LENIN
(Por Ernesto
Estévez Rams)
Ese mismo año, antes de abril, organizaciones emblemáticas del capitalismo
corporativo se fundan: el Standard Oil, por Rockefeller, que con el tiempo
llegaría a ser la mayor compañía de refinación de petróleo del mundo; el
Deutsche Bank y el Commerzbank, en Alemania, y Mitsubishi, como naviera en
Japón. La aún joven nación norteamericana seguía expandiéndose a costa de los
nativos: los indios Pies Negros son masacrados en otra matanza más de la
conquista, Texas es reincorporada a la Unión.
Todo parecía ir viento en popa para el capitalismo imperial, que se
estrenaba en algunos, pero ya tenía vieja data en el imperio británico. Todo fiesta para la burguesía optimista de un
futuro de prosperidad, si no fuera por la premonición de ese mensaje en la
botella que alguien del Bob Chalmers lanzó, antes de hundirse.
Nadie sabía si el papel rescatado era todo el mensaje. ¿Habría en él
augurios no leídos? Cuando el
lugareño que recogió la botella lo leyó, un anciano, entre la muchedumbre del
bar, dijo: “La presencia de lo ignorado no es demostración de existencia”.
Nadie le hizo caso. Mucho menos se enteraron los poderosos, los ricos de la
bolsa, los Morgan, los Rockefeller, los Vanderbilt, los banqueros alemanes, ni
siquiera el Bürgermeister de Sweabisch Hall.
Allá en Simbirsk, ese día 22 de abril, a las
orillas del Volga, María Alexandrovna Blank, hija de alemanes swabos, daba a
luz un niño. Ella y su esposo, Ilya Ulyanov, tampoco supieron
del mensaje en la botella, estaban muy ocupados celebrando la llegada del
tercero de ocho niños. Cuando infante, sus hermanos le decían Volodia, luego, al crecer, se impuso el nombre de
Vladimir, más adelante el mundo lo conoció como Lenin.
Hicieron mal los burgueses en no prestar atención a la premonición de la
botella. Naufragios sí auguraba,
pero, más que catástrofes para ellos, anunciaba días que estremecerían al
mundo, cuando el general de los obreros guiara a los preteridos al asalto del
cielo, y al parto de un mundo nuevo.
en CUBADEBATE
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