RUBEN:
POR LA JUSTICIA, EL PAN Y LA BELLEZA
(Por
Iroel Sánchez)
Jesús David Curbelo lo considera «dotado como
pocos para la poesía», Virgilio Piñera describe su cuento «En automóvil» como
«una pequeña obra maestra», Silvio Rodríguez dice que después de leer
su poema «Insuficiencia de la escala y el iris» quedó «paralizado por un
tiempo» y Roberto Fernández Retamar le dedicó su primer
poemario Elegía como un himno. Para el escritor mexicano Paco
Ignacio Taibo II, Rubén Martínez Villena es “Una mezcla de sinceridad,
maravilloso hombre de honor entregado a la lucha, poeta romántico, involuntario
y trágico Dama de las Camelias castigado por la tuberculosis y personaje
del realismo socialista narrado por Byron”.
Pero Rubén murió sin publicar un libro y en
medio de una ácida polémica escribió una frase que respaldó con su vida
dedicada a partir de entonces a la lucha por el socialismo, «Yo destrozo mis
versos, los desprecio, los regalo, los olvido: me interesan tanto como a la
mayor parte de nuestros escritores interesa la justicia social» en un acto que
la escritora Gleyvis Coro definió como «una de las mejores páginas de la
polémica intelectual cubana».
Alejo Carpentier -que lo acompañó en el Grupo
minorista- lo describe como “mi amigo Rubén Martínez Villena» y dice sobre
su actuación, ya mortalmente enfermo, en la huelga que derrocó a la tiranía machadista:
«Ahí hay un caso de personaje heroico, y hay un caso de epopeya contemporánea”.
Raúl Castro lo menciona en su discurso por
los 55 años del triunfo de la Revolución entre las figuras que dieron
continuidad al ideal revolucionario «contra la república burguesa y
neocolonial», y Fidel definió en 1973 el asalto al cuartel Moncada en base a su
«Mensaje lírico civil» con la «carga para matar bribones» que Villena reclamó
al poetizar la protesta que él mismo encabezara en 1923 contra la frustración
republicana: «Desde aquí te decimos, Rubén: el 26 de julio fue la carga que tú
pedías».
Sin embargo, no seríamos fieles a su memoria
si no nos preguntamos cuánto de eso hemos logrado llevar a los cubanos de hoy.
La violinista y cantautora Tanmy López, graduada de la Universidad de las
Artes luego de transitar toda la enseñanza artística cubana, confiesa que
antes de ganar el concurso que convocó Silvio Rodríguez para musicalizar la
poesía de Rubén sólo «conocía el Villena revolucionario, que te dan en la
escuela en Historia de Cuba, eso era lo que conocía».
Su poesía es poco conocida por los jóvenes y
su vida de novela no lo es más. A mi me conquistó para leerlo en la
adolescencia ver cantar a Silvio en la televisión, un mediodía de domingo,
su «Tonada para dos poemas de Rubén» con los versos de «La pupila insomne» y
«El anhelo inútil», donde resuena la maestría de Emiliano Salvador en el piano.
Fue una puerta que se me abrió a una etapa de la literatura y la historia de
Cuba. Asalté, en el librero de mi padre, la Órbita de
Rubén Martínez Villena, preparada en 1964 por Retamar y publicada por
la UNEAC. Devoré ese volumen con el prólogo que Raúl Roa escribiera para la
primera edición de su poesía, en 1937, y me extendí inmediatamente a los
testimonios sobre la Revolución del 30 de la mano del propio Roa y Pablo
de la Torriente Brau, junto a otros libros como El ala izquierda
estudiantil y su época de Ladislao González Carvajal.
Imaginé a Villena, en el bufete de Fernando
Ortiz, contando a Pablo su encuentro con Gerardo Machado para reclamar la
libertad de Julio Antonio Mella en huelga de hambre, que derivó
en su insuperable definición para el tirano de «ASNO CON GARRAS» (Pablo la
coloca en altas al relatar la descripción que Rubén le hizo de aquel
encuentro, «todavía con los ojos iluminados de violencia, pero también de
burla»). Hoy me sigue pareciendo que pocas veces el talento poético ha
entrado en la historia con más efectividad que en aquella metáfora demoledora.
Escribe Pablo que ante el reclamo que en
presencia de Rubén hiciera al tirano el Capitán Muñiz Vergara, un veterano de
la independencia a quien los amigos de Mella habían pedido ayuda, Machado
respondió: «Mella será un buen hijo, pero es un comunista… Es un comunista y me
ha tirado un manifiesto, impreso en tinta roja, en donde lo menos que me dice
es asesino… ¡Y eso no lo puedo permitir!… ¡No lo puedo permitir!…».
Inmediatamente agrega el cronista:
¡Pero allí estaba Rubén!… Se le acercó y con
aquella voz suya vibrante, mirándolo a los ojos, con los suyos tan penetrantes
y azules le habló así, rompiendo con todos los protocolos establecidos:
─¡Usted llama a Mella comunista como un
insulto, y usted no sabe lo que es ser comunista! ¡Usted no debe hablar de lo
que no sabe!…
Todavía hoy, cuando Muñiz Vergara recuerda la
escena, se asombra de la virilidad extraordinaria de Rubén y dice:
─¡Quién había de pensar que en un hombre tan
frágil, se escondiera tanta varonía, tal sentido de la dignidad!…
La escena en que Rubén discute con Machado
sobre Mella es la única aparición del autor de La pupila insomne en
el cine cubano. Lamentableme no hay una película, con excepción de Mella,
de Enrique Pineda Barnet, donde aparezca «el muchacho flaco y rubio» que la
prensa describió como líder de «La protesta de los trece»; el cine es caro
y el de época es aún más costoso. Pero hay seis discos maravillosos producidos
por los estudios Ojalá de Silvio Rodríguez que contienen
gráfica y musicalmente una obra extraordinaria inspirada en la poesía de Rubén
y aún esperan porque la abundante producción de videoclips cubanos se fije en
ellos y traduzca a la imagen contemporánea un tesoro que nos damos el lujo de
silenciar.
Démosle a nuestros jóvenes la posibilidad de
enterarse de que existió ese hombre de carne y hueso que amó, sufrió, hizo
versos y los destrozó, poetizó con la vida, dudó, militó y fue leal a su
Partido y a los trabajadores cubanos, como le dijo a Roa en palabras que
deberían ser más difundidas:
“Mi visión del mundo ha cambiado. Sin
embargo, amo la belleza aún más que antes. Pero ahora sé que sin justicia y
pan, la belleza es un remordimiento, un gravamen de conciencia… Por eso he
consagrado mi vida a luchar por la justicia, el pan y la belleza… No haré un verso
más como esos que hice hasta ahora. No necesito hacerlos ¿Para qué? Ya yo no
siento mi tragedia personal. Yo ahora no me pertenezco. Ya ahora soy de ellos
(de los obreros, de los humildes) y de mi Partido.”
Justicia, pan y belleza, buen conjuro para evitar
que la palabra comunista se convierta otra vez en un insulto
aquí, como lo es a noventa millas, allí donde «la Florida es un
índice que señala hacia Cuba» y está la tumba de Gerardo Machado, huido de la
ira popular tras la huelga que el dirigente comunista Rubén organizó para
derrocarlo. En el mejor tono de la radio miamense de hoy, que pide tres días
para matar comunistas tras la caída de la Revolución, Machado había prometido:
«¡Perseguiré sin piedad a los comunistas!”…
Mientras bibliotecas, escuelas, museos y
hasta la sala principal de la Unión de Escritores y Artistas se llaman en Cuba
Rubén Martínez Villena, a Machado lo acompañan en el cementerio Woodlawn de
Miami otros anticomunistas de su estirpe como el nicaraguense Anastasio Somoza
y el presidente de la Fundación Cubano Americana, Jorge Más Canosa.
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