALES
(Fidel Castro, La Habana)
(En los días 16,
23 y 30
de junio de
1961 se efectuaron,
en la Ciudad
de La Habana, en el Salón de
Actos de la Biblioteca Nacional, reuniones en las que participaron las
figuras más representativas de
la intelectualidad cubana. Artistas y
escritores discutieron y
expusieron ampliamente sus
puntos de vista sobre
distintos aspectos de la
actividad cultural y
sobre los problemas relacionados con
sus posibilidades de creación, ante el
Presidente de la Republica,
Dr. Osvaldo Dorticos
Torrado, el Primer
Ministro, Dr. Fidel Castro,
el Ministro de
Educacion, Dr. Armando
Hart, los miembros
del Consejo Nacional de Cultura y otras figuras representativas del
Gobierno.)
Compañeras y Compañeros:
Después
de tres sesiones en
las que se discutieron distintos problemas relacionados
con la cultura y el trabajo creador; en las que se plantearon muchas
cuestiones interesantes y se expresaron
los diferentes criterios
representados, nos toca
a nosotros cubrir
nuestro turno. No lo haremos como la persona mas autorizada para hablar sobre
la materia, pero si, tratándose de una reunion de ustedes y nosotros,
por la necesidad de que expresemos aquí algunos puntos de vista.
Teníamos mucho interés en
estas discusiones, y creo que
lo hemos demostrado
con eso que podría llamarse «una
gran paciencia». Pero en realidad no ha sido necesario realizar un esfuerzo
heroico porque, para
nosotros, ha sido
una discusion instructiva
y diría sinceramente que
tambien ha resultado
amena. Desde luego
que en este
tipo de discusion no somos nosotros, los hombres de Gobierno, los mas
aventajados para opinar sobre cuestiones
en las cuales
ustedes se han
especializado. Por lo
menos... este es mi
caso.
El hecho
de ser hombres
de Gobierno y
agentes de esta
Revoluci6n no quiere
decir que estamos obligados
(aunque acaso lo
estemos) a ser
peritos en todas
las materias. Es posible
que si hubiésemos
llevado a muchos
de los compañeros
que han hablado
aquí a alguna reunion del Consejo de Ministros a discutir los problemas con los
cuales estamos más familiarizados, se habrían
visto en una situaci6n similar a la nuestra.
Nosotros hemos sido agentes de esta Revolucion, de la
Revolucion economico-social que esta
teniendo lugar en
Cuba. A su
vez esa Revolucion
economica y social
tiene que producir inevitablemente
también una Revolucion cultural en nuestro País.
Por
nuestra parte hemos
tratado de hacer
algo (quizás en
los primeros instantes
de la Revolucion había
otros problemas mas
urgentes que atender).
Podríamos hacernos también una
autocritica al afirmar que habíamos dejado un poco de lado la discusión de
una cuestion tan
importante como esta.
No quiere decir
que la habíamos
olvidado del todo; esta
discusion -que quizás
el incidente a
que se ha
hecho referencia aquí reiteradamente contribuyo a acelerar-,
ya estaba en la mente del Gobierno. Desde hacía meses teníamos
el propósito de
convocar a una
reunion como esta
para analizar el problema
cultural. Los acontecimientos se
han ido sucediendo
y sobre todo
los últimos fueron la
causa de que
no se hubiese
efectuado con anterioridad.
Sin embargo, el Gobierno
Revolucionario había ido
tomando algunas medidas
que expresaban nuestra preocupación por
ese problema. Algo se ha
hecho y varios
compañeros del Gobierno
en más de una
ocasion han insistido en
la cuestion. Por lo pronto
puede decirse que la
Revolucion en si misma trajo ya algunos cambios en el ambiente cultural; las
condiciones de trabajo de los artistas han variado.
Yo creo que aquí se ha insistido un poco en algunos aspectos
pesimistas; creo que aquí ha habido una preocupacion que se va mas allá de
cualquier justificacion real sobre este problema. Casi no se ha
insistido en la realidad de los cambios que han
ocurrido con relacion al ambiente y a las condiciones actuales de los
artistas y de los escritores. Comparándolo con el pasado es incuestionable que
los artistas y escritores cubanos no se pueden sentir como en el pasado y que
las condiciones del pasado eran
verdaderamente deprimentes en nuestro País para los artistas y
escritores. Si la Revolucion comenzo trayendo en si misma un cambio profundo en el ambiente y en las condiciones,
¿Por qué recelar de que la Revolucion que nos trajo esas nuevas
condiciones para trabajar pueda
ahogar esas condiciones? ¿Por qué recelar
de que
la Revolución vaya precisamente a
liquidar esas condiciones que ha traído consigo?
Es cierto que aquí se está
discutiendo un problema que no es
un problema sencillo. Es cierto que todos nosotros tenemos el deber
de analizarlo cuidadosamente. Esto es una obligacion tanto de ustedes como de
nosotros. No es un problema sencillo
puesto que es un problema que
se ha planteado
muchas veces y
se ha planteado
en todas las revoluciones. Es una
madeja, pudiéramos decir,
bastante enredada y nada fácil
de desenredar. Es un problema que tampoco nosotros vamos fácilmente a
resolver.
Los distintos compañeros que
han hablado expresaron aquí un sin número de puntos de vista y los
expresaron con sus argumentos. El primer día había un poco de temor a entrar en el tema y por
eso fue necesario que nosotros les pidiéramos a los compañeros que abordaran el
tema; que aquí cada cual dijera lo que
le inquietaba.
En el fondo, si no nos
hemos equivocado, el problema
fundamental que flotaba aquí en el ambiente
era el problema de la libertad para la creación
artística. También cuando han visitado a
nuestro País distintos escritores, sobre
todo escritores políticos
abordaron esta cuestión mas de una vez. Es indudable que ha sido un
tema discutido en todos los países donde han tenido lugar evoluciones
profundas como la nuestra.
Casualmente, un rato
antes de volver
a este salon, un
compañero nos traía un
folleto donde en la portada o al final
aparece un pequeño dialogo sostenido por
nosotros con Sartre y que el compañero Lisandro Otero
recogió, en el
libro que lleva
por título Conversaciones en la
Laguna (Revolucion, martes 8 de
marzo de 1960).
Una cuestión
similar nos planteo
en otra ocasion
Wright Mills, el
escritor norteamericano.
Debo confesar
que en cierto
sentido estas cuestiones
nos agarraron un
poco desprevenidos. Nosotros no tuvimos nuestra conferencia de Yenan con
los artistas y escritores cubanos durante
la Revolucion. En realidad esta
es una revolucion que se gesto
y llego al
Poder en un
tiempo, puede decirse
«record». Al revés
de otras revoluciones, no tenía todos los principales problemas resueltos.
Una de las características
de la Revolución ha sido, por eso, la necesidad de enfrentarse a muchos
problemas apresuradamente. Y nosotros somos
como la Revolución, es decir, que
nos hemos improvisado bastante. Por eso
no puede decirse que esta Revolución haya tenido ni la
etapa de gestacion que han tenido otras
revoluciones, ni los dirigentes de la Revolución la madurez intelectual
que han tenido los dirigentes de otras revoluciones. Nosotros creemos
que hemos contribuido
en la medida
de nuestras fuerzas a los
acontecimientos actuales de nuestro País.
Nosotros creemos que con el
esfuerzo de todos, estamos
llevando adelante una verdadera Revolución y que esa Revolución se desarrolla y
parece llamada a convertirse en uno de
los acontecimientos importantes de este
siglo. Sin embargo,
a pesar de
esa realidad, nosotros
que hemos tenido
una participacion importante en esos acontecimientos, no nos creemos teóricos
de las revoluciones ni intelectuales de las revoluciones. Si los hombres se
juzgan por sus obras tal vez nosotros tendríamos derecho a
considerarnos con el merito de la obra
que la Revolución en si misma
significa. Y sin embargo no pensamos así y creo que todos debiéramos tener
una actitud similar, cualesquiera
que hubiesen sido nuestras obras. Por meritorias que puedan parecer debemos empezar por situarnos en
la posicion honrada de no
presumir que sabemos más que los demás, de no presumir que hemos alcanzado
todo lo que se pueda aprender, de no
presumir que nuestros puntos de vista
son infalibles y que todos
los que no piensen exactamente
igual están equivocados. Es decir, que
nosotros debemos situarnos en esa
posición honrada; no de
falsa modestia, sino de verdadera valoración de lo que nosotros conocemos porque si nos situamos en ese punto, creo que será mas fácil
marchar acertadamente hacia delante, y que si todos adoptamos esa actitud tanto
ustedes como nosotros, desaparecerán actitudes personales y desaparecerá esa cierta
dosis de personalismo que ponemos en
el análisis de los problemas. En realidad, ¿que sabemos
nosotros? Nosotros todos estamos aprendiendo.
En realidad, todos tenemos mucho
que aprender y no hemos
venido aquí a enseñar; nosotros hemos venido también a aprender.
Había ciertos miedos en el
ambiente y algunos compañeros han expresados esos temores.
Al escucharlos teníamos a
veces la impresión de
que estábamos soñando un
poco. Teníamos la impresión de
que nosotros no habíamos acabado de poner bien
los pies sobre la tierra. Porque
si alguna preocupación, si algún temor,
nos embargan hoy, es con respecto a
la Revolución misma. La gran
preocupacion que todos nosotros debemos tener es la Revolucion en si
misma. ¿O es que nosotros creemos
que hemos ganado ya todas las batallas revolucionarias?
¿Es que nosotros creemos que la Revolución no tiene peligros? ¿Cuál
debe ser hoy
la primera preocupación
de todo ciudadano?
¿La preocupación de que la Revolución vaya a desbordar sus medidas, de
que la Revolución vaya a asfixiar el arte, de que la Revolucion vaya a asfixiar
el genio creador de nuestros ciudadanos, o la preocupacion de todos no ha de ser la Revolucion misma? ¿Los
peligros reales o imaginarios que puedan amenazar el espíritu creador o los
peligros que puedan amenazar a la Revolución misma?... No se trata de que
nosotros vayamos a invocar este peligro
como un simple argumento;
nosotros señalamos que el estado de ánimo
de todos los ciudadanos del País y que el estado de ánimo de todos los escritores y
artistas revolucionarios, o de
todos los escritores y artistas que comprenden y justifican a la Revolución, debe ser: ¿que peligros
pueden amenazar a la Revolución y que
podemos hacer por ayudar a la Revolución? Nosotros creemos
que la Revolución tiene todavía muchas batallas
que librar, y nosotros
creemos que nuestro primer pensamiento y nuestra primera
preocupación deben ser: ¿qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa?
Porque lo primero es eso: lo primero es la Revolución misma y después,
entonces, preocuparnos por las demás
cuestiones. Esto no quiere decir
que las demás cuestiones no deban preocuparnos,
pero que en el ánimo nuestro, tal como es al menos el nuestro, nuestra preocupaci6n
fundamental ha de ser la Revolución.
El
problema que aquí se ha estado
discutiendo y vamos a abordar, es el
problema de la libertad de los escritores y de los artistas para expresarse.
El
temor que aquí ha
inquietado es si la Revolución va a ahogar esa libertad; es si la Revolución va a sofocar el
espíritu creador de los escritores y de los artistas.
Se
hablo aquí de la libertad formal. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que se respete la libertad
formal. Creo que no hay duda acerca de este problema.
La
cuestión se hace más sutil
y se convierte verdaderamente en el punto esencial de la discusión
cuando se trata de la libertad de contenido. Es el punto más sutil porque es el que está expuesto a las más
diversas interpretaciones. El punto más polémico
de esta cuestión es: si debe
haber o no una
absoluta libertad de contenido
en la
expresión artística. Nos parece
que algunos compañeros defienden ese punto de vista. Quizás
por temor a eso que estimaron prohibiciones, regulaciones, limitaciones,
reglas, autoridades, para decidir sobre
la cuestion.
Permítanme decirles en
primer lugar que la
Revolución defiende la libertad; que
la Revolución ha traído al País una suma
muy grande de libertades; que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la
preocupación de alguno es que la
Revolución vaya a asfixiar su espíritu
creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa
preocupación no tiene razón de ser.
¿Dónde puede
estar la razón
de ser de
esa preocupación? Solo puede
preocuparse verdaderamente
por este problema
quien no esté
seguro de sus
convicciones revolucionarias. Puede
preocuparse por este problema quien tenga
desconfianza acerca de su propio arte;
quien tenga desconfianza acerca de su verdadera capacidad
para crear. Y cabe preguntarse si un
revolucionario verdadero, si un artista o intelectual que sienta la Revolución y
que este seguro
de que es
capaz de servir
a la Revolución,
puede plantearse este problema;
es decir, el
si la duda
cabe para los
escritores y artistas
verdaderamente revolucionarios. Yo
considero que no; que el
campo de la duda queda para los escritores y artistas que sin
ser contrarrevolucionarios no se sienten tampoco revolucionarios.
(APLAUSOS).
Y
es correcto que un escritor y artista que no sienta verdaderamente como
revolucionario se plantee ese problema; es decir, que un escritor y artista
honesto, que sea capaz de comprender toda
la razón de ser y la
justicia de la Revolución sin
incorporarse a ella se plantee este
problema. Porque el
revolucionario pone algo por
encima de todas las demás cuestiones; el revolucionario pone algo
por encima aun de su propio espíritu creador: pone la Revolución por encima de todo lo demás y
el artista mas revolucionario seria aquel que estuviera dispuesto a sacrificar
hasta su propia vocación artística por la Revolución.
(APLAUSOS).
Nadie ha
supuesto nunca que todos los
hombres, o todos los escritores, o todos los artistas
tengan que ser
revolucionarios, como nadie
puede suponer que
todos los hombres o todos
los revolucionarios tengan
que ser
artistas, ni tampoco que todo hombre
honesto, por el
hecho de ser
honesto, tenga que
ser revolucionario. Ser revolucionario es también una actitud ante
la vida, ser revolucionario es también una actitud
ante la realidad existente, y hay hombres que
se resignan a esa realidad, hay
hombres que se adaptan a esa realidad y hay hombres que
no se pueden resignar ni adaptar
a esa realidad y tratan de cambiarla,
por eso
son revolucionarios. Pero puede haber hombres que se
adapten a esa realidad y ser hombres honestos, s6lo que su
espíritu no es un espíritu revolucionario; solo que su actitud ante la realidad no es una actitud revolucionaria.
Y puede haber, por supuesto, artistas y buenos artistas, que no tengan ante la
vida una actitud revolucionaria y es precisamente para ese
grupo de artistas e intelectuales
para quienes la Revolución en sí
constituye un hecho imprevisto, un hecho
nuevo, un hecho
que incluso puede
afectar su ánimo
profundamente. Es precisamente para
ese grupo de
artistas y de intelectuales
que la
Revolución puede constituir un problema.
Para un
artista o intelectual mercenario, para
un artista o intelectual
deshonesto, no seria nunca un problema; ese sabe lo que tiene que hacer,
ese sabe lo que le interesa, ese sabe hacia donde tiene que marchar. El
problema existe verdaderamente para el
artista o el intelectual que no tiene
una actitud revolucionaria ante la vida y que, sin embargo, es una persona
honesta. Claro está que quien tiene esa actitud ante la vida, sea
o no sea revolucionario, sea o no sea artista, tiene sus fines, tiene sus
objetivos y todos nosotros podemos preguntarnos sobre esos fines y esos
objetivos. Para el revolucionario esos
fines y objetivos se dirigen hacia el
cambio de la realidad; esos fines
y objetivos se dirigen hacia la redención del hombre. Es precisamente el
hombre, el semejante, la redención de sus
semejantes, lo que
constituye el objetivo
de los revolucionarios. Si a
los revolucionarios nos preguntan
que es
lo que más
nos importa, nosotros diremos: el
pueblo y siempre diremos el pueblo. El pueblo
en su sentido real, es
decir, esa mayoría del pueblo que
ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más
cruel. Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del
pueblo, es decir, las clases oprimidas
y explotadas del
pueblo. El prisma a
través del cual
nosotros lo miramos todo, es ese: para
nosotros será bueno lo
que sea bueno
para ellas; para nosotros será noble,
será bello y será útil, todo
lo que sea noble, sea útil y sea
bello para ellas. Si no se piensa así, si no se piensa por el pueblo y para
el pueblo, es decir, si no se
piensa y no se actúa para esa gran
masa explotada del pueblo,
para esa gran masa a
la que se desea redimir, entonces, sencillamente, no se tiene una actitud
revolucionaria.
Al
menos ese es el cristal a través del cual nosotros analizamos lo bueno, lo útil
y lo bello de cada acción.
Comprendemos
que debe
ser una tragedia cuando alguien entienda esto
y sin embargo tenga que
reconocerse incapaz de luchar por ello.
Nosotros somos o
creemos ser hombres revolucionarios. Quien sea
mas artista que revolucionario,
no puede pensar exactamente igual que
nosotros. Nosotros luchamos por el pueblo
y no padecemos ningún
conflicto porque luchamos por el pueblo
y sabemos que podemos lograr los
propositos de nuestras luchas. El
pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar
primero que en nosotros mismos y esa es la única actitud que puede definirse como una
actitud verdaderamente revolucionaria. Y para aquellos que no puedan tener o no
tengan esa actitud, pero que
son personas honradas, es para quienes existe el problema a que hacíamos referencia, y de la misma manera
que para ellos la Revolución constituye
un problema, ellos constituyen también para
la Revolución un problema del cual la Revolución debe preocuparse.
Aquí se
señalo, con acierto,
el caso de
muchos escritores y
artistas que no
eran revolucionarios, pero
que sin embargo eran
escritores y artistas honestos, que
además querían ayudar a la Revolución, que además a la Revolución le
interesaba su ayuda; que querían trabajar
para la Revolución y que a su vez a la
Revolución le interesaba que ellos aportaran sus conocimientos y su
esfuerzo en beneficio de la misma.
Es mas fácil apreciar esto
cuando se analizan los casos
peculiares y entre esos casos peculiares
hay muchos que no
es fácil analizar. Pero aquí
hablo un escritor católico. Planteo lo que a el le
preocupaba y lo dijo con toda claridad.
El pregunt6 si podía hacer una
interpretaci6n desde su punto de vista idealista de un problema determinado o si
el podía escribir una
obra defendiendo esos puntos de
vista. El pregunto
con toda franqueza si dentro
de un
régimen revolucionario el podía
expresarse de acuerdo con esos
sentimientos. Planteo el problema en una forma que puede verse como simbólica.
A el lo que le preocupaba
era saber si podía escribir de acuerdo con esos sentimientos o de
acuerdo con esa ideología que no era
precisamente la ideología de la
Revolución. Que el estaba de acuerdo con la Revolución en las cuestiones económicas
o sociales, pero que tenía una
posición filosófica distinta
de la filosofía de la Revolución.
Y ese es un caso digno
de tenerse muy en
cuenta, porque es precisamente
un caso
representativo del genero
de escritores y de
artistas que muestran una disposición
favorable hacia la Revolución
y desean saber qué
grado de libertad tienen dentro de las
condiciones revolucionarias, para expresarse de acuerdo con sus
sentimientos. Ese es el sector que
constituye para la Revolución un problema, de la misma manera que la Revolución
constituye para ellos un
problema y es deber
de la Revolución preocuparse por
esos casos; es deber de la Revolución preocuparse por la situación de
esos artistas y de esos escritores, porque la Revolución debe tener la
aspiración de que no solo marchen junto
a ella todos los
revolucionarios, todos los
artistas e intelectuales revolucionarios. Es
posible que los hombres y las mujeres
que tengan una actitud realmente
revolucionaria ante la realidad no
constituyan el sector mayoritario de la población;
los revolucionarios son la vanguardia del pueblo, pero los revolucionarios deben aspirar a que
marche junto a ellos todo el pueblo; la Revolución no puede
renunciar a que todos los hombres y mujeres honestos, sean o no
escritores o artistas, marchen junto
a ella; la Revolución debe
aspirar a que todo el que tenga dudas se
convierta en revolucionario. La Revolución debe tratar de ganar para
sus ideas la mayor parte del pueblo; la Revoluci6n nunca debe
renunciar a contar con la mayoría del pueblo; a contar, no solo con los revolucionarios, sino con
todos los ciudadanos honestos
que aunque no sean
revolucionarios, es decir, que
aunque no tengan una actitud
revolucionaria ante la
vida, estén con
ella. La Revolución solo debe
renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios.
Y la Revolución tiene que
tener una política para esa
parte del pueblo; la Revolución
tiene que tener una
actitud para esa parte de los
intelectuales y de los escritores. La
Revolución tiene que comprender esa realidad y, por lo tanto, debe actuar de
manera que todo ese sector de artistas y de intelectuales que
no sean genuinamente
revolucionarios, encuentre dentro
de la Revolución un campo
donde trabajar y crear y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas
revolucionarios, tenga oportunidad y libertad para expresarse, dentro de la Revolución. Esto significa
que dentro de la
Revolución, todo; contra la
Revolución nada. Contra la Revolución nada, porque la Revoluci6n
tiene también sus derechos y el primer
derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho de la Revolución
de ser
y de existir, nadie.
Por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la
Revolución significa los intereses de la Nación
entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella.
Creo que esto es
bien claro. ¿Cuáles son
los derechos de los escritores y de los artistas revolucionarios o
no revolucionarios? Dentro
de la Revolución:
todo; contra la Revolución ningún derecho.
(APLAUSOS).
Y esto no seria ninguna ley
de excepción para los artistas y
para los escritores. Este es un principio general
para todos los
ciudadanos.
Es un principio
fundamental de la Revolución. Los contrarrevolucionarios,
es decir, los
enemigos de la Revolución, no tienen ningún derecho contra
la Revolución, porque la Revolución tiene un derecho: el derecho de existir,
el derecho a desarrollarse y el derecho a vencer y ¿quien pudiera poner en duda ese derecho de un pueblo que ha dicho:
PATRIA O MUERTE, es decir, la
Revolución o la muerte?
La existencia de la Revolución
o nada; de una Revolución que ha dicho:
VENCEREMOS, es decir, que se ha planteado muy seriamente un propósito y
por respetables que sean los razonamientos personales de un enemigo de la
Revolución, mucho más respetables son los derechos y las razones de
una Revolución tanto más cuanto una Revolución es un proceso histórico, cuanto
una Revolución no es ni puede
ser obra del capricho o de la voluntad de ningún
hombre, cuanto una Revolucion solo
puede ser obra de la necesidad y de la voluntad de un
pueblo, y frente a los derechos de todo un pueblo, los derechos de los enemigos
de ese pueblo no cuentan.
Cuando
hablábamos de los casos
extremos, nosotros lo hacíamos sencillamente para expresar con más
claridad nuestras ideas. Ya dije que
entre esos casos extremos hay una gran
variedad de actitudes
mentales y hay
también una gran
variedad de preocupaciones. No significa
necesariamente que albergar
alguna preocupación signifique
no ser revolucionario. Nosotros
hemos tratado de definir actitudes esenciales. La Revolución no
puede pretender asfixiar el arte
o la cultura cuando una de las metas y uno de los propósitos
fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura,
precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un real patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para
el pueblo una vida mejor
en el orden material, queremos para
el pueblo una
vida mejor también en todos
los ordenes espirituales;
queremos para el pueblo
una vida mejor
en el orden cultural. Y lo
mismo que la Revolución
se preocupa por
el desarrollo de
las condiciones y
de las fuerzas
que permitan al pueblo
la satisfacción de
todas sus necesidades
materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al
pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales. ¿Que el
pueblo tiene un nivel bajo de cultura? ¿Que un alto porcentaje del pueblo
no sabe leer
ni escribir? También un porcentaje alto del pueblo
pasa hambre o al menos vive o vivía
en condiciones duras. Vivía en condiciones de miseria. Una parte del
pueblo carece de un gran
número de bienes materiales que
le son indispensables y nosotros tratamos de propiciar las condiciones
necesarias para que todos esos
bienes materiales lleguen al pueblo.
De la misma manera debemos
propiciar las condiciones necesarias para
que todos esos bienes culturales lleguen al pueblo. No quiere decir eso que el artista
tenga que sacrificar el valor de sus creaciones, y que necesariamente
tenga que sacrificar su calidad. Quiere
decir que tenemos que luchar en
todos los sentidos para que el creador produzca para el pueblo
y el pueblo a
su vez eleve
su nivel cultural a
fin de acercarse también a los creadores. No se puede señalar
una regla de carácter general; todas las manifestaciones artísticas no son
exactamente de la misma naturaleza, y a veces hemos planteado aquí las cosas como
si todas las
manifestaciones artísticas
fuesen exactamente de la
misma naturaleza. Hay expresiones
del espíritu creador que por su propia naturaleza pueden ser mucho más
asequibles al pueblo que
otras manifestaciones del espíritu creador.
Por eso no se puede
señalar una regla
general, porque ¿en que
expresión artística es que el artista tiene que ir al pueblo y en cual el pueblo tiene
que ir al artista?, ¿se puede
hacer una afirmaci6n de carácter general en ese
sentido? No. Sería
una regla demasiado simple. Hay
que esforzarse en todas las manifestaciones por llegar
al pueblo, pero a su vez hay que
hacer todo lo que
esté al alcance de
nuestras manos para que el pueblo pueda comprender cada vez más y
mejor. Creo que ese principio no contradice las aspiraciones de ningún artista;
y mucho menos si se tiene en
cuenta que los hombres deben
crear para sus contemporáneos.
No se diga que hay artistas
que viven pensando en la posteridad, porque, desde luego, sin el propósito de considerar nuestro
juicio infalible ni mucho
menos, creo que quien así
proceda se está autosugestionando. (APLAUSOS).
Y
eso no quiere decir que quien trabaje para
sus contemporáneos tenga que
renunciar a la posteridad de
su obra porque,
precisamente creando para
sus contemporáneos,
independientemente incluso de que sus contemporáneos
lo hayan comprendido o no, es como las
obras han
adquirido un valor histórico y un valor
universal. Nosotros no estamos haciendo una Revolución para las
generaciones venideras, nosotros estamos independientemente de que
los beneficios de esta
obra beneficien a las generaciones venideras y se convierta en un
acontecimiento hist6rico. Nosotros no estamos haciendo una Revolución para la posteridad; esta Revolución pasara a la
posteridad porque es una Revolución para ahora y para los hombres y las mujeres
de ahora. (APLAUSOS).
¿Quién nos seguiría a
nosotros si estuviésemos
haciendo una Revolución
para las generaciones venideras?
Trabajamos y creamos
para nuestros contemporáneos sin que
eso le quite a ninguna creación artística el merito de
aspirar a la eternidad.
Estas son verdades que todos debemos analizar con honradez. Y creo que hay
que partir de ciertas verdades fundamentales para no sacar conclusiones
erroneas. Y no vemos nosotros que haya
motivo de preocupaciones para ningún artista o escritor honrado. Nosotros
no somos
enemigos de la libertad.
Nadie aquí es enemigo de
la libertad. ¿A quién tememos?, ¿qué autoridad es la que tememos que
vaya a asfixiar nuestro espíritu creador? ¿O es que tememos a los compañeros del Consejo Nacional de Cultura?
En las conversaciones tenidas con los compañeros del Consejo Nacional de
Cultura, hemos observado puntos de vistas
y sentimientos que son muy ajenos
a las preocupaciones que aquí se
plantearon acerca de limitaciones, dogales, y cosas
por el estilo, impuestos al espíritu creador.
Nuestra conclusión es que
los compañeros del Consejo Nacional están tan
preocupados como todos ustedes por
que se logren
las mejores condiciones para que
el espíritu creador de los
artistas y de los intelectuales se desarrolle. Es un deber de la Revolución y del Gobierno Revolucionario
contar con un órgano altamente calificado que estimule, fomente, desarrolle y
oriente, si, oriente ese espíritu creador; lo consideramos un deber y esto
¿acaso puede constituir un atentado al derecho de los escritores y de
los artistas?
¿Esto
puede constituir una amenaza al derecho de los escritores y de los
artistas por el temor de que
se cometa una arbitrariedad o un
exceso de autoridad? De la
misma manera podemos albergar el temor que al pasar por un semáforo el policía nos agreda. De la misma manera podemos
albergar el temor a que el juez nos condene. De la misma manera podemos
albergar el temor de que la fuerza existente en el Poder Revolucionario cometa un acto de violencia
contra nosotros.
Es decir, que tendríamos entonces que preocuparnos de
todas esas cosas y sin embargo, la
actitud del ciudadano no es la de creer
que el miliciano va a disparar contra él, de que el juez lo va a
sancionar, de que el Poder va a
ejercer la violencia contra su persona.
La
existencia de una autoridad en el orden
cultural no significa que haya una razón
para preocuparse del abuso de esa
autoridad, porque ¿quien es el que
quiere o el que desea que esa
autoridad cultural no
exista? Por el
mismo camino podría aspirar
a que
no existiera la Milicia, que no existiera la Policía, que no existiera
el Poder del Estado y que incluso no existiera el Estado, y si a alguien le
preocupa tanto que no exista la menor autoridad estatal, entonces, que no se preocupe, que tenga
paciencia, que ya llegara el día en que el Estado tampoco exista.
(APLAUSOS).
Tiene
que existir un Consejo que oriente, que estimule, que desarrolle,
que trabaje para crear las mejores
condiciones para el trabajo de los artistas
y de los intelectuales y ¿quién es el primer defensor de los intereses de los
artistas y de los intelectuales si no ese mismo Consejo? ¿Quién
es el que propone leyes y sugiere
medidas de diferente carácter para elevar esas
condiciones, sino el Consejo Nacional de Cultura? ¿Quien propone una Ley de Imprenta Nacional para subsanar esas deficiencias que se han señalado
aquí? ¿Quien propone la creación
del Instituto de Etnología y Folklore, sino precisamente el Consejo Nacional? ¿Quien aboga
porque se dispongan de los
presupuestos y de las
divisas necesarias para traer
libros que hace
muchos meses que no
entran en el país;
para adquirir material para que los pintores y los artistas plásticos
puedan trabajar? ¿Quien se preocupa por los problemas económicos, es decir, por
las condiciones materiales de los artistas? ¿Qué organismo es el
que se preocupa por
toda una serie
de necesidades actuales de los
escritores y de los artistas? ¿Quién defiende en el seno del Gobierno los presupuestos, las edificaciones y los proyectos, precisamente encaminados a
elevar el nivel de las condiciones en
que ustedes vayan a trabajar? Es precisamente el Consejo Nacional de Cultura.
¿Por
que mirar a ese Consejo con reservas? ¿Por que
mirar a esa autoridad como una supuesta autoridad
que va precisamente
a hacer lo
contrario, a limitar
nuestras condiciones, a asfixiar
nuestro espíritu creador?
Se
concibe que se preocuparan de esa
autoridad aquellos que no tuvieran problemas de ninguna clase; pero en realidad
quienes puedan apreciar la necesidad de toda la gestión y de
todo el trabajo que tiene
que hacer el Consejo,
no lo mirarían jamás con
reserva, porque el Consejo
tiene también una obligación con
el pueblo y tiene una
obligación con la Revolución y con
el Gobierno Revolucionario, que
es cumplir los objetivos para los
cuales fue creado, y tiene tanto interés en el éxito de su trabajo como cada
artista lo tiene en el éxito del suyo.
No sé si se me quedaran
algunos de los problemas fundamentales que aquí se señalaron.
Se
discutió mucho el problema de la película. Yo no he visto la película,
aunque tengo deseos de ver la
película, tengo curiosidad por ver la
película. ¿Que fue maltratada la película? En
realidad creo que
ninguna película ha recibido tantos honores
y que ninguna película se ha discutido tanto.
Aunque nosotros
no hemos visto
esa película nos
hemos remitido al
criterio de compañeros que la
han visto, entre ellos el criterio del compañero
Presidente, el criterio de distintos compañeros del Consejo Nacional de Cultura. De mas esta
decir que es un criterio y es una opinión que
merece para nosotros todo el respeto; pero hay algo que creo que no se puede discutir y es el derecho establecido por la Ley a ejercer la función que en
este caso desempeño el Instituto del Cine o
la Comisión Revisora. ¿Se discute acaso ese
derecho del Gobierno? ¿Tiene o no
tiene derecho el Gobierno a
ejercer esa función? Para nosotros, en este caso,
lo fundamental es, ante
todo, precisar si existía o no existía ese
derecho por parte
del Gobierno, se podrá discutir
la cuestión del procedimiento, como se hizo; determinando
si no fue amigable, si pudo haber sido
mejor un procedimiento de tipo
amistoso; se puede discutir hasta
si fue justa o no
justa la decisión. Pero
hay algo que yo no creo que discuta nadie y es el derecho del Gobierno a ejercer esa
función, porque si impugnamos ese derecho entonces significaría que el Gobierno
no tiene derecho a revisar las películas que vayan a exhibirse ante el pueblo.
Y creo
que ese es
un derecho que
no se discute. Hay además algo
que todos comprendemos perfectamente: que
entre las manifestaciones de
tipo intelectual o artístico hay algunas que tienen una importancia
en cuanto a la educación del pueblo o a
la formaci6n ideológica del pueblo,
superior a otros tipos de
manifestaciones artísticas. Y no creo
que nadie pueda
discutir que uno
de esos medios
fundamentales e importantísimos
es el cine como lo es la televisión. Y, en realidad, ¿pudiera discutirse en
medio de la Revolución el derecho que
tiene el Gobierno a regular, revisar y
fiscalizar las películas que se exhiban
al pueblo? ¿Es acaso eso lo que se está discutiendo? Y ¿se puede considerar como una
limitacion o una formula
prohibitiva el derecho del Gobierno Revolucionario a fiscalizar esos
medios de divulgación que tanta influencia tienen en el pueblo?
Si
nosotros impugnáramos
ese derecho del
Gobierno Revolucionario estaríamos incurriendo en un problema de
principios porque negar esa facultad al Gobierno Revolucionario sería negarle
al Gobierno su función y su responsabilidad, sobre todo en medio de una
lucha revolucionaria, de
dirigir al pueblo y de dirigir
a la Revolución; y a veces ha
parecido que se impugnaba ese
derecho del Gobierno y en
realidad si se impugna ese
derecho del Gobierno
nosotros opinamos que
el Gobierno tiene
ese derecho. Y si
tiene ese derecho puede
hacer uso de
ese derecho. Lo puede
hacer equivocadamente, no pretendemos que el Gobierno sea
infalible. El Gobierno actuando en ejercicio
de un derecho o
de una función que
le corresponda no tiene
que ser necesariamente infalible.
Pero ¿quién es el que tiene tantas reservas con respecto al Gobierno,
quien es el que tiene tantas dudas, quien es el que tiene tantas sospechas, con respecto al Gobierno
Revolucionario y quien es el que desconfía tanto del Gobierno Revolucionario
que aun cuando estime que está equivocada una decisión suya, encuentra un verdadero motivo de terror en pensar que el Gobierno pueda siempre equivocarse?
No estoy
afirmando ni mucho menos
que el Gobierno
se haya equivocado
en esa decisión; lo que estoy
afirmando es que el Gobierno actuaba en uso de un derecho. Trato
de situarme en el lugar
de los que trabajaron en
esa película; trato de situarme en
el ánimo de los que hicieron la película y trato de comprender incluso su pena,
su disgusto, su dolor, de que la película no se hubiese exhibido.
Cualquiera
puede comprender eso perfectamente, pero hay que comprender que se actuo en uso de un derecho. Y que fue
criterio que conto con el respaldo de
compañeros competentes y
compañeros responsables del Gobierno y que en realidad no hay razón fundada para
desconfiar del espíritu de justicia
y de equidad de los hombres del Gobierno Revolucionario porque el Gobierno
Revolucionario no ha dado razones
para que alguien pueda poner en duda su espíritu de justicia y de equidad.
No podemos pensar que
seamos perfectos, incluso no
podemos pensar que seamos ajenos
a pasiones. Pudieran algunos señalar que determinados compañeros del Gobierno
sean apasionados o
no sean ajenos
a pasiones; y
los que tal
cosa crean ¿pueden verdaderamente asegurar que ellos
tampoco sean ajenos a pasiones?
Y ¿se le pueden impugnar
actitudes de tipo personal a algunos
compañeros sin aceptar que las opiniones
propias puedan estar
inspiradas también en
actitudes de tipo personal? Aquí podríamos decir
aquello de que quien se sienta perfecto o se sienta ajeno a las
pasiones tire la primera piedra.
Creo
que ha habido personalismo y pasión en la discusión. ¿En estas discusiones no ha habido personalismo y no ha
habido pasión? ¿Es que todos vinieron acá absolutamente despojados de pasiones
y de
personalismos? ¿Es que todos,
absolutamente, hemos venido despojados de espíritu de grupo? ¿Es que no ha habido corrientes y tendencias dentro
de esta discusión? Eso no se puede negar. Si un niño de seis años
hubiese estado sentado aquí, se habría
dado cuenta también de las distintas
corrientes y de los distintos puntos de vista y de las distintas pasiones que
se estaban confrontando.
Los compañeros han dicho
muchas cosas. Han dicho
cosas interesantes. Algunos han dicho
cosas brillantes. Todos han
sido muy «eruditos». Pero por encima de
todo ha habido una realidad, la realidad misma de la discusión y
la libertad con que todos han podido expresarse y defender sus puntos
de vista. La libertad con que todos han podido hablar y exponer aquí sus criterios en el seno de una
reunión amplia y que ha sido más amplia cada día; de una reuni6n que nosotros consideramos como una
reuni6n positiva; una reunión donde pudimos disipar toda una serie de dudas y
de preocupaciones. ¿Y que ha habido querellas? ¿Quién lo duda? ¿Y que ha habido
guerras y guerritas aquí entre los escritores y artistas? ¿Quién lo duda? ¿Y
que ha habido criticas y supercríticas?
¿Quién lo duda? ¿Y que algunos compañeros han
ensayado sus armas y han probado
sus armas a costa de otros compañeros? ¿Quien
lo duda?
Aquí
han hablado los heridos, expresando su
sentida queja contra lo que consideraron como ataques injustos.
Afortunadamente no han pasado los cadáveres, sino los heridos. Incluso compañeros
todavía convalecientes de las heridas recibidas. Y algunos de ellos presentaban
como una
evidente injusticia el que se les
hubiese atacado con cañones de grueso calibre
sin poder siquiera ripostar el
fuego. ¿Que se han producido críticas
duras? iQuién lo duda! Y en cierto
sentido aquí se planteo un problema que no vamos a tener la pretensión de dilucidar en dos
palabras. Pero creo que de
las cosas que se plantearon aquí, una de las mas correctas
es que el espíritu de la critica debía ser constructivo, debía ser positivo
y no destructor. Eso, hasta lo que
nosotros entendemos. Pero
esto, por lo general, no se tiene en cuenta. Por algo la palabra critica ha venido
a hacerse sinónimo de
ataque, cuando realmente no
significa semejante cosa. Cuando a
alguien dicen: «Fulano te
criticó», ese alguien se enoja antes
de preguntar qué es lo que
realmente se dijo de él. Es decir:
piensa que se le destruyó. Si, en
realidad, a cualquiera de nosotros que
hemos estado un poco
ajenos a esos problemas o a esas luchas
-a esos ensayos y pruebas de armas- nos explican el caso de algunos compañeros que casi
han estado al borde de una depresión insalvable a causa de criticas
demoledoras contra ellos dirigidas, es posible que simpaticemos con las victimas porque tenemos tendencia a simpatizar con las
víctimas. Nosotros que, sinceramente, solo deseamos contribuir a la
comprensión y a la unión de todos,
hemos tratado de evitar palabras que
pudieran herir o desalentar a
nadie; pero es incuestionable un hecho:
que pueden darse casos
de esas luchas
o controversias en que no existan igualdad de condiciones para todos.
Eso, desde el punto de
vista de la Revolución, no puede
ser justo. La Revolución no le puede
dar armas a unos contra otros. La Revoluci6n no le debe dar
armas a unos contra otros y nosotros creemos que los escritores y
artistas deben tener todos oportunidad de manifestarse. Nosotros
creemos que los escritores y artistas a través de su Asociaci6n deben tener un
magazine cultural, amplio, al que todos tengan acceso. ¿No les parece que eso
seria una solución justa? Pero la
Revolución no puede poner esos recursos
en manos de un grupo; la Revolución puede
y debe movilizar
esos recursos de
manera que puedan
ser ampliamente utilizados por
todos los escritores y
artistas. Ustedes van a constituir pronto la Asociación de Artistas,
van a concurrir a un Congreso. Ese Congreso debe celebrarse con espíritu
verdaderamente constructivo y tenemos confianza en que ustedes son capaces de realizarlo con ese espíritu. De el surgirá
una fuerte Asociación de Artistas y
Escritores a donde deben acudir
todos con espíritu verdaderamente constructivo; porque
si alguien piensa que se le quiere eliminar; si alguien piensa que
se le quiere ahogar, nosotros podremos asegurarle que esta absolutamente
equivocado.
Ya es hora de que
ustedes, organizadamente contribuyan con todo su entusiasmo a las tareas que les
corresponden en la Revolución y
constituyan un organismo amplio, de
todos los escritores y artistas.
No se si en el congreso se discutirán
las cuestiones aquí planteadas; pero sabemos que el congreso se va
a reunir, y que
sus trabajos, así como
los que haya
de realizar la Asociación de
Escritores y Artistas, serán
buen tema de conversación para nuestras próximas reuniones. Creemos que
debemos volvernos a reunir; por lo menos nosotros no quisiéramos privarnos del
placer y de la utilidad de estas reuniones, que para
nosotros han constituido también
un motivo de atención sobre todos
estos problemas. Tenemos que volvernos a reunir. ¿Que significa
eso? Que tenemos que
seguir discutiendo estos problemas.
Es decir que va a haber algo que debe ser motivo de tranquilidad para todos y
es conocer el interés que tiene el Gobierno por los problemas y al mismo tiempo
la oportunidad que va a haber en el futuro, de discutir en asambleas amplias
todas las cuestiones. Nos parece que esto debe
ser un motivo de satisfacción
para los escritores y para los
artistas y con
ello nosotros también seguiremos
tomando información y adquiriendo mejores conocimientos.
El Consejo Nacional de Cultura
debe tener también otro órgano de divulgación. Creo que eso va situando las
cosas en su lugar. Y eso no se
puede llamar cultura dirigida, ni
asfixia al espíritu creador artístico. ¿Quien que tenga los cinco sentidos y además
sea artista de verdad puede pensar
que esto
constituya asfixia del espíritu creador? La Revolucion quiere que los
artistas pongan el máximo
esfuerzo en favor
del pueblo. Quiere que pongan el maximo de interes y de
esfuerzo en la obra revolucionaria. Y
creemos que es una aspiraci6n justa de la Revolucion.
¿Quiere decir que vamos
a decir aquí a la gente
lo que tiene que escribir? No.
Que cada cual escriba lo que quiera, y
si lo que escribe no sirve, alla el. Si
lo que pinta no sirve, alla el. Nosotros
no le prohibimos
a nadie que
escriba sobre el
tema que prefiera. Al contrario. Y que cada
cual se exprese en la forma que
estime pertinente y que exprese libremente
la idea
que desea expresar. Nosotros apreciaremos siempre
su creacion a través del
prisma del cristal revolucionario. Ese también es
un derecho del Gobierno Revolucionario, tan respetable como el derecho de
cada cual a expresar lo que quiera expresar.
Hay una serie
de medidas que se están tomando,
algunas de las cuales hemos señalado.
Para los que
se preocupaban por el problema de
la Imprenta Nacional, les informamos que se está considerando una ley que
regula su funcionamiento, creando
diferentes editoriales que atenderán
las diversas necesidades
de ediciones, subsanando
las deficiencias existentes en la actualidad. Efectivamente, la Imprenta Nacional, organismo recién creado, que tuvo
que surgir en condiciones de trabajo difíciles, porque tuvo que empezar a
trabajar en un peri6dico que de repente se cerraba (y nosotros estuvimos
presentes el día en que
ese periódico se convirtió en el
primer taller de impresión del país, con
todos sus obreros y redactores) y que además ha
tenido que atender a la publicación de
obras de urgencia,
como fueron numerosas
de tipo militar,
tiene deficiencias que serán
subsanadas. No habrá ya que
formular las quejas que se han expuesto, en esta reunión, acerca de la Imprenta Nacional. También se están tomando los
acuerdos pertinentes a los
efectos de adquirir libros, de
adquirir material para el
trabajo, es decir, resolver todos los
problemas que han preocupado a los escritores y a los artistas y en lo cual el
Consejo Nacional de Cultura ha insistido mucho; porque ustedes saben que
en el Estado hay
distintos departamentos y
distintas instituciones y que dentro del
Estado cada cual reclama y aspira a poder
contar con los recursos necesarios para
satisfacer sus aspiraciones y cumplir sus funciones cabalmente. Nosotros
queremos señalar algunos aspectos en los
cuales se ha avanzado ya y que debe ser motivo de aliento para todos
nosotros, como ha sido
el éxito alcanzado, por ejemplo, con
la Orquesta Sinf6nica, que ha
sido reconstruida, reintegrada
totalmente y que no
solamente ha alcanzado niveles elevados
en el orden artístico, sino también en el orden revolucionario, porque
hay ya 50 miembros de la Orquesta Sinf6nica que son milicianos.
El
Ballet de Cuba también se ha reconstruido y acaba de hacer
una jira por el extranjero donde
cosecho la admiracion y el reconocimiento de todos los países visitados.
Está teniendo éxito el
Conjunto de Danza
Moderna y ha recibido también elogios valiosísimos en Europa.
La
Biblioteca Nacional por su parte esta
desarrollando una política en favor de
la cultura, empeñada en despertar
el interés del
pueblo por la música, por
la pintura. Ha constituido un departamento de pintura con
el objeto de
dar a conocer
las obras al pueblo. Un
departamento de música, un departamento juvenil; una
seccion, también, para niños.
Nosotros, poco antes
de pasar a este Salón, estuvimos visitando el departamento de la Biblioteca Nacional, para niños:
vimos el número de niños
que ya están asociados, el trabajo que se
esta allí desarrollando y los
adelantos que ha logrado
la Biblioteca Nacional constituye
un motivo para que el Gobierno le facilite los recursos que necesite para seguir
desarrollando esa labor. La Imprenta Nacional es ya una realidad y con las nuevas formas de
organización que se le
van a dar
es también una conquista de
la Revolución que contribuirá extraordinariamente a la preparación del
pueblo.
El Instituto
del Cine es también una
realidad. Durante toda
esta primera etapa fundamentalmente se han hecho las inversiones necesarias para dotarlo de los equipos y materiales que
necesita para trabajar. Al menos la
Revolución ha establecido las bases de la Industria del Cine, lo cual
constituye un gran esfuerzo, si se
tiene en cuenta que no se trata de
un país
industrializado el nuestro y ha significado sacrificios la adquisición
de todos esos equipos. Además si en cuanto al cine no hay más facilidades,
esto no obedece a una política restrictiva del Gobierno sino sencillamente a la
escasez de los recursos económicos actuales lo que interesa destacar es que las
bases para la industria del cine ya están establecidas. para crear
un movimiento de aficionados que permita el desarrollo de todos los talentos en el cine y que será puesto en práctica
cuando se pueda contar con esos recursos.
La política en el Instituto del Cine por su parte será objeto de discusión y además
de emulación entre los distintos equipos de trabajo. No se puede juzgar
todavía en si la labor del ICAIC.
El Instituto del Cine no ha podido todavía disponer de tiempo para realizar una obra que pueda ser juzgada, pero
ha trabajado y nosotros sabemos que una serie de sus documentales ha
contribuido grandemente a divulgar en el extranjero la obra de la Revolución.
Pero se ha realizado también una labor de publicidad, conferencias, etc., de
extensi6n cultural a través de los
distintos organismos; pero, en fin, esto
no es nada comparado con lo que
puede hacerse y con lo que la Revolucion
aspira a desarrollar.
Hay todavía una serie de
cuestiones por resolver que interesan a los escritores y artistas.
Hay problemas de
orden material, es decir, hay
problemas de orden económico. No
existen actualmente las condiciones
de antes. Hoy no
existe aquel pequeño
sector privilegiado que adquiría
las obras de
los artistas, aunque a precios
de miseria, por cierto, ya que
más de un
artista termino en la indigencia
y en el olvido. Quedan por encarar y resolver esos problemas,
que debe
resolver el Gobierno Revolucionario y que deben ser preocupación del
Consejo Nacional de Cultura, así como también
el problema de los artistas que ya no producen y están completamente desamparados, garantizándole al
artista no solo las condiciones materiales adecuadas, al presente, sino también
la seguridad para el futuro. En
cierto sentido ya con la
reorganizacion que se le dio
al Instituto de los
Derechos Autorales se
ha logrado mejorar
considerablemente las condiciones
de vida de una serie de autores que eran
miserablemente explotados y cuyos derechos eran burlados. Estos cuentan hoy con ingresos que
ha permitido a muchos salir de la situación de pobreza extrema en que se
encontraban.
Son pasos
que ha dado
la Revolución; pero que no
significan sino algunos
pasos que deben preceder a otros pasos
que habrán de crear mejores condiciones aun.
Hay
la idea también de organizar algún sitio
de descanso y de trabajo para los
artistas y los escritores. En cierta ocasión, cuando andábamos peregrinando por
todo el territorio nacional, se nos ocurrió la idea en un lugar muy hermoso, de Isla de Pinos, de construir un barrio, una
aldea en medio
de los pinares para premiar (en
ese tiempo estábamos
pensando establecer algún
tipo de premio
para los mejores
escritores y artistas progresistas del mundo) y homenajear
a los escritores y artistas. Ese proyecto no tomo cuerpo, pero puede
ser revivido para hacer
un reparto o una aldea en un
remanso de paz que invite a descansar, que invite
a escribir, y yo creo que bien
vale la pena que
los artistas, entre ellos los arquitectos, comiencen a dibujar y a
concebir el lugar de descanso ideal para un escritor o un artista y a ver si se
ponen de acuerdo en eso. El Gobierno
Revolucionario está dispuesto a poner de su parte los recursos en alguna parte
del presupuesto, ahora que todo se está planificando.
Y ¿será la planificación una limitación
impuesta al espíritu creador, por nosotros los revolucionarios? Porque, en
cierto sentido, no se olviden que
nosotros, los revolucionarios, un
poco por la libre,
nos vemos
ahora ante la realidad de la planificación;
y eso también nos plantea, a nosotros, un problema, porque hasta ahora
hemos sido espíritus creadores de iniciativas revolucionarias y de inversiones también
revolucionarias que ahora hay que
planificar. Así que no
vayan a creer que
estamos exentos de los problemas
y que desde
nuestro punto de
vista pudiéramos también protestar contra eso. Es decir, que ya se sabe lo que se va a hacer el año que
viene, el otro año y el otro
año. ¿Quién va a discutir que hay que
planificar la economía? Pero dentro de esa planificación cabe el construir
un sitio
de descanso para los escritores
y artistas, y verdaderamente seria una satisfacción
que la
Revolución pudiera contar esa realización entre sus obras.
Nosotros
hemos estado aquí preocupados por la situación
actual de los
escritores y artistas. Nos hemos olvidado un poco de las perspectivas
del futuro. Y nosotros, que no tenemos por qué
quejarnos de ustedes, también hemos
dedicado un instante a pensar en los artistas y en los escritores del
futuro y pensamos lo que será si se vuelven
a reunir, como deben
volverse a reunir los hombres del
Gobierno en el futuro, dentro de cinco, dentro de diez años -no quiere decir
esto que tengamos que ser nosotros exactamente-, con los
escritores y los artistas, cuando haya adquirido la
cultura el extraordinario
desarrollo que aspiramos a que alcance cuando salgan los primeros frutos del
plan de academias y de escuelas que hay actualmente.
Mucho antes
de que se plantearan estas
cuestiones, ya venía el Gobierno Revolucionario preocupándose por la extensión de la cultura al pueblo. Nosotros
hemos sido siempre muy optimistas. Creo que sin ser
optimistas no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución
tiene que vencer son muy serias y hay que ser optimista. Un pesimista nunca podría
ser revolucionario.
La Revolución ha tenido
sus etapas. La Revolución tuvo una
etapa en que una
serie de iniciativas dimanaban de
distintos organismos. Hasta el INRA estaba realizando actividades de extensión
cultural. No dejamos de chocar con el Teatro Nacional incluso, porque allí se
estaba haciendo un trabajo y nosotros de repente estábamos haciendo otro por
nuestra cuenta. Ya todo eso va encuadrándose dentro de una organizaci6n, y así,
en nuestros planes con respecto a los campesinos de las cooperativas y de las
granjas, surgió la idea de llevar la cultura al campo, a las granjas y a las cooperativas.
¿Como? Pues trayendo compañeros
para convertirlos en instructores de música,
de baile, de teatro. Los optimistas solamente podemos lanzar iniciativas de ese
tipo. Pues ¿cómo despertar en el campesino la afición
por el teatro, por ejemplo? ¿Dónde estaban los instructores? ¿De dónde los sacábamos,
para enviarlos más tarde por
ejemplo a 3000 granjas del pueblo
y a 600 cooperativas? Todo esto
ofrece dificultades pero estoy seguro
que todos ustedes estarán de acuerdo en
que si se logra
es positivo, sobre
todo para comenzar a descubrir
en el pueblo los talentos y convertir al pueblo actor
en creador, porque en definitiva
el pueblo es el gran creador.
No
debemos olvidar esto y no debemos
olvidarnos tampoco de los miles y miles de talentos que se habrán perdido en
nuestros campos y en
nuestras ciudades por falta
de condiciones y
de oportunidades para desarrollarse. En nuestros
campos, de eso estamos todos seguros, a
menos que nosotros presumamos de ser
los más inteligentes que hayan
nacido en este país
y empiezo por decir
que no presumo de
tal cosa, se han
perdido muchos talentos. Muchas veces
he puesto como ejemplo el hecho
de que en el lugar donde yo nací
entre unos mil niños fui el único
que pudo estudiar una
carrera universitaria, mal
estudiada por cierto, sin librarme de atravesar por una
serie de colegios de curas,
etc., etc. Yo no quiero lanzar ningún
anatema contra nadie, aunque si digo
que tengo el mismo
derecho que tuvo alguien aquí a
decir lo que quería. A quejarse. Yo tengo derecho a quejarme; alguien hablo de que fue formado por la sociedad burguesa y
yo puedo decir que fui formado por algo
peor todavía; que fui formado por lo
peor de la reacción, y que una buena parte de los años de mi
vida se perdieron en el obscurantismo, en la superstici6n, y en la mentira.
Era la época aquella en que
no lo enseriaban a uno a pensar sino que lo obligaban a creer.
Creo que cuando al hombre se
le pretende truncar la capacidad de pensar y razonar se le convierte de un ser
humano en un animal domesticado... No me sublevo contra los sentimientos
religiosos del hombre:
respetamos esos sentimientos,
respetamos el derecho del hombre
a la libertad de creencia y de culto.
Pero eso no quiere decir que el mío me lo hayan respetado. Yo no tuve ninguna libertad de
creencia ni de culto sino que me impusieron una creencia y culto y me estuvieron
domesticando durante doce años.
Naturalmente que tengo que hablar con un poco de queja de los años que yo pude haber empleado, en esa época en
que en los jovenes existe
la mayor dosis
de interés y de curiosidad por
las cosas, en el estudio sistemático que me hubiera permitido adquirir esa
cultura que los niños, hoy, de Cuba, van a tener ampliamente la oportunidad de
adquirir.
Es decir,
que a pesar
de todo eso
el único que
pudo entre mil,
sacar un título universitario tuvo que pasar por ese
molino de piedra donde de milagro no lo
trituraron a uno mentalmente para siempre. Asi
que el único entre mil tuvo que pasar por todo eso.
¿Por qué? Ah, porque era el único
entre mil a quien le podían
pagar el colegio privado para que
estudiara. Ahora
¿por eso me voy
a creer que yo era
el más apto y el más inteligente entre los mil? Yo creo
que somos un
producto de selección, pero no
tanto natural como social. Socialmente fui seleccionado
para ir a la Universidad y socialmente estoy hablando aquí
ahora por un proceso de seleccion social,
no natural. La selección natural dejo en
la ignorancia a
quien sabe cuantas
decenas de miles
de jovenes superiores a
todos nosotros. Esa es
una verdad. Y el que se crea artista
tiene que pensar que por
ahi se pueden haber quedado sin ser
artistas muchos mejores que el. Si no admitimos esto estaremos fuera de la realidad. Nosotros somos privilegiados entre otras cosas porque no
nacimos hijos del carretero. Lo antes expuesto demuestra la cantidad enorme
de inteligencias que se han perdido sencillamente por falta
de oportunidad. Vamos a llevar
la oportunidad a todas esas inteligencias; vamos a crear
las condiciones que permitan
que todo
talento artístico o literario o científico o de
cualquier orden, pueda desarrollarse. Y piensen lo que significa la Revolución que tal cosa permita y que ya desde ahora mismo, desde el próximo curso, habrá alfabetizado a todo el pueblo, y con escuelas
en todos los lugares de
Cuba, con campañas
de superación y con la
formación de los instructores podrá conocer
y descubrir todos los talentos y
esto nada mas que
para empezar. Es
que todos esos
instructores, en el campo, sabrán que
niño tiene vocaci6n e indicaran a que niño hay que becar para
llevarlo a la Academia Nacional de Arte, pero al mismo
tiempo van a despertar el gusto artístico
y la afición cultural en los adultos, y
algunos ensayos que se han hecho demuestran la capacidad que tiene el campesino
y el hombre del pueblo para
asimilar las cuestiones artísticas,
asimilar la cultura y
ponerse inmediatamente a
producir. Hay compañeros que han
estado en algunas cooperativas que han logrado ya que las cooperativas
tengan su grupo teatral. Además ha quedado
demostrado recientemente con
las representaciones dadas
en distintos lugares de la Republica y los trabajos artísticos que
realizaron los hombres y las mujeres del pueblo
el interés del campesino por todas
estas cosas. Calculen, pues,
lo que significara cuando
tengamos instructores, de
teatro, de música,
de danza en
cada cooperativa y en cada granja del pueblo.
En el curso solo de dos años podremos enviar mil instructores, de cada uno de esos; mas de
mil, para teatro, para danza y para música.
Se han organizado las Escuelas. Ya están funcionando e imagínense cuando hayan mil grupos de baile, de música y de teatro en toda la Isla, en el campo -no estamos hablando de la ciudad, en la
ciudad resulta un poco mas fácil- lo que eso significara en extensión cultural,
porque
han hablado aquí algunos de que es necesario elevar el nivel del pueblo, pero
¿como? El Gobierno Revolucionario se ha preocupado de eso y el Gobierno
Revolucionario esta creando
esas condiciones para
que dentro de algunos
años la cultura, el nivel de preparación
cultural del pueblo, se haya elevado extraordinariamente.
Hemos escogido esas
tres ramas, pero se
pueden seguir escogiendo
otras ramas y se puede seguir
trabajando para desarrollar la cultura en todos sus aspectos.
Ya esa Escuela
está funcionando y los compañeros que trabajan en
la Escuela están satisfechos del adelanto de ese
grupo de futuros instructores, pero además,
ya se empezó a construir la
Academia Nacional de Arte, aparte de
la Academia Nacional de Artes Manuales. Por cierto, Cuba va a poder contar con la más hermosa Academia de Artes
de todo el mundo. ¿Por que? Porque
esa Academia va situada en uno de
los repartos residenciales más
hermosos del mundo, donde vivía la burguesía mas lujosa de Cuba: en el mejor reparto de la burguesía mas ostentosa y más lujosa
y mas inculta, dicho sea de paso,
porque si en
ninguna de esas
casas faltaba un
bar, sus habitantes
no se preocupaban, salvo excepciones, de los
problemas culturales. Vivian
de una manera increíblemente lujosa y vale la pena darse
una vuelta por
alli para que vean como vivía
esa gente; pero
lo que no sabían
es que
extraordinaria Academia de
Arte estaban construyendo y eso
es lo que quedara de lo que hicieron, porque los alumnos van a vivir en las
casas que eran residencias de
millonarios. No vivirán
enclaustrados, vivirán como en un
hogar y asistirán a las clases en la Academia; la Academia va a estar situada en el medio del
Country Club, donde un
grupo de arquitectos-artistas han diseñado
las construcciones que se
van a realizar.
Ya empezaron, y
tienen el compromiso
de terminarlas para el mes de
diciembre. Ya tenemos 300 mil pies de
caoba. Las escuelas de música, danza,
ballet, teatro y artes plásticas estarán en el medio del campo
de golf, en una naturaleza
que es
un sueño. Ahí va a estar situada la Academia de Arte,
con 60 residencias, situadas
alrededor, con el
Circulo Social al
lado, que a
su vez tiene comedores, salones, piscinas y también
una planta para visitantes, donde los profesores extranjeros que vengan a ayudarnos podrán albergarse. Esta Academia tendrá capacidad hasta para
tres mil niños, es decir, tres mil becados y con la aspiracion de que comience
a funcionar en el próximo curso.
E inmediatamente también
comenzara a funcionar la
Academia Nacional de
Artes Manuales con otras
residencias y con otro campo de
golf y con otra construcci6n similar. Es
decir serán las Academias de
tipo nacional. No
quiere decir que sean
las únicas escuelas ni mucho
menos, pero a ellas irán
becados aquellos jóvenes que demuestren mayor capacidad, sin que cueste
a su familia absolutamente
nada, jóvenes y niños
que van a contar con
condiciones ideales para desarrollarse. Cualquiera quisiera
ser un muchacho, ahora, para ingresar en
una de esas
Academias. ¿Es o no cierto?
Aquí se hablo
de pintores que solo vivían de café con
leche. Imagínense que condiciones tan distintas habrá ahora, y
digamos si el espíritu creador encontrara ahora las condiciones ideales para
desarrollarse. Instrucción, vivienda,
alimentación, cultura general... Habrá niños que
comenzaran a estudiar en
esas escuelas desde
la edad de
ocho años, y recibirán, junto
con la preparación
artística, una
cultura general... ¿No podrán
desarrollar plenamente, alli, sus talentos y sus personalidades?...
Esas son más que ideas o sueños: son ya realidad de la Revolucion. Los
instructores que se están preparando,
las Escuelas Nacionales que se están
preparando, las Escuelas para aficionados que también se fundaran.
Esto es lo que significa la Revolución... por eso es importante la Revolucion
para la cultura. ¿Como pudiéramos hacer esto sin Revolución? Vamos
a suponer que nosotros tenemos el temor que «se nos marchite nuestro espíritu
creador estrujado por las manos despóticas de la Revolución
Staliniana» (RISAS)... señores ¿no sería mejor pensar en el futuro?
¿Vamos a pensar en que nuestras flores
se marchiten cuando estamos sembrando flores en todas partes? ¿Cuando estamos forjando
esos espíritus creadores
del futuro? ¿Y
quien no cambiaria
el presente, quien
no cambiaria incluso su propio
presente por ese futuro?
¿Quien no cambiaria lo suyo, quien no sacrificaría lo suyo por ese futuro? y ¿quien
que tenga sensibilidad artística no
tiene la disposición del combatiente
que muere en una
batalla, sabiendo que el muere,
que el deja de
existir físicamente para abonar con su sangre el camino del triunfo de sus semejantes, de su
pueblo? Piensen en el combatiente que muere peleando, sacrifica todo lo que tiene; sacrifica
su vida, sacrifica su
familia, sacrifica su esposa, sacrifica sus hijos ¿para que? Para
que podamos hacer todas
estas cosas. Y ¿quien que tenga
sensibilidad humana, sensibilidad artística, no piensa que
por hacer eso
vale la pena
hacer los sacrificios que
sean necesarios? Mas
la Revolución no
pide sacrificios de
genios creadores; al contrario, la Revolución dice: pongan ese espíritu
creador al servicio de esta obra, sin
temor de que su obra salga trunca.
Pero si algún día usted
piensa que su obra pueda salir trunca, diga: bien vale la pena que mi obra personal quede trunca para
hacer una obra como esta que tenemos delante. (APLAUSOS).
Pedimos al artista que
desarrolle hasta el máximo su esfuerzo
creador; queremos crearle al
artista y al intelectual las condiciones ideales para
su creación porque si estamos creando para el futuro ¿cómo no vamos
a querer lo mejor para los actuales artistas e intelectuales? Estamos
pidiendo el máximo desarrollo en
favor de la
cultura y muy precisamente en función de la Revolución, porque la
Revolución significa, precisamente, mas
cultura y mas arte.
Pedimos que los
intelectuales y artistas pongan su granito de arena en esa obra que al fin y al
cabo será una
obra de esta generación.
La generación venidera será mejor que la
nuestra, pero nosotros seremos los
que habremos hecho posible
esa generacion mejor.
Nosotros seremos forjadores
de esa generación futura. Nosotros, los de esta
generacion sin edades en la que
cabemos todos: tanto los barbudos como
los lampiños, los que tienen abundante cabellera o no tienen ninguna o la tienen blanca. Esta
es la obra de todos nosotros. Vamos a librar una guerra contra la incultura. Vamos a
librar una batalla contra la incultura.
Vamos a desatar una irreconciliable querella contra la incultura
y vamos a batirnos contra ella y vamos a ensayar nuestras armas. ¿Que alguno no
quiera colaborar? Y ¿que mayor castigo que privarse de la satisfacción de lo que están haciendo otros? Nosotros
hablábamos de que éramos privilegiados. iAh!,
porque habíamos aprendido a leer
y a escribir en una escuela, a ir a un instituto, a ir a una universidad, o por lo menos a adquirir, los
rudimentos de instrucci6n suficiente para
poder hacer algo, y ¿no podemos llamarnos privilegiados
por estar viviendo en medio
de una Revolución? ¿Es que
acaso no nos dedicábamos
con extraordinario interés a leer acerca de las
revoluciones? Y ¿quien no leyó con verdadera sed las historias de la Revolución
Francesa o las historias de la Revolución Rusa? ¿Quien no soñó alguna vez en
haber sido testigo presencial de aquellas revoluciones? A mi
por ejemplo me pasaba algo: cuando leía algo acerca de la
Guerra de Independencia sentía no haber nacido
en aquella época y me sentía
apenado de no haber sido
un luchador por la independencia y no haber vivido aquella gesta, porque todos
nosotros hemos leído las cronicas de nuestra Guerra de Independencia con
verdadera pasion. Y envidiábamos a los intelectuales y a los artistas y a los
guerreros y a los luchadores y a los jefes
de aquella época. Sin
embargo nos ha tocado el privilegio
de vivir y ser testigos
presenciales de una autentica
Revolucion, de una Revolucion cuya
fuerza es ya una fuerza
que se desarrolla, fuera de las
fronteras de nuestro País, cuya influencia política y moral
está haciendo estremecerse y
tambalearse el Imperialismo en este continente (APLAUSOS), por lo que la
Revolucion Cubana se convierte en el acontecimiento mas importante de este
siglo para la América Latina, en el acontecimiento más importante después
de las guerras de Independencia del siglo xix; verdadera era nueva de redencion
del hombre porque, ¿que fueron aquellas guerras de Independencia sino la sustituci6n
del dominio colonial por el dominio de las clases dominantes y explotadoras en
todos esos países?
Y nos ha tocado
vivir un gran acontecimiento histórico. Se puede decir
que el segundo gran acontecimiento histórico ocurrido en los últimos
tres siglos en la América
Latina, del cual los cubanos hemos
sido actores sabiendo que mientras más trabajemos mas será la Revolución
como una
llama inapagable y mas estará llamada a desempeñar un papel histórico
trascendental. Y ustedes, escritores y artistas, han tenido el privilegio de
ser testigos presenciales de esta Revolución,
cuando una Revolución es un acontecimiento tan importante en la historia
humana que bien vale la pena vivir una Revolución
aunque sea solo para ser testigo de
ella.
Ese también es un
privilegio. Por ello, los que no son
capaces de comprender estas cosas, los que se dejan engañar, los que se dejan confundir, los que se dejan atolondrar por la mentira, son quienes renuncian a la Revolución.
¿Qué decir de los que han renunciado a ella y como pensar de ellos,
sino con pena? ¿Abandonar este país, en
plena efervescencia revolucionaria para
ir a sumergirse en las entrañas del Monstruo Imperialista donde no puede tener vida ninguna expresión del espíritu? Y
han abandonado la Revolución para ir allá.
Han
preferido ser prófugos y desertores de su Patria a ser aunque no
fuera más que espectadores. Y
ustedes tienen la oportunidad de ser mas que espectadores, de ser actores de
esa Revolución, de
escribir sobre ella,
de expresarse sobre
ella. Y las generaciones venideras,
¿qué le pedirán a ustedes? Podrán realizar magnificas obras artísticas
desde el punto de vista técnico, pero si a un hombre de la generaci6n venidera,
a un hombre de dentro de 100 años le dicen que un escritor, un intelectual de
esta época vivió en la época de la Revolución fuera de ella y no expresó la Revolución
y no fue parte de la Revolución, será difícil
que lo comprenda, cuando en los años venideros habrá tantos y tantos que quieran
pintar la Revolución y quieran escribir sobre
la Revolución y quieran expresarse sobre
la Revolución, recopilando datos
e informaciones para saber cómo fue, que pasó, como vivíamos...
En días recientes nosotros
tuvimos la experiencia de encontrarnos con una
anciana de 106 años que había acabado de aprender a leer y escribir y nosotros le propusimos que
escribiera un libro. Había sido esclava
y nosotros queríamos saber como un
esclavo vio el mundo cuando
era esclavo, cuáles
fueron sus primeras impresiones de la vida, de sus
amos, de sus compañeros. Creo que esta
vieja puede escribir una cosa tan interesante como ninguno de nosotros podríamos
escribirla sobre su época y es posible
que en un año se alfabetice y además escriba un
libro a los 106 años. iEsas son
las cosas de las revoluciones! lQuién puede
escribir mejor que ella lo
que vivió el esclavo y quien
puede escribir mejor que
ustedes el presente?
Y ¿cuánta gente empezara a escribir en el futuro sin vivir
esto, a distancia, recogiendo escritos? Por otra parte no
nos apresuramos a juzgar
la obra nuestra que
ya tendremos jueces de sobra. A lo que
hay que temerle no
es a ese supuesto juez
autoritario, verdugo de la cultura,
imaginario, que hemos elaborado aquí. iTeman a
otros jueces mucho más
temibles, teman a los jueces
de la posteridad, teman a las
generaciones futuras que serán, al fin y al cabo, las encargadas de
decir la ultima palabra!
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