(Por José Martí (*), leído
en el blog " La Pupila Insomne")
La generosidad congrega a
los hombres, y la aspereza los aparta. El elogio oportuno fomenta el mérito; y
la falta del elogio oportuno lo desanima. Sólo el corazón heroico puede
prescindir de la aprobación humana; y la falta de aprobación mina el mismo corazón
heroico. El velero de mejor maderamen cubre más millas cuando lleva el viento
con las velas que cuando lo lleva contra las velas. Fue suave el yugo de Jesús,
que juntó a los hombres. La adulación es vil, y es necesaria la alabanza.
La alabanza justa regocija
al hombre bueno, y molesta al envidioso. La alabanza injusta daña a quien la
recibe: daña más a quien la hace. La alabanza excesiva repugna con razón al
ánimo viril. Los que desean toda la alabanza para sí, se enojan de ver repartida
la alabanza entre los demás. El vicio tiene tantos cómplices en el mundo, que
es necesario que tenga algunos cómplices la virtud. Se puede ser, y se debe ser
cómplice de la virtud. Al corazón se le han de poner ala,. no anclas. Una
manera de arrogancia es la falsa modestia, a la que pasa como a los sátiros
cansados, que siempre están hablando de las ninfas. Desconfíese de quien tiene
la modestia en los labios, porque ése tiene la soberbia en el corazón.
La alabanza al poderoso
puede ser mesurada, aun cuando el mérito del poderoso justifique el elogio
extremo, porque la justicia no venga a parecer solicitud. A quien todo el mundo
alaba, se puede dejar de alabar: que de turiferarios está lleno el mundo, y no
hay como tener autoridad o riqueza para que la tierra en torno se cubra de
rodillas. Pero es cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba. Y se ha de
ser abundante, por la ley de equilibrio, en aquello en que los demás son
escasos. A puerta sorda hay que dar martillazo mayor, y en el mundo hay aún
puertas sordas. Cesen los soberbios, y cesará la necesidad de levantar a los
humildes.
Tiene el poder del mundo,
aun cuando no es más que sombra del poder pasado o del que viene, el estímulo
constante del reconocimiento de cuantos temen la soledad, o gustan de la alta
compañía, o se sienten el ánimo segundón, o van buscando arrimo. El que en el
silencio del mundo ve encendidas a solas la luz de su corazón, o la apaga
colérico, y se queda el mundo a oscuras, o abre sus puertas a quien le conoce
la claridad, y sigue con él camino.
El corazón se agria cuando
no se le reconoce a tiempo la virtud. El corazón virtuoso se enciende con el
reconocimiento, y se apaga sin él. O muda o muere. Y a los corazones virtuosos,
ni hay que hacerlos mudar, ni que dejarlos morir. El mundo es torre, y hay que
irle poniendo piedras: otros, los hombres negativos, prefieren echarlas abajo.
Es loable la censura de la alabanza interesada. Cuando consuela
a los tristes, cuando proclama el mérito desconocido, cuando levanta el ejemplo
ante los flojos y los descorazonados, cuando sujeta a los hombres en la vida de
la virtud, lo loable es la alabanza.
Y cuando a un pueblo se le
niegan las condiciones de carácter que necesita para la conquista y el
mantenimiento de la libertad, es obra de política y de justicia la alabanza por
donde se revelan, donde más se las niega, o donde menos se las sospecha, sus
condiciones de carácter.
(*) Tomado de José, Martí. Obras
Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. I, 369-370, Patria,
3 de abril de 1892.
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