COBRE
RELUCIENTE Y LADRILLOS AZULES
(Por
José Luis Fariñas)
Terreno violeta,
en el fondo un muro con álamos
rectos y un cielo muy azul...(*)
Vincent Van Gogh
Recordando
una lección de Pisarro,
Van Gogh insiste:
“Hay que exagerar
los colores”
a ciertas horas,
a ciertas alturas
del día o de la noche,
a cierta edad del
horror y de la gracia,
a cierta distancia
de casi cualquier cosa.
Hay incluso que
insistir en ello
cuando se trate de
hablar del amarillo-indio
que creíamos haber
visto en el centro
de nuestros remotos
corazones.
De lo contrario
nadie verá sino retazos de madera,
cenizas y, en el
mejor de los casos,
un apretón de manos.
(*) Terreno
violeta, en el fondo un muro con álamos rectos y un cielo muy azul. El pequeño
peral tiene un tronco violeta y flores blancas, una gran mariposa amarilla
sobre uno de los copos. A la izquierda, en el rincón, un pequeño jardín cercado
de cañas amarillas y arbustos verdes y un cantero de flores. Una casita rosa
(Ref. Vincent Van Gogh. CARTAS A THEO. 1985. ed. Jucar. Madrid, España, Pág.
205, T477 ).
ENSAYOS ÓPTICOS: «La
Noche Estrellada» de Van Gogh.
(Por Carlos Avalle)
LA NOCHE ESTRELLADA de VAN GOGH
Medidas : 73.7 x
92.2 (Óleo sobre tela). Pintado en 1889
Nació el 30 de marzo de 1853 en Zundert y falleció a los
37 años en Auvers-Sur Oise, Francia.
Medidas : 73.7 x 92.2 (Óleo sobre tela). Pintado en 1889
Nació el 30 de marzo de 1853 en Zundert y falleció a los 37 años en Auvers-Sur Oise, Francia.
Se llamaba Vincent Willem Van Gogh. La
historia marca que se suicidó.
Pintó cuadros que hoy son alabados por el
gran público y solicitados para su exposición por todo el planeta. Sobre él se
escribieron libros. Se hicieron películas, ensayos, libros. Las mejores
publicaciones quieren tener en sus páginas una imagen de su figura y de sus
obras. Los grandes directores se rindieron ante su figura y su enigmática vida.
Como pintor se apresuró. Vivió afiebrado
sabiendo que nunca lograría ser comprendido. Puso su vida al servicio del arte.
Tuvo amigos que lo evitaron, compradores de
sus obras que todavía no habían nacido, museos que no se enteraron de su obra
hasta mucho tiempo después. Un hermano que lo ayudó febrilmente. Mujeres que no
lo amaron.
LA NOCHE ESTRELLADA se lo devoró. Fue su
Magnus Opus, inevitablemente. El la inventó en el sanatorio que lo cobijó
hasta el final. Había llegado a la cima; o quizás hasta el más profundo de sus
abismos. Descubrió los colores y los incendió sobre la tela, no tengo dudas de
esto. Creó un cielo de fuegos artificiales que será copiado eternamente.
Pájaros que nunca morirán. Montañas que transmutan en olas imposibles. Un
pueblo donde habitan los fantasmas de su vida.
El Museo de Arte Moderno de New York
tiene a esta obra en su catálogo. También lo tienen los turistas en sus
máquinas fotográficas, en sus remeras, en los souvenirs de sus valijas. Está en
los afiches de cualquier pared de cualquier casa de este planeta. Está en las
copias de los alumnos de todas las academias de arte, en los murales de paredes
de cuanta ciudad se te ocurra. Está en el imaginario de la gente.
Sin embargo creo que todo esto es falso. Que
este cuadro no existe. Que Vincent se lo llevó consigo. Que sigue riéndose de
todos nosotros.
Yo lo vi un día de invierno, junto al fuego,
con los mendigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Supongo que trataba de
explicarles, con voz nerviosa, el sentido de su NOCHE ESTRELLADA.
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