REALIDAD PARALELA
El posteo del presidente Milei después de terminar su “conferencia magistral” en Davos fue la foto siguiente:
Me hizo
acordar la película alemana Good Bye!, Lenin!, solo que en vez de haber caido en coma
la madre de Alexander Kerner, el que cayó en coma fue Javier Gerardo Milei mucho
antes que el muro de Berlín implosionará el 9 de noviembre de 1989, ahora que
se ha despertado siendo Presidente de la República Argentina sigue viendo, aparentemente
por sus enunciados en Davos, aquella realidad de la guerra fría. A diferencia de
Christiane Kerner, la madre de Alexander, fiel miembro del Partido
Socialista Unificado de Alemania, nuestro presidente Milei es un ferviente
imitador de Murray Rothbard y su contraofensiva contra el comunismo sovietico, que ya no
existe.
Por supuesto
que el Presidente tiene todo el derecho a pensar como quiera, solo que ir a
Davos a presentar una realidad internacional que hace 34 años no existe, lo
hace quedar como eso, un hombre que tuvo un colapso y que aun despertándose de
ese estado no se ha percatado que el Mundo ha cambiado. Recomendamos a su
hermana Karina, La Jefa, sabiendo de su
amor filial, que no siga alimentando como hizo Alexander a su madre en la película
mencionada, una realidad “comunista” que no ha habido ni en la Argentina ni en
el Mundo desde hace tanto tiempo, sobre todo porque siendo el Presidente de todos los
Argentinos, podemos padecer de sus alucinaciones, y además recordarle que bajo
esos efectos dudo que algún empresario mundial, ya que le importan tanto los
empresarios de Davos, hasta tal punto de llamarlos “HEROES”, se anime a
invertir su dinero acá teniendo un Presidente que vive una realidad paralela.
Mr.
GARDINER EN DAVOS
(Por Diego
Sztulwark)
Milei fue presentado en el Foro de Davos como
el presidente que devolvió a la Argentina al espíritu de la libre empresa y al
Estado de Derecho. Haciendo uso de la palabra ante una audiencia empresarial,
el mandatario argentino trasladó a escala global los conceptos doctrinales
expuestos sobre la casta colectivista como principal obstáculo para la prosperidad
y la libertad, tal y como lo había hecho en su discurso del 20 de diciembre del
2023 (aquel en el que anunció el DNU con cientos de desregulaciones).
En esta oportunidad, sin embargo, no se
limitó a exponer la naturaleza de la enemistad entre empresarios y
dirigistas-socialistas amparados en la “justicia social”, sobre la que funda su
concepto de lo político. Sino que advirtió, además, que el occidente
capitalista mismo está en peligro, puesto que sus propias élites dirigentes
(políticos, académicos, funcionarios de organismos internacionales) han ido
cediendo al sentido común de un neomarxismo que, derrotado en la lucha de
clases económica del pasado, gana ahora influencia por medios
"culturales", agitando de modo artificioso conflictos de género y ecológicos
como artilugio táctico para provocar más Estado, más regulación, más burocracia
y por tanto más privilegios propios y más pobreza general.
En esa dirección Milei ofreció a la Argentina
como testimonio y ejemplo del cual el mundo puede y debe extraer enseñanzas.
Porque la historia nacional no hace sino replicar lo que la historia universal:
el capitalismo de libre empresa no solo fue eficaz produciendo riquezas, sino
que es el único instrumento moralmente apto para hacerlo, puesto que no es
movido por el deseo de control sino por el de la libertad. Y los argentinos,
votándolo recientemente, han probado tener plena conciencia del asunto. De ahí
procede el tono vanguardista con el que se propuso a sí mismo como adelantado
en la lucha por la defensa de los valores occidentales amenazados ya no por el
viejo socialismo expropiatorio sino por uno actualizado, que habita en las
propias capas dirigentes de los países más industrializados del planeta y en
las agencias de regulación globales. Todas ellas son comunistas sin saberlo, ya
que el comunismo vive agazapado en un error doctrinal que el profesor Milei
logró desenmascarar a la perfección. Desenmascaró.
El error en cuestión lo cometen las
concepciones "neoclásicas" de la economía que introducen toda clase de
regulaciones y de intervenciones públicas (de la emisión monetaria a los
subsidios) para corregir lo que llaman equivocadamente "fallos de
mercado". Este "socialismo actualizado" que destruye riquezas y
obtura libertares se propone atacar a las "estructuras concentradas"
(o monopolios) en nombre de una visión dogmática del libre mercado. Milei
refutó a estos socialistas de una falsa concepción de la libre empresa
anunciando que no existe tal cosa como los “errores del mercado” (pues el
mercado es la verdad, y la verdad solo emana de los mercados). No son, por
tanto, los intelectuales-funcionarios expertos en resolver crisis por medios
regulatorios sino los empresarios capitalistas los únicos héroes benefactores,
en el plano económico tanto como moral, de la innovación y prosperidad que vive
hoy el planeta.
La polémica de Milei apunta a despejar la
dinámica de acumulación de capital por medio de la apropiación irrestricta de
la riqueza y a refutar toda consideración política, científica, comunitaria a
este propósito. De ahí que resulte tan violenta la confrontación de su discurso
respecto del otro argentino de audiencia global, el papa Francisco). Dijo Milei
que nunca el mundo fue tan libre, rico y pacífico, y que el héroe benefactor a
quien debemos este estado agraciado del presente no debe dejarse dirigir por
burocracias globales o nacionales.
El discurso de Milei no deja de recordar a
Mr. Gardiner, que por haber vivido una vida entera en el universo cerrado de la
jardinería no sabía hablar de otra cosa que de jardines a una élite que creía
estar escuchando sabias metáforas, y complacida, lo hizo presidente. Mr.
Gardiner está convencido de que la apropiación privada de la producción
colectiva de la riqueza es la libertad, y la medidas violentas de desposesión
social y concentración en pocas manos es la fuente de una paz duradera. Y como
cree en eso firmemente, no duda en hablar de la paz en medio de la guerra ni de
la prosperidad en medio de la peor de las desigualdades.
De nada sirve objetar que el colectivismo que
él repudia persiste bajo la forma extendida y compleja de la cooperación social
que genera esas riquezas que él celebra, o que el padecimiento de estas
personas creadoras de riquezas se debe al modo en que son condenadas a la
pobreza y a la humillación producto del tipo de progreso que defiende. Sin
embargo, estas personas desposeídas constituyen un límite efectivo a sus
creencias.
El espectáculo es de lo más curioso: porque
al proponer la apariencia de una realidad cuya estructura parece estar dominada
por el absurdo, Milei no hace sino convocar a un absurdo auténtico que aún no
ha llegado. Porque la “derecha radicalizada” -como le llama el antropólogo
Pablo Seman- se presenta de un modo demasiado racionalista y doctrinario.
Demasiado idealista y procapitalista como para enfrentar el núcleo del absurdo
que constituye dramáticamente la realidad. Para que el absurdo aflore
acabadamente hace falta atravesar aun batallas culturales, o
"intelectuales y morales", palabra que el propio Milei parece tomar
de Antonio Gramsci. Mientras el discurso predicante de Mr. Gardiner se encierra
en la llamada escuela austríaca quizás convenga aproximarse a las páginas de un
checo llamado Kafka, que pueden orientarnos mejor en la comprensión de ese
núcleo dramático que puebla todo verdadero realismo.
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