LOS PODEROSOS DE SIEMPRE
Hace unos días vi la película “LANSKY”, como nos
tiene acostumbrado Hollywood, hay un endulzamiento de la figura de semejante
asesino, ellos reescriben la historia a su antojo y siempre tienen sus
justificaciones “morales” para actuar de una manera, no importa si bombardean
civiles en Irak y muere un millón de personas “colateralmente” o utilizan napalm
en Viet-Nam para arrasar poblaciones enteras, igual con el tiempo habrá versiones
edulcorada en la pantalla grande que atrapen algún “inocente”.
Sin embargo hay algunos detalles interesantes que cuenta este film al cual hago referencia, que me parecen importantes destacar y hace
entender al espectador más avezado en investigación histórica, del porque tanto
odio y bloqueo genocida contra Cuba. A este mafioso criminal, Majer
Suchowlińsky, su nombre verdadero de nacimiento, pero conocido en el hampa estadounidense
como Meyer Lansky, el General Fulgencio Batista, que dio un golpe de estado en
Cuba el 10 de Marzo 1952 con el apoyo del Imperio yanqui, y que propicio una de
las dictaduras más sangrientas de la historia de América Latina, con unos 20
000 asesinatos extrajudicialmente hasta Enero de 1959, cuando triunfa la Revolución
Cubana (algo que por supuesto no menciona la película), le entrego Cuba como el “próximo
paraíso” del juego y la prostitución.
Cuba ya en la década del 40 se convirtió en
un terreno de “libertad” para que la mafia del norte concretara sus idílicos proyecto
de expansión del juego, la prostitución y las drogas, por supuesto, con la anuencia
de los políticos cubanos de turno de aquella época, es conocida la llamada Conferencia
de La Habana en 1946, cuando los grandes mafiosos de la Cosa Nostra, el
Sindicato del Crimen encabezada por Charles “Lucky” Luciano se reunieron el 22
de Diciembre de 1946 en el Hotel Nacional de la Habana, en aquella reunión “cumbre”
que no se efectuaba desde 1932 en Chicago, estuvieron presentes además, Joe
Adonis y Albert "The Mad Hatter" Anastasia de Nueva
York, Frank Costello, Joseph "Joe Bananas" Bonanno, Vito
Genovese, Moe Dalitz, Thomas Luchese, Santo Trafficante Jr. de Tampa, Carlos
"The Little Man" Marcello de Nueva Orleans, Stefano
Magaddino, el sobrino de Joe Bonanno de Buffalo, de Chicago estaban Anthony
Accardo, los hermanos Fischetti, "Trigger-Happy" Charlie, Rocco,
y, representando a la Mafia judía, Lansky y “Dandy” Phil Kastel de
Florida, sin embargo lo que hizo el dictador Batista concretando la alianza con
Lansky fue el colmo de la corrupción política, el descaro y la impunidad, con
el solo propósito de un enriquecimiento por debajo del tapete. El Hotel Riviera
construido en 1957 por el asesino Lansky y el Dictador Fulgencio Batista es la expresión
palpable y simbólica de sus negocios conjuntos.
La película toca al pasar la alianza en Cuba del
dictador Batista y el Mafioso asesino Lansky, por supuesto sin adjetivaciones “innecesarias”,
cuando si lo hace es para enfatizar despreciativamente que Lansky nunca entregaría su dinero a un COMUNISTA
como Fidel Castro, cuando el agente del FBI interroga a la ex de Lansky sobre
el paradero de los famosos 300 millones de dólares que nunca supieron donde los
deposito el mafioso asesino, después de su “retiro”.
Meyer Lansky murió en 1983 en Florida, como sabemos su influencia política en Estado Unidos era alta, aquel “viejito” de 80 años y bastón en su mano derecha, se paseaba campante por las arenas de Florida. Algo que me recuerda al otro “viejito” asesino y terrorista Posada Carriles, quien andaba por las calles de Miami, como perro por su casa, siendo autor del terrible atentado el 6 de Diciembre de 1976 al vuelo 455 de Cubana de Aviación en Barbados, donde perdieron la vida, por la explosión de la aeronave en pleno vuelo, 73 inocentes pasajeros, entre cubanos y extranjeros, varios de ellos con menos de 20 años de edad.
Lansky, como Posada Carriles no fueron tocados por el
Gobierno Yanqui por el simple hecho que contaban con su apoyo, y sobre todo si
financiaron y actuaron directamente siempre en el derrocamiento de la Revolución
Cubana. La Mafia y el Terror Cubano de Miami estuvieron involucrados en la
muerte de Kennedy sin la menor duda. Estos personajes asesinos se llevaron a la
tumba ese secreto y su silencio siempre fue compensado por el verdadero poder
solapado y sigiloso del Imperio. La Revolución Cubana, Revolución que
transformo a Cuba para siempre en un país ajeno al juego, la prostitución y la
droga institucionalizada desde el poder, toco intereses poderosos del Norte, de
ahí el hostigamiento y el bloqueo genocida que persiste hasta nuestros días y que
a mi modo de ver nunca cesará. Los poderosos de siempre no quieren el cese de
esa guerra contra Cuba, salvo que se regrese definitivamente a la situación anterior
donde ellos eran los dueños y señores de la Isla.
Dejo a continuación un post que esclarece en otros aspectos esta última apreciación mía.
(Por Agustín Lage)
La semana pasada se escribió mucho en la
prensa cubana y extranjera sobre el bloqueo económico, comercial y financiero
del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, pues se cumplieron 60 años de
aquel 3 de febrero de 1962 en que el presidente estadounidense John Kennedy
firmó la orden ejecutiva 3447 que establecía el bloqueo. Apenas una
formalización de una política agresiva establecida “de hecho”: ya habían
transcurrido 10 meses de la invasión de Playa Girón, y casi dos años desde el
cínico memorando del asistente de estado para asuntos interamericanos, Mallory,
que decía textualmente que “… el único modo que se puede vislumbrar
para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto…basado en la
insatisfacción y dificultad económica.”
En estos días se han
publicado sobre el tema trabajos muy buenos. No es necesario recapitular aquí
datos y análisis que cualquier lector puede fácilmente encontrar. Pero puede
ser útil comentar sobre causas profundas que están en las raíces de la hostilidad
de los Estados Unidos contra Cuba, raíces que son anteriores y más profundas
incluso que el conflicto entre ambos países a partir de 1959.
En los Estados Unidos mandan los ricos.
¿queda alguien todavía que no vea esa realidad? Y la mecánica del sistema político
garantiza que eso siga siendo así. Las campañas electorales de esos ricos
cuestan dinero, mucho dinero y una parte lo ponen los mismos candidatos porque
son millonarios. Otra parte la “donan” (después cobran) otros millonarios.
Después de la independencia de los Estados
Unidos, al menos 12 presidentes habían sido dueños de esclavos. Ocho de ellos
siguieron teniendo esclavos durante el período en que ejercieron como
presidentes, incluido Jefferson, autor principal de la Declaración de
Independencia de 1776 donde se dice que “todos los hombres son creados
iguales”. La doble moral entre los ricos viene desde lejos.
El fenómeno Trump es la imagen de caricatura
(“comics” se diría en inglés) de esa realidad, pero ese proceso está enraizado
en el sistema. Así el sistema se asegura que nunca sea electo allí un
revolucionario radical como Fidel Castro, un líder sindical como Lula o Maduro,
un líder universitario como Diaz Canel, un maestro rural como Pedro Castillo,
un médico con inquietudes sociales como Allende, un revolucionario guerrillero
como Mujica, o un campesino indígena como Evo.
¿Dónde están los equivalentes de esos líderes
en los Estados Unidos?. Seguramente existen, pero no participan en la política
nacional. Están sencillamente fuera del juego.
En mi etapa de Diputado a la Asamblea
Nacional del Poder Popular tuve varias veces la tarea de atender visitas de
parlamentarios de otros países. Un día uno de ellos (por cierto, uno con
expresas simpatías por Cuba) me preguntó esto: “¿y a ti cuanto dinero
te costó tu elección como Diputado?… porque a mí me costó más de medio millón.”
Me tomó unos minutos poder poder parar de reírme de la pregunta.
En otra ocasión, cuando conversaba con unos
electores de mayor edad en el municipio de Yagüajay, fui yo quien les
preguntó: Antes de la Revolución aquí ¿Quién tenía más poder
real sobre la vida de los ciudadanos del municipio, el alcalde o el dueño del
central azucarero?. Me dieron la respuesta esperable: “el
dueño del Central, por supuesto”. Y luego surgió la pregunta
siguiente: “Y a ese, ¿quién lo eligió?. Nadie lo eligió. Es
que la democracia es una broma de mal gusto cuando el poder económico está en
manos de los ricos.
A los revolucionarios cubanos se les ocurrió
cambiar las reglas del juego: repartir la tierra, nacionalizar las fábricas,
alfabetizar a todos, hacer a todos propietarios de sus viviendas, cerrar los
casinos de juego, impedir los lujos, y emplear el dinero público en abrir
escuelas y hospitales, para servicios gratuitos de acceso universal; y más aún,
hacer una política exterior independiente, y darle las armas al pueblo para
defender todo eso.
Era demasiado y podía ser contagioso: los
círculos de poder de los millonarios norteamericanos y sus acólitos locales no
lo podían permitir: y así apareció el bloqueo, la invasión de Girón, las bandas
contrarrevolucionarias, y el invento risible (si no fuera cinismo trágico) de
acusar a Cuba de promover el terrorismo y violar derechos humanos.
Entendamos que lo que hacen no es solo
perversa venganza de los ricos expropiados; es el frío cálculo de que el
socialismo funciona. Por irónica que parezca la conclusión, ellos saben que el
socialismo es capaz de elevar la calidad de vida y la justicia social y, si eso
sucede, el ejemplo sería muy peligroso. Hace falta que no se le deje funcionar,
y para eso es guerra económica, o cuando funciona (como muestran los
indicadores sociales de Cuba), que no se entere nadie, y para eso es la guerra
mediática.
Así lo reconoció, por escrito y sin atisbo de
vergüenza, el propio Allen Dulles, director de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) entre 1953 y 1961: “El objetivo final de la
estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de la ideas las
alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la
manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la
recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto
paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la
lógica de sus verdugos”.
La venganza de los ricos contra los pobres no
es nada nuevo en la historia. En agosto de 1793 Haití fue el primer país del
mundo en abolir la esclavitud. Francia le impuso una deuda de 150 millones de
francos, nada menos que para compensar a los dueños de esclavos que había
perdido su “propiedad”. La deuda impuesta (con amenaza de agresión militar) era
superior al producto interno de la economía haitiana. Les tomó 58 años pagar
esa deuda y aun después quedaron más endeudados por los préstamos que tuvieron
que adquirir para poder pagar. Todas esas deudas, derivadas del “castigo” por
declarar la independencia y abolir la esclavitud, duraron 127 años. Haití se
convirtió en el país más pobre del hemisferio.
Y ahora el bloqueo de los Estados Unidos
contra Cuba intenta hacer lo mismo.
Pero ya no estamos en el siglo XVIII, sino en
el XXI. Los pensadores sociales lúcidos en el mundo saben, y la mayoría de los
seres humanos intuyen, que el capitalismo no es compatible con la justicia y el
bienestar de 9000 millones de personas, con la preservación del medio ambiente
expoliado por la avaricia, y con una economía basada cada vez más en el
conocimiento, que demanda la educación y la participación de todos.
El capitalismo, y más aun el capitalismo
estadounidense, construyó una sociedad “de competencia” cuya lógica es que los
hombres compiten unos contra otros (y las naciones unas contra otras), y que
solamente de esa competencia surge la riqueza material. La polarización entre
“pocos ganadores” y “muchos perdedores” que esa filosofía de la existencia
genera, es apenas un “daño colateral”, inevitable.
Cuba intenta construir un modelo alternativo,
y los millonarios que gobiernan el mundo necesitan que ese modelo no triunfe,
para seguir pregonando que no existen alternativas, y (como dice la canción de
Silvio que todos conocemos) “que pasó de moda la locura…y… que la gente
es mala y no merece…”
Por eso es que no van a levantar el bloqueo.
Los gobernantes de los Estados Unidos, gobernados ellos mismos por el poder del
dinero, sencillamente no pueden hacerlo.
El bloqueo tenemos que seguirlo denunciando,
una y otra vez, aunque sepamos que lo van a mantener, porque con las
inmoralidades no puede haber convivencia, por muy poderosos que sean quienes
las imponen.
Levantar ese bloqueo inmoral está fuera de
las posibilidades de gobernantes electos por millonarios. Sería contradictorio
con la naturaleza de su sistema, porque el
capitalismo es inmoral.
Nosotros tenemos que saber que hay que
seguir resistiendo, y además, desarrollar nuestra economía y nuestro modelo de
sociedad, aún con el bloqueo.
Y si el 10% de super-ricos (personas o
países) necesita que fracasemos, el otro 90% de la humanidad necesita que
triunfemos.
No nos podemos
cansar. Nuestro deber es resistir y vencer, pero ese deber ahora, en el siglo
XXI, no es solamente para con Cuba y los cubanos. Es nuestro deber para con
toda la humanidad, porque el mundo necesita alternativas a la tiranía del
mercado y a la democracia de los que tienen dinero.
Son esas alternativas sociales y económicas
lo que intentan bloquear. No es solo contra Cuba.
José Martí, que vio tan lejos y tan profundo,
lo escribió así en 1895, en el Manifiesto de Montecristi: “La guerra de
independencia de Cuba…, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno
que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de
las naciones americanas, y al equilibrio aun vacilante del mundo”
Nuestra batalla de hoy contra el bloqueo, y
nuestro desarrollo socioeconómico a pesar del bloqueo, es parte de ese mismo
servicio al mundo que nos pidió Martí.
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