DOY FE
A veces
cuando soy presentado como cubano, o alguien lo adivina por mi acento, sale
a la luz la pregunta ¿eres de los de Fidel o los de Miami, “los gusanos”?, rápido
me doy cuenta que mi interlocutor, ha leído poco y nada de Cuba, y que sus
conocimientos se reducen a una época y a la diatriba que se lee todos los días en
la prensa digital o escrita contra Cuba. Doy fe, que hago ingentes esfuerzos
para dejar mi posición con una sonrisa en los labios y no avasallar a quien me
pregunta. A esta altura la pregunta no es nada para mí, pero como te decían los
viejos en Cuba, cuando andabas en problemas, …“Tu sólito te lo buscaste”…, después
de tanta agua debajo del puente (inclusive con algunos puentes caídos en otras
latitudes), solo respondo, soy simpatizante de las Revoluciones, y por venir de
donde vengo, la Revolución Cubana es mi favorita.
Fidel y
su generación hicieron mucho por Cuba, diría que hicieron lo que otras
generaciones no lograron, la independencia de Cuba y es por ello mi honda
gratitud, soy lo que soy no solo por mi empeño, si no y fundamentalmente porque
ellos hicieron la Revolución, que es más grande que ellos mismos, y que no se
empaña, a pesar y con los errores cometidos.
Pero la
Revolución Cubana trajo muchas cosas a los humildes como yo, la salud y la educación
pública que se dice rápido y de corrido, no es poca cosa para países pobres
como Cuba, ¿existen esos beneficios “públicos” en muchos países, sin que
hubiera habido una Revolución?, es cierto, pero que Cuba no los hubiera tenido
sin ella, es una verdad grande como una casa. Mi madre llego a España con 62
años y hoy con 83 sigue viva gracias a una salud pública gratuita que le da
todos los cuidados, mi prima Irasema (la querida Ira) llego a USA en los 80,
con 27 años y murió de cáncer de mama a dos días de cumplir 64 años, porque no tenía
cobertura médica para hacerse una mamografía.
Los países
latinoamericanos por estos días padecen un colapso en sus sistemas de salud privados,
existe una dejadez y una corrupción galopante en esos sistemas, la gente pobre
esta desprotegida y sufriendo no solo con el Covid, si no mucho antes. Hoy me
levante leyendo la carta que hace 20 años dejara el gran médico argentino René Favaloro después de darse un tiro en el
corazón por su incapacidad para dar respuesta ante un sistema de salud privado
corrupto, me recordó otro fogonazo que se dio un hombre, de impotencia ante la corrupción
política en la República Bananera Cubana de los años 50, el líder ortodoxo
cubano Eduardo Chibás. Favaloro no tuvo la redención que tuvo Chibás, Fidel y
su generación hicieron justicia con la Revolución Cubana, solo por ello valió la
pena todas las cosas vividas.
El Mundo sigue, y sigue plagado de
injusticias, para aquellos que se anotaron rápidamente a la esperanza de que
este Mundo cambiaría con el paso de la pandemia Covid, ahí está la guerra de
los mercados, la locura en Wall Street por las acciones de las farmacéuticas y
laboratorios medicinales, ahí están las declaraciones directas de los posibles
fabricante de las vacunas para el Covid, “nosotros pretendemos tener ganancias,
jamás las venderemos al costo”. Si hay dinero, si hay mercado, alguien no tendrá
vacuna. Están buenas las Revoluciones y a otra cosa, mariposa.
A mis queridos familiares y amigos:
Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland
Clinic, está claro que mi regreso
a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la
cirugía cardiovascular) se debió a
mi eterno compromiso con mi Patria. Nunca perdí mis raíces. Volví
para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa
en el Sanatorio Güemes demostró que inmediatamente organizamos la residencia en
cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de posgrado a todos los
niveles.
Le dimos importancia también a la
investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de
nuestro grupo. En lo asistencial
exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de
pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros
pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las
más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara:
los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la
internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada). Nosotros con los
honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se
distribuían entre los médicos proporcionalmente.
Nunca permití que se tocara un solo peso de los que
no nos correspondían. A pesar de que los directores
aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a
pedido de su director, saludaba a
los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo. Este era
nuestro único contacto.
A mediados de la década de 1970, comenzamos a organizar la Fundación.
Primero con la ayuda de la SDDRA, creamos el departamento de investigación
básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto
de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Cuando entró en funciones, redacté
los diez mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el
lineamiento ético que siempre me ha acompañado.
La calidad de nuestro trabajo, basado en la
tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que
no nos faltara trabajo, pero debimos
luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la
tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin
límites de ninguna naturaleza).
Nos hemos negado
sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás
dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron
ni mandan sus pacientes al Instituto.
¡Lo que tendría que narrar de las
innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno! Manga
de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el
dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.
Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden
certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar
del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país. Valga un solo
ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94 o 95)
de 1 900 000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado
los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).
"Es indudable que ser honesto, en esta
sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen
pagar", escribió (Gentileza Archivo Tea y Deportea)
Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes
por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos
años) deberíamos tener cien camas más. No daríamos abasto
para atender toda la demanda.
El que quiera negar que todo esto es cierto
que acepte que rija en la Argentina el principio fundamental de la libre
elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.
Lo mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina
prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana, sabe,
espera, recibir una jugosa participación del cirujano.
¡Hace muchísimos
años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde
proviene este infundio? Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión, su
cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus
deseos de que yo lo opere. “Pero
¿cómo?, ¿usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?”. “Yo le voy a
recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe”. ¡El cirujano “de real valor” además de su
capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi
consulta no obstante las “indicaciones” de su cardiólogo. “Doctor, ¿usted sigue
operando?”, y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el
mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre. Muchos de estos cardiólogos son
de prestigio nacional e internacional. Concurren a los Congresos del American
College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de
felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna “lecture” de
significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas,
decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los
ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el “sistema” y el dinero es lo que más
les interesa.
La
corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de
prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes
profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los
médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalle los
mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la
cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter echo, cámara y etc.,
etc.), los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos.
No es la única institución. Médicos de la
Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado.
¡Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado
visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle “la operación
económica” y entregará el sobre correspondiente!
La situación actual
de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo
pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir “no hay camas
disponibles”.
Nuestro juramento médico lo impide.
Estos pacientes demandan un alto costo
raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos
lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICyCC, los
proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses. Todos nuestros proyectos tambalean y
cada vez más todo se complica ana-ana.
"El proyecto de la Fundación tambalea y
empieza a resquebrajarse"
En Estados Unidos, las grandes instituciones
médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación
por las donaciones que reciben.
¡Las cinco facultades médicas más
trascendentes reciben más de 100
millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.
Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en
la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro
instituto como uno de sus logros. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando
ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!), todavía estoy
esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una
institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro
país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de nuestra
tarea docente?
Es indudable que
ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga
te lo hacen pagar.
La mayoría del
tiempo me siento solo. En
aquella carta de renuncia a la C. Clinic, le decía al Dr. Effler que sabía de
antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español.
Sin duda la lucha ha sido muy
desigual.
El proyecto de la
Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis
colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro
recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al
“sistema”.
Sí al
retorno, sí al ana-ana.
“Pondremos gente a organizar todo”. Hay
“especialistas” que saben cómo hacerlo. “Debés dar un paso al costado.
Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado”.
“Debés comprenderlo si querés salvar a la
Fundación”.
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!
"Estoy cansado de luchar y luchar,
galopando contra el viento como decía Don Ata. No puedo cambiar. No ha sido una
decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía"
En este momento y a esta edad terminar con los
principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me
resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.
Joaquín V. González escribió la lección de
optimismo que se nos entregaba al recibirnos: “A mí no me ha derrotado nadie”.
Yo no puedo decir lo mismo. A mí
me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla.
Estoy cansado de recibir homenajes y elogios
al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las
leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar
en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo. “¡La leyenda, la leyenda!”.
Quizá
el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz
alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio,
donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la
miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario, se
castiga.
Me consuela el haber atendido a mis pacientes
sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación
por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz. Estoy
cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo cambiar.
No ha sido una
decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de
debilidad o valentía.
El cirujano vive
con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano. Solo espero no se
haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de
piedad. Estoy tranquilo.
Alguna
vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue
siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me
recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales,
provinciales, empresarios, sin
recibir respuesta.
En la Fundación ha comenzado a actuar un
comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las
primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y
dedicados. El lunes no podría dar
la cara.
A mi familia en particular a mis queridos
sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77
años. No aflojen, tienen la
obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no
es poco. Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente
sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz,
allá en La Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar
ceremonias religiosas o civiles.
Un abrazo a todos.
(René Favaloro Julio 29-2000 – 14.30
horas.)
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