Promesa de mañana, responsabilidad de
hoy
(Por Yeilén Delgado Calvo, leído en el blog
de Silvio Rodríguez “Segunda Cita”)
Basta decir «1ro. de septiembre» en Cuba para
evocar comienzos. Revuelo de pañoletas, olor a libro, uniformes planchados por
manos amorosas, madres y padres de ojos asombrados por lo rápido que aprenden y
crecen sus ismaelillos, saber que promete, primeros pasos de asalto al futuro;
todo ello y más de lo hermoso inunda siempre al noveno mes del año.
Pero hoy no habrá abrazos para las amistades
que se han extrañado más que nunca, no tendrán besos apretados los buenos
educadores –que por ese cariño espontáneo viven-; las sonrisas de la emoción
estarán ocultas por las mascarillas multicolores, y los adultos se despedirán
con cierta aprehensión. Muchos niñas y niños cubanos no podrán regresar aún a
las aulas, frente al televisor de sus hogares beberán los conocimientos
imprescindibles.
La agresiva pandemia de COVID-19 impone un
escenario novedoso y desafiante. Luego de meses de escuelas vacías, se retoma
el curso anterior que, al quedar trunco, supuso el despliegue de todas las
habilidades educativas familiares, para acompañar las teleclases y no dejar
escapar, por los resquicios del ocio, las habilidades ya ganadas.
No es un principio cabal entonces, sino el
reinicio de lo que la enfermedad impidió. Sin embargo, habrá muchos desafíos
nuevos: nunca como ahora se hablará tanto al alumnado de higiene, lavado de
manos, distanciamiento; deberán caminar muy juntas la familia y la escuela para
que los más pequeños entiendan el peligro e, incluso adolescentes y jóvenes,
acaten las medidas que además de mantener la salud, permitirán la continuidad
del curso.
De seguro, mientras vuelven a llenarse de
palabras y números las pizarras, de voces y risas los espacios escolares, y de
aprendizajes las mentes, andarán con pies de plomo las autoridades educativas y
gubernamentales, para detectar peligros, determinar acciones, y proteger lo más
preciado que tiene el país, la seguridad de sus más jóvenes hijos.
Las puertas que hoy se abrirán para inundar
de esperanza las escuelas tanto tiempo silenciosas, recuerdan que la vida
sigue, con más precauciones, pero igual de vital, y también bella; y ponen
sobre todos los hombros la responsabilidad ineludible de frenar el rebrote, que
será también darle vía libre al estudio y a sus promesas de mañana.
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